CAPÍTULO 10: La casa en la playa

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—Lale. ¿Por qué te demoraste tanto? ¡Te dije a las 2 y son las 2:39! —Anelía se ponía un reloj en su muñeca derecha y se acomodaba el cinturón de su corto short blanco.

Guardé mi teléfono después de confirmar la hora —Es que tuve que esperar a que vinieran mis padres. ¿Puedes creer lo que hizo Jarol?

— ¿Qué hizo ese demonio?

—Sacó hielo y quería derretirlo para darle una forma de escultura —Anelía formó una pequeña O con su boca—, pero eso no es todo, sino que tomó el tenedor y lo puso al fuego, para después derretirlo en el hielo.

— ¿Jarol andando con fuego?

—Exacto. Tengo la garganta raspada de tanto gritarle —me toqué el cuello.

Anelía se rió — ¡Ay Lale! Pobre de ti.

—No, e hizo otras maldades que no quiero contarte ahora. ¿Dónde es el parque?

Habíamos caminado aproximadamente como cinco cuadras. Estaba ansiosa por saber dónde era en dónde Melany nos esperaba.

Saqué el teléfono, puse música, y me conecté a las redes pero me dio rabia que la batería bajara tan rápido en cinco minutos. Un 20% aproximadamente.

Teléfono loco.

—Ahí.

— ¿Qué? ¿Ya llegamos tan rápido?

—Lale, te has pasado el viaje revisando el teléfono —Anelía se pareció a mi mamá por un momento.

—No me pelees —Le dije y me señaló con el índice a mis espaldas.

—Mira quién está ahí.

— ¡Melany! —me asombré tanto que cuando grité su nombre pareció más un chillido que una voz común y corriente.

Ella estaba sola, sentada en un banco vigilando al niño mientras tomaba pequeñas piedrecitas del suelo.

— ¡Qué rápido vinieron! —se asombró y nos dedicó una sonrisa energética.

—La verdad es que tuve que apurar un poco a Lale —dijo Anelía caminando a mi lado pisando las altas hiervas que estaban al borde del parque.

— ¡Hey! —me defendí.

— ¿Cómo Estás, Melany? —la bruja saludó a Melany primero, luego le seguí yo.

Dirigí mi mirada al pequeño niño agachado en el suelo y me llené de ternura. Observé a Melany suplicante y ella asintió.

— ¡Por fin! —me dirigí al niño como una loca pero a la vez lento para no asustarlo. —Buenas, mi vida. ¡Pero qué cosha más bella! —ya empecé con mi ternura.

A mí me encantan los niños y Ken tenía unos cachetes que estaban para comérselos, inflados y regordetes.

— ¡Ay, pero si yo no había visto a esa cosa preciosa! —Anelía era algo lenta, pero sentí que se dirigió a mí y al niño, quien acogí en mis brazos y lo abracé.

—No pesa nada, Melany. Es una plumita como tú. —dije.

Melany se rió sentada en el banquito, vigilando la manera en que cargaba al niño —Por eso lo tengo todo el día cargado. Está suavecito.

—Yo voy después. —entre los cuatro, Anelía parecía la bebé, súper ansiosa por tenerlo por un rato.

—Cálmate, Anelía Rodríguez.

Comenzamos a jugar con el niño, a tirarnos la foto que Anelía había deseado hacer cuando fuimos a casa de Melany la otra vez, y a tratarlo como si fuera un bebé.

Ahora Todo Cambió (SMCLS #2)Where stories live. Discover now