CAPÍTULO 4: Tierra, trágame

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Capítulo cuatro.

Peor mi día no podía ir.

Decir que me estuve riendo una hora fue poco. ¿Qué me importaba a mí que me miraran en la calle?

Bueno sí. Tuve que sacar el teléfono para disimular.

Por eso digo. Cuándo veas a Damián, échale a correr.

.

Toqué la puerta de casa de Anelía, nerviosa.

Ay, esta niña que no sale. Siempre en el limbo, mierda.

Caminaba para aquí, para allá, adelante, atrás. No sé cuántos caminos hice antes de que me abriera la puerta con una cara de ¿Qué demonios te pasó?

Nada más entré, la abracé ocultando mi sonrojo en su cuello.

— ¿Pero niña, que te pasó? —sabía que iba a decir eso.

No le respondí y me tiré al sofá tapando mi roja cara. Ella cerró la puerta y caminó hacia a mí.

Se sentó de la misma forma al sofá.

Silencio.

No durará mucho

Me tapé la cara con mis manos.

1...

2...

3...

Sentí unas manos agarrándome los brazos y sacudiéndomelos.

— ¿Cómo te fue? ¿Cómo te fue? ¡Lale! —Rió— que te dejes de tapar la cara, ¿Qué te pasó? ¿Cómo te fue?

Y entonces su fuerza me ganó y me quitó las manos de la cara. Mi roja cara.

—Ay. —esa reacción de ella de echarse hacia atrás para evaluarme bien me daba gracia. — ¿Pero qué te pasó que estás más roja que un tomate?

No aguanté más y me desmoroné de la risa. —Lale... ¿Qué hiciste? Te conozco, mascarita, y sé que hiciste algo. Ahora quiero que me lo cuentes

— ¡Tonta! ¡Qué no me debas respirar de la risa!

Ella se echó hacia atrás. —Okey, estoy calmada. —no durará por mucho. Sé que no...—Niña, pero quiero que me cuentes. Qué sucedió que sentí en la llamada la voz de Mateo y la de tu suegra—la detuve pues me haría puré de Lale si fuera una batidora.

— ¿Suegra? —Ahora la sacudí yo— ¿Qué suegra ni qué suegra, Rodríguez?

—Eh... —juraría que le veía a Anelía el símbolo que ponen las computadoras cuando están procesando información.

La mato, le juro que la mato. ¡No me ilusionen así, diosito!

Ese día me quedé conversando con Anelía tan, pero tan tarde, que mis padres me llamaron por mi demora.

—Mamá, espérame un momento que estoy en una conversación importante...

Mi mamá me llamaba para saber cuándo iba a regresar a casa, que ya eran las ocho de la noche, casi las nueve, y que después me tendría que ir sola.

— ¡Pero es que es importante!

—Espérate un segundito, —dijo Anelía y me guiñó un ojo.

Si mi intuición no me falla ella va a hablar con mi mamá poniendo la más noble voz de niña buena y responsable o llamaría a su madre para que hablara con la mía. Siempre hacíamos eso.

No, no somos descaradas.

— ¡Mamá! —ya veo que se fue por la segunda opción.

Al instante su madre se apareció en la sala, curiosa por la intriga. Me saludó sorprendida de la hora tardía en que yo estuviera ahí y luego miró a su hija.

Ahora Todo Cambió (SMCLS #2)Where stories live. Discover now