CAPÍTULO 6: ¡Es muy injusto!

22 12 8
                                    

El tiempo pasó y las horas corrieron como las tortugas cuando van al mar, tan lento como era posible.

Después de quedarme de última en la clase copiando unas tareas, que por cierto es ese momento donde más apurada estás y es cuando más cosas te retrasan. ¿Me equivoco?

Rosalía está cruzada de brazos en la puerta del aula, en el medio de la multitud que salía atolondrada con sus mochilas "perfectas" y todo bien recogido en sus libritos y libreticas hermosas. Es que son tan buenos amigos... noten el sarcasmo.

Como seguía, Rosalía tiene una cara de estresada con su típico temblor impaciente, mirándome de lado.

- ¿Lale, hasta cuándo? Solo quedamos nosotras dos. -soltó cuando ya habían salido todas las personas, impaciente.

- ¡Espera, Rosalía! Déjame guardar el... -se me cayó la cartuchera de los lápices al suelo y la mochila se me resbaló por el hombro. - ¡Mierda! ¡Cuando más apurada estoy!

De pronto sentí unos pasos apurados hacia mí, - ¡Ay, Lale! ¡Ayyy, Lale! Cuando más apurado está uno es cuando te pasan estas cosas. -Rosalía se agachó y me ayudó a recoger los lápices en el suelo, regañándome como una niña chiquita.

Me reí, se parecía a mi mamá, en serio. -Sieeempre me sucede. -hablé acomodando los libros que había puesto de mala gana en la mochila. -, es algo que viene conmigo, la demora al salir de clase es un clásico. Si yo fuera una película me ganara un premio Oscar por el mejor desastre del mundo al salir de clase. -dije a modo de sarcasmo el cual Rosalía me siguió mientras colocaba la cartuchera en la mochila y sentía el sonido del zíper.

Luego me sacudió la mochila por el fondo -y yo me ganaría un Oscar por la mayor espera de toda mi vida.

Me volteé y la miré a los ojos -dramática.

-Demorona, vamos que tengo hambre y ya perdimos cinco minutos. -me tomó del brazo y me jaló a toda velocidad entre las mesas del aula, guiándome para salir con una velocidad peor que cuando te libras de esa clase del profesor de último turno.

Por Dios.

Bueno, salimos y mi mochila ya estaba bien. Miré a Rosalía y parecía una madre llevando a su hija de la guardería a la casa después de un gran día de trabajo. Anelía estaba parada en una esquina con su teléfono en la mano y los audífonos enganchados, y con la otra mano sostenía su mochila colgando por el aza.

- ¿Lale, que tú haces que te demoras tanto? -me preguntó con el mismo tonito que Rosalía.

-No quieras saberlo -se le adelantó mi otra amiga- larga historia, y yo tengo hambre.

- ¿Nos acompañan en el comedor? -Anelía alternó la vista entre Rosalía y yo esperando una respuesta, -Ahí están los chicos.

Mis ojos tomaron un ligero brillo - ¿Están ahí?

Anelía me puso cara de niña pequeña y asintió. Yo jalé a Rosalía conmigo hacia al comedor siguiendo el paso de la bruja.

Anelía, alias "bruja". Aclaraciones.

Llegamos y ellos estaban allí sentados en una mesa.

Un chico muy alto de espejuelitos que si lo vez te asustas por su tamañón, otro chico que tenía zafado dos botones de su camisa y que molestaba a una muchacha de cabello largo y lacio que tenía unas uñas postizas que para qué contar: hermosas.

Fue cuando nos vieron y la chica de cabello largo habló. -Ay, amigas. Las estuve buscando por toda la escuela y no les vi ni la sombra. ¿Dónde estaban? -habló con su auténtica refinura y tono superior, como quien quiere sobresalir entre los demás.

Ahora Todo Cambió (SMCLS #2)Where stories live. Discover now