CAPÍTULO 16: Medialuna

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El delicado pero a la vez molesto piqueteo de la esponjita de maquillar sobre mi cara me acompaña mientras miro los ojos de Anelía muy abiertos cerca de mí. Mi amiga me daba los últimos toques de maquillaje y Rosalía estaba sentada en la cama al lado mío.

—¡Anelía, ya! Déjame ver.

—¡Estate quieta! —tomó mi mentón y me hizo girar la cabeza hasta que quedara recta.

Rosalía se levanta de la cama y se para delante de mí. —¡Ay, qué linda!

—¡Ya quiero verme, déjenme verme! —ansié con todas mis ganas para que Anelía dejara verme en el espejo solo unos segundos.

—Estás peor que cuando yo era chiquita, carajo. Estate quieta. —Anelía me jaló el cabello para enderezarme pero hizo más que eso.

Me dolió. —¡Au! ¡Abusadora!

Minutos después

El irreal reflejo que estaba frente a mí era totalmente distinto a mi físico conocido hasta ahora. ¿Podría una persona no reconocerse ante su propio reflejo? La respuesta es sí pues si no ha pasado nunca, yo, Lale, me proclamo de primera.

—¿Chicas, qué hicieron conmigo? Chicas, esa no soy yo. —susurré sin separar mis ojos del espejo. —Niñas, chicas, ¿dónde metieron a Lale?

Me volteé lentamente a verlas dejando mi pies en su lugar y mi expresión facial tal y como había quedado al ver el espejo.

Rosalía tomó una muy pero muy larga bocanada de aire.

—Agrsh —suspiró Anelía. Por favor, que no pierdan la paciencia conmigo—, carajo.

—Estás hermosa, ya para. Déjate de esas caras y de decir cosas, Lale. —me dijo Rosalía con un tono rápido que me sonó impaciente.

—Ok, ya paro. —respiré profundo y una corriente de nerviosismo que pasó por mi espina dorsal me hizo sacudir.

—A ver. —Anelía me tomó por los hombros y me giró hacia ella, haciendo que me tambaleara un poco por el repentino movimiento y también por notar a Rosalía mirándose en el espejo. Oh. Oh. Creo que le pegamos el vicio. ¡Ayuda 911! —Abre los labios así.

Imité el movimiento que hizo con su boca y comenzó a ponerme labial.

Rojo.

Oh got.

La puerta de la habitación se abrió y me sobresalté. Entró mi mamá y sus cejas se unieron en confusión cuando la miré por el rabillo del ojo.

—Eh. Lale. ¿Para donde tú vas que estás tan arreglada? —me preguntó extrañada.

Un latido sonó fuerte en mi corazón y recé por inventar una excusa.

Por suerte mi amiga Anelía tenía algo en mente. —Es que mi mamá nos invitó a una piyamada.

—Ah ya. ¿Pero tan bonita así?

—Si. Es que vamos a hacer sección de fotos y sabes que yo me pongo a veces un poquitico alborotada y... Bueno.

—Ah, bueno. —mi mamá me miró a mí con su mano sobre el picaporte de la puerta —¿Y vas a salir así con esa ropa? Si tu papá se entera te va a matar.

—Ay mamá. Papá no se tiene que enterar, por favor no le digas nada —le dije.

—Okey pero esto queda en secreto y guarda ropa para cuando vengas de casa de Anelía vengas distinta y él no te vea con esa ropa. —me ordenó mi madre y yo asentí tratando de ocultar una sonrisa con la potente adrenalina que sentía dentro de mí.

Ahora Todo Cambió (SMCLS #2)Onde histórias criam vida. Descubra agora