Capítulo 33 - Un día libre

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La noche anterior, Rian lo había acompañado hasta el hostal. Aiden le había ofrecido quedarse a pasar la noche, por si no le apetecía volver a casa con su familia, pero este lo había rechazado. Sabía que era algo que tenía que hacer tarde o temprano, pero le hubiera gustado haberle sido de más ayuda.

Thiago estaba viendo una película cuando entró en la habitación. Le preguntó qué tal había ido todo y, después de darle un pequeño resumen sin entrar en detalles personales de Rian, levantó las cejas, sorprendido, resopló y siguió a lo suyo. Aiden se metió en cama y, aunque trató de ver un rato la película, se quedó dormido antes de darse cuenta.

Al día siguiente, cuando se despertó era muy temprano. El sol todavía no había salido y Thiago dormía profundamente en la cama de al lado. Aiden decidió que salir a correr sería el mejor plan para no molestar a su compañero. Pensó en mandarle un mensaje a Rian, pero después de todo lo que habían hablado la noche anterior decidió que lo mejor era dejarle un poco de espacio. Seguro que necesitaba aclarar sus ideas.

Estuvo corriendo dos horas. Después de memorizarse la zona donde estaba el hostal para saber volver, siguió unas indicaciones que lo llevaron a un pequeño mirador en lo alto de una montaña. Desde aquel sitio se podía ver lo pequeño que era el pueblo en comparación con toda la vegetación que lo rodeaba. Aiden sacó el móvil del bolsillo y subió una foto del paisaje. Puso en la descripción una frase que Thiago le había leído la noche anterior, del libro que estaba leyendo y, al terminar, aprovechó para llamar a su madre. Después de quince minutos ya estaba corriendo de vuelta al hostal. Cuando llegó Thiago se estaba levantando de la cama.

—Buenos días —dijo Aiden alegremente al entrar en la habitación.

—Buenas... no entiendo de dónde sacas tanta energía... ¿Cuántas horas estuviste corriendo? —preguntó con pereza, como si la sola idea de salir a correr tanto tiempo, tan temprano, le agotara.

—Dos horas y media. Di tres vueltas al pueblo antes de subir hasta un mirador en mitad del monte. Estuvo bastante guay. Deberías haber venido conmigo. Llevas casi una semana sin entrenar—dijo recuperando el aliento antes de beberse un buen vaso de agua.

—Madre mía... Y, ¿cuál es el plan para hoy? ¿Has hablado con Rian? —preguntó incorporándose.

—Me dijo que estaba liado hasta la tarde

—¿Te voy a tener que aguantar hasta entonces?

—Sí. Además, necesito tu ayuda para una cosa.

—Creí que habíamos quedado en que no me ibas a pedir nada más... —protestó frunciendo el ceño.

—Necesito que me ayudes a comprar un regalo para Rian. Ayer fue su cumpleaños y... quiero tener un detalle con él—dijo avergonzado.

—¿Solo eso? Mmmm... —se quedó unos segundos en silencio, pensando—. Hay una librería de segunda mano en el pueblo, seguro que podemos encontrar algo ahí... Además, yo también tengo ganas de echar un ojo.

—¡Pues decidido! Me voy a dar una ducha primero—dijo encerrándose en el baño.

Media hora después los dos caminaban por la calle en búsqueda de la librería. Resultó que la dirección estaba mal en internet y les costó dar con ella mucho más de lo que esperaban.

La librería era pequeña, pero las estanterías llegaban hasta el techo. El propietario tenía una escalera extensible apoyada contra el mostrador para poder llegar a todas las obras sin problema.

En cuanto empezaron a mirar los libros, Thiago dejó de prestarle atención. Revisaba los diferentes estantes, de vez en cuando sacaba un libro para ojear la portada o la sinopsis y luego lo volvía a dejar en su lugar. Aiden empezó a buscar algún título que pudiera gustarle a Rian. No estaba seguro de qué tipo de libros leía o cuál era su género favorito y eso dificultaba la búsqueda. Un rato después vio en uno de los estantes uno de sus libros favoritos de cuando era más pequeño. Era una versión ilustrada y estaba perfectamente conservado. Aiden no supo muy bien el porqué, pero aquel libro le traía muy buenos recuerdos. Había sido su refugio cada vez que tenía un mal día. Quizás era un regalo demasiado personal, pero exactamente por ese mismo motivo no creía que fuera a encontrar algo mejor.

Victoria ColateralOù les histoires vivent. Découvrez maintenant