Capítulo 10 - El ego del rival

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Aiden estuvo dando vueltas alrededor de la escuela durante las siguientes dos horas. No podía dejar de pensar en lo que había pasado, en lo que había sentido mientras Rian se hacía con su poder y como había terminado todo. No entendía como alguien, por muy bueno que fuera, podía ser capaz de echarle la culpa a otra persona de lo que había hecho él mismo. Él no había perdido el control porque sí y le molestaba que Rian pensara eso.

Cuando llegó a la habitación, era más tarde de lo que esperaba. Thiago se incorporó al verlo entrar, y una ligera sonrisa sarcástica le apareció en los labios.

—Veo que el primer contacto con Rian ha sido un éxito, te felicito—dijo a modo de saludo.

Aiden no estaba de humor para bromas. No mentía si decía que su primer día en la escuela dejaba mucho que desear. No solo se había sentido atrasado en cuanto a las asignaturas, sino que todos los rumores que había escuchado sobre su compañero eran verdad. Aiden sabía que todo lo que Rian proyectaba era una fachada, aunque todavía no lograba entender por qué se esforzaba tanto en que todos lo odiaran y, a ese paso, no estaba seguro de llegar a saberlo.

—Cállate—masculló mientras se metía en el baño y de ahí, directamente a la ducha.

Se quitó el uniforme mientras pensaba en el cosquilleo que le había sentido cuando Rian empezó a controlar su poder. Había percibido algo, aunque todavía no entendía bien el qué. Intentó que el agua caliente borrase todo el día, pero, en cuanto se puso el pijama y se metió en cama seguía desganado.

—¿No me vas a contar cómo ha ido? —volvió a insistir su compañero.

—No quiero hablar.

—¿Tampoco vas a ir a cenar? Aún es pronto para ponerse a dormir.

—Estoy cansado.

—¿No me digas que vas a ponerte a llorar porque no fue todo como la seda? No será porque no te avisé...

—Que sí, Thiago, que tenías razón —respondió metiendo la cabeza debajo de las sábanas—. Ahora déjame en paz.

Thiago no volvió a decir nada más y Aiden se quedó dormido un tiempo después. No se dio cuenta cuándo su compañero se fue a cenar, pero sí que escuchó como la puerta se abría cuando volvió a la habitación. No hablaron más, Aiden ni siquiera se movió y, poco tiempo después, estaba dormido otra vez.

En el momento en el que sonó el despertador a la mañana siguiente, Aiden todavía estaba profundamente dormido. Le costó muchísimo levantarse y prepararse para ir a clase. Incluso se le pasó por la cabeza la idea de no ir, aunque finalmente la descartó. No podía rendirse al primer día. Aquello no era una opción, o no debería serlo.

Al final, la mañana pasó mucho más rápido de lo que se esperaba. Durante la clase de historia estuvieron leyendo los tratados entre los magos y las personas sin poder, firmados a finales del siglo anterior. No era el temario más interesante de la Historia de la Magia, pero Aiden estuvo prestando atención toda la hora. Le gustaba mucho ver cómo había ido evolucionando todo a lo largo del tiempo.

Cuando llegó el descanso y le contó a Axel el desenlace del entrenamiento del día anterior, no supo qué le sentó peor: que ya se lo esperase o que lo mirase con compasión. Aiden incluso había llegado a pensar que se iba a reír de él, pero Axel era una persona bastante seria. Era difícil sacarle muchas palabras o una carcajada. Su semblante se mantenía neutral la mayor parte del tiempo.

—Tienes que verlo por el lado positivo. Rian seguramente se sintió muy avergonzado después de soplarte en la oreja—comentó pensativo.

—De eso estoy seguro—contestó Aiden recordando la cara que había puesto su compañero—. Fue lo único bueno del día.

Victoria ColateralDonde viven las historias. Descúbrelo ahora