Capítulo 1 - la primera vez

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La radio sonaba de fondo desde hacía varias horas. Las emisoras habían ido cambiando con el paso del tiempo, pero la música seguía siendo la misma. Aiden balanceaba el pie derecho al ritmo de la batería mientras escribía en un hilo de Twitter, que ya sumaba más de cincuenta comentarios. Todo había empezado la noche anterior, con una simple publicación en la que Aiden se quejaba de forma exagerada sobre las altas temperaturas de la zona. Y había acabado con una discusión entre cinco personas sobre las causas del cambio climático, así como de las posibles acciones de los grupos ecologistas para eliminar el efecto invernadero.

El joven suspiró cansado. Había intentado conciliar el sueño durante varias horas, pero llevaba muchas semanas sintiéndose perdido. La mayoría de sus compañeros de clase estaban enfocados en entrar en carreras muy interesantes, o tenían una visión muy clara del futuro que querían tener. Él no. Aiden no sabía exactamente qué quería hacer con su vida. Las asignaturas que daban en clase le parecían aburridas y estaba cansado de tener que memorizar todos los temas de Historia de la Magia. Lo cierto era que le daba bastante igual cuándo había aparecido el primer mago, o que, en la actualidad, más del setenta por ciento de la población tuviera habilidades mágicas. Tampoco tenía claro a qué quería dedicarse, o cuál era la mejor escuela superior. Lo único que le interesaba del instituto era que la chica que se sentaba delante de él en la clase de Telequinesis le sonreía de forma diferente y eso lo hacía sentir un tanto especial.

El locutor de radio anunció que pasaban de las seis de la mañana cuando Aiden encendió la tele. Estuvo haciendo zapping unos minutos hasta que llegó al canal de deportes. En él, se veía a un joven vestido con un uniforme escolar sonriendo a la cámara. Estaba cubierto de sudor, como si hubiera estado corriendo durante varias horas, pero el brillo que tenía en los ojos llamó su atención. Aiden se incorporó en el sofá y le subió el volumen a la tele. El reportero estaba comentando la maravillosa actuación de Olivier, un joven dos años mayor que él, representante del club de duelos de su colegio.

"—Esta tarde has estado increíble. Tu compañero ha sabido anticiparse a todos tus movimientos y ataques, se nota que estáis muy compenetrados—elogió el reportero.

—¡Gracias! Lo cierto es que, sin Igor, nada de esto habría sido posible —contestó el joven secándose el sudor de la frente.

—Dices que todo es gracias a tu compañero, pero eres tú el que no para de acumular victorias. Además, el año pasado ganaste el premio a la joven promesa duelista, menor de diecisiete años, del país.

—Solo intento dar lo mejor de mí con el apoyo de mis compañeros —dijo sonriendo."

Después intercambiaron un par de palabras más y dieron paso a la repetición del duelo. Eran dos magos por equipo, en un terreno increíblemente grande. Los combates duraban entre veinte y cuarenta minutos y normalmente el ganador se decidía por abandono del contrario. Aiden estuvo viendo la repetición del combate durante varias horas, hasta que se memorizó todos los detalles. Cada movimiento, cada juego de manos, cada mirada entre los miembros del equipo tenía un significado, y Aiden se los aprendió todos.

Cuando el reloj estaba a punto de dar las diez de la mañana, estaba viendo el final del combate por octava vez. Justo en el momento en el que los dos magos juntaban sus manos para hacer el ataque sincronizado, un escalofrío le recorrió el cuerpo, desde la base de la columna hasta el cuello. Tenía los pelos de punta y el corazón le latía muy rápido.

Cuando su madre entró en el salón un par de minutos después, recién levantada, se encontró a su único hijo de pie, enfrente del televisor, con las manos cubriéndose la boca.

—¿Qué haces despierto tan temprano un sábado? Normalmente hasta pasadas las doce no hay quien te levante de la cama—le dijo somnolienta.

—Mamá, tenemos que hablar—le respondió muy serio.

Victoria ColateralOù les histoires vivent. Découvrez maintenant