Al inhalar profundamente, buscando un respiro de calma en la ansiedad que la embargaba, una confusa mezcla de olores asaltó sus sentidos: la tierra húmeda recién removida, el hedor penetrante del estiércol, el aroma limpio del pino, un dulzor nauseabundo de algo en descomposición. De alguna manera, instintivamente, supo que esos olores componían la esencia de una granja.

-¿Qué hicimos para que nos metieran en este lugar?-, preguntó, su rostro arrugándose con disgusto mientras su mano acariciaba su brazo, donde una punzada sorda, como pequeñas agujas clavándose en su piel, la molestaba.

-Créeme, Novata, lo que estás sintiendo ahora, lo hemos sentido todos. Todos hemos tenido un Primer Día, cuando salimos de la caja oscura. Las cosas están mal, sí, y se pondrán mucho peor para ti pronto, esa es la verdad. Pero, al final, lucharás bien. Sé que estarás bien, es una corazonada-, dijo el rubio. Ella alzó la mirada hacia su perfil sonriente, y una punzada de reconocimiento, tan fugaz como inquietante, la atravesó. Una confusa mezcla de emociones se agitaba en su interior cada vez que sus ojos se encontraban. Lo más desconcertante de todo era el vacío en su memoria, la ausencia total de cualquier recuerdo de él. Con una timidez que velaba su incertidumbre, la recién llegada inquirió al rubio. Ella notó algo raro en el rubio al verlo caminar, cuando apoyaba su pierna izquierda todo su cuerpo se ladeaba de lado como si algo le molestará

-Newt... ¿Qué edad crees que tengo?-. El joven la examinó con una mirada que recorrió su figura de arriba abajo, deteniéndose en cada detalle.

-Diría que unos dieciséis. Y, en caso de que te lo estés preguntando, un metro sesenta y tantos... pelo negro y tienes algunas pecas en la cara-. soltó con una sonrisa que parecía genuina y despreocupada.

-¿Lo dices en serio?-. replicó ella, haciendo una pausa mientras su mente luchaba por encontrar las palabras adecuadas. -¿Cómo...?- La pregunta quedó inconclusa, un torbellino de interrogantes sin forma en su cabeza.

-Soy muy observador-, respondió Newt con una tranquilidad desconcertante, su sonrisa manteniendo una calidez que contrastaba con la confusión palpable de la joven. En ese instante, una voz más grave interrumpió el breve diálogo.

-Anda, mira, es la Novata-. El recién llegado era un chico de mayor edad, aparentando unos diecisiete años, alto y de complexión delgada. Sus cejas, notablemente deformes, se arqueaban de una manera peculiar, evocando la imagen de una zanahoria grotesca o algo similar. -Seguro que esta Shank se hizo plopus en los pantalones cuando ha salido de la cueva. ¿Necesitas un pañal limpio, Shank?-. Su tono era burlón y su presencia, irritante.

-Me llamo Violet, idiota-.Con una chocante firmeza, la joven respondió. La certeza de ese nombre surgió de un lugar desconocido en su mente, una isla de memoria en el mar de su amnesia. Sin mediar más palabras, se adelantó al chico de las cejas extrañas, alejándose de él con la mayor rapidez posible.

Pronto llegó al borde de la enorme abertura que daba paso a otros caminos de piedra que se extendían hacia el exterior. Su mente se quedó en blanco ante la magnitud de la visión. «¿A dónde mierda se dirigía todo eso?», pensó, con los ojos fijos en la red de pasadizos que se perdían en la distancia.

El corte en la pared, de al menos unos seis metros de ancho, subía hacia arriba, muy por encima de sus cabezas Los bordes que rodeaban la inmensa abertura eran lisos, salvo por un extraño dibujo que se repetía a ambos lados. En la parte izquierda de la puerta Este había taladrados en la roca unos agujeros profundos de varios centímetros de diámetro, separados a unos treinta centímetros de distancia entre ellos, que empezaban cerca del suelo y continuaban hasta arriba del todo. En la parte derecha de la puerta sobresalían unas barras del borde de la pared, también de varios centímetros de diámetro, con la misma forma que los agujeros que tenían enfrente.

Experiment | NewtDonde viven las historias. Descúbrelo ahora