Colgué y dejé el móvil en la mesa, acercándome a Camila.

-Tu despacho es muy grande. –Dijo con una pequeña sonrisa, mientras yo me senté de nuevo, y ella se colocó encima.

-Llegas y solucionas todos mis problemas. –Reí levemente y posé mi mano en su muslo, dándole un suave y lento beso en los labios.

-No hice nada, lo tenías delante de ti. –Ella rio mientras negaba, dándome varios besos por los labios. –Y, te mereces descansar.

Tras eso, nos levantamos y salimos del edificio, mientras aún Camila observaba todo con una sonrisa. Era bastante grande, cristaleras, despachos, salas, gente corriendo de un lado a otro y.. Salimos a la calle.

Una vez en el coche, Camila me indicó que fuésemos a su casa, y no me negué. Miré de un lado a otro en la calle entrecerrando los ojos, girando el volante para coger una de las calles que llevan a casa de Camila.

Aparcamos y, tras subir en ascensor ella abrió la puerta.

-¿Sofi? –Preguntó dejando el bolso en la entrada, y nadie respondió. Cerré la puerta y pude notar las manos de Camila quitarme la chaqueta del traje, poniéndola en el perchero de la entrada. –Necesitas descansar. Estás tensa.. –Sus manos apretaron mi cuello, completamente rígido.

-No.. –Negué lentamente mientras ella me cogía la cara entre las manos dándome un beso lento, profundo, notando cómo el tacto de su lengua acariciaba la mía lentamente, y se retorcía en el interior de mi boca. Mis músculos se relajaron por completo a medida que las manos de Camila se paseaban por mis costados, acariciándome lentamente, hasta llegar a mis mejillas, acariciándola de la misma manera.

Puse las manos en su cintura, caminando con ella a través del acogedor salón, y entrando en el pasillo de habitaciones y entramos en la suya sin dejar de besarnos.

-¿Nunca llevas pantalones? –Fruncí el ceño metiendo las manos bajo su vestido, apretando su trasero con las dos manos de forma fuerte, provocando un jadeo de Camila en mi boca, mientras yo bajaba su ropa interior sin quitarle el vestido.

-No para el trabajo. -Cayó a sus pies la ropa interior, enredándose en sus tacones, y me agaché poniéndome de rodillas delante de ella. Levanté un poco su vestido, comenzando a dar besos por sus muslos, sintiendo la mano de Camila acariciarme el pelo lentamente. Mis besos fueron yendo hacia su sexo, hasta quedar frente a él. Ni siquiera lo toqué, pero mis labios entreabiertos estaban encima de este, a milímetros y podía notar mi aliento en él. Me separé y terminé de sacar su ropa interior, volviendo a ponerme de pie frente a ella.

-No hagas eso.. –Se quejó, besándome lentamente mientras mis manos acariciaban la piel desnuda de sus nalgas, moviéndolas lentamente aunque, no podía evitar agarrarla algo más fuerte.

-¿No quieres que juegue contigo? –Hice un puchero y subí la mano por la cremallera de su vestido, bajándola lentamente.

-No.. No juegues. No hoy. –Matizó, viéndola prácticamente desnuda a falta del sujetador. Mi mano lo quitó rápido y lo bajé por sus brazos, siguiendo los besos.

-No voy a jugar hoy. –Camila me quitaba la camisa lentamente, botón a botón hasta hacerla caer al suelo con el sujetador. –Voy a hacerte el amor muy, muy, muy lento... -Susurré en el oído de Camila a medida que la tumbaba en la cama, dejando pequeños besos alrededor de su oreja,  bajando por su mentón hasta besar bajo este, levantando la vista hacia Camila. No me paraba a apreciar lo guapa que era Camila en aquella situación, pero simplemente solté una risa aspirada, acariciándole la mejilla.

-¿Qué ocurre? –Preguntó ella con un tono bastante tierno, con las mejillas rosadas.

-Que eres preciosa. –Respondí pegando mis labios a los de ella una vez más, terminando de fundirnos en un beso lento, sintiendo las manos de Camila deslizarse por mi espalda hasta llegar a mi nuca, comenzando a acariciarme el pelo. Las manos de la latina me desabrocharon el pantalón con cuidado y terminó bajándolo con los dedos junto con mi ropa interior. Y así acabé, encima de Camila, ambas desnudas otra vez.

room 72; camrenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora