21. El tiempo vuela

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21. El tiempo vuela

Diana Leone

—Hola, Lía —sonreí ampliamente, abrazando a la rubia. 

Mi cuñada postiza me devolvió el abrazo con la misma emoción, antes de saludar a Marco. 

—Hola, chicos. 

—¿Qué tal están los mellizos? —le pregunté, ya que hacía una semana que no pasaba a verlos. 

Con lo cerca que estaba la anual, casi no tenía tiempo para ir a ver a los Ricci, que se había convertido en una costumbre. Sin embargo, esperaba estar el domingo para la comida familiar que hacíamos siempre. 

—Muy bien. Alina llora mucho, pero Niccolo es más tranquilo. 

—Tengo la sensación de que Alina ha salido a Alessandro. 

—¿Cierto? —hizo una mueca— Maternidad, divino castigo. 

Solté una carcajada, saludando a Maggie, la camarera, con la mano. 

—Como sea, ¿vais a comer aquí?

—No, hoy pedimos para llevar —le sonreí. 

—¿Compartimos pizza? —me preguntó Marco, yo asentí. 

—¿Jamón y queso? —propuse.

—Cuando puedas nos haces una pizza grande de jamón y queso. 

—Perfecto, tomad asiento por aquí y cuando esté hecha os aviso. ¿Queréis algo para beber?

—Cualquier refresco está bien —le dijo Marco. 

La rubia asintió sonriente y se alejó para pedirnos la comida. Mi chico y yo nos sentamos en una mesa vacía. 

—¿Cómo vas con los entrenamientos?

Yo suspiré. 

—Estoy agotada, y muy estresada —me mordí la comisura del labio—. ¿Tú crees que soy capaz de ganar?

—Por supuesto que sí, caos. Te he visto correr y eres una auténtica máquina en ello. 

Mi sonrisa creció casi al instante.

—¿Entonces, sí soy la reina de las carreras?

—¿De las carreras? Sin duda. ¿De mí? También. 

Mi sonrisa aumentó, mientras soltaba una risa y le daba un pequeño golpe juguetón. 

—Te estás volviendo bueno en esto de coquetear, ¿voy a tener que preocuparme por que te vayas con otra?

Como si fuese obvio, agarró el collar con el dije de un huracán y me lo mostró. 

—Creo que ha todas les queda claro a quién le pertenezco, ¿no?

—Te amo, cariño. Tú sí que sabes subirme el ánimo. 

—Te amo, caos. Y ya sé que soy el mejor —me guiñó un ojo. 

Solté una risita divertida y nos distraímos hablando de temas sin importancia hasta que llegó la pizza. Lía nos la entregó y se despidió de nosotros con una sonrisa.

—Ya queda menos para la anual, Diana, mucha suerte —sonreí, aunque me tensé.

No me malinterpreten, estaba súper emocionada por la anual, pero a veces sentía demasiada presión.

De todas formas, Marco se encargaba de animarme cuando eso pasaba.

—Si pierdes, siempre podemos fugarnos del país —me susurró, mientras nos subíamos a mi coche—. Vina me dijo que en Suiza hay unos paisajes preciosos. 

Velocità (Mafia Italiana #4)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora