09. El Capitano y yo

3.7K 286 27
                                    

09. El Capitano y yo

Diana Leone

Cuando nos separamos, aún estaba sorprendida. 

Maldita sea, creo que nunca había tenido un beso así. Torpe, lento, tímido. Como si no supiera qué hacer. Jodidamente nunca me habían besado así, y a una parte de mí le encantaba. 

Marco estaba sonrojado a más no poder y una sonrisa tierna comenzaba a pintarse en mi rostro. Era lindo. 

—Entonces... ¿Besarme no ha sido inteligente? —lo piqué, recordando sus palabras anteriores.

—No, no lo ha sido.

—¿Y te arrepientes?

Que diga que no, que diga que no.

—Creo que es la única cosa de la que nunca podré arrepentirme.

Está vez fui yo la que se lanzó a sus labios, sin poder contenerlo.

Al contrario que nuestro anterior beso, torpe y tímido, este fue pasional. Nos devoramos la boca como si nos perteneciéramos mutuamente. Como si lo que necesitáramos para respirar no fuera oxígeno, sino nuestros labios. Como si lleváramos demasiado tiempo sin hacerlo. 

Se sentía como si Marco y yo fuésemos dos almas gemelas del pasado volviéndose a encontrar después de mucho tiempo. 

Nos separamos jadeantes, con nuestros alientos mezclándose y nuestros cuerpos tocándose. Sonreí, acercándome de nuevo a sus labios, aún sin poder respirar con normalidad.

—Yo tampoco me arrepentiría nunca —le susurré sobre su boca.

—¡Huracán! ¡Ya va a empezar la carrera!

Me alejé de Marco con una pequeña sonrisa.

—Tengo que irme, he apostado quinientos euros —le dije—, pero nos vemos en el entrenamiento de mañana.

Él asintió, aún parecía anonadado.

—Claro. Sí. Hasta mañana.

Solté una risita enternecida, antes de alejarme de él y trotar hasta el cúmulo de gente que había agolpada en la línea de meta.

—Moveos —bramé, haciendo que rápidamente se removieran para dejarme pasar sin tener que tocarme con nadie.

Llegué junto a Enzo, que me rodeaba los ojos.

—A veces eres una dramática, niña.

—Sin drama, la vida es aburrida.

Mi entrenador rió entre dientes, antes de que la novia de alguno de Carne de Cañón, por la bandana roja que llevaba atada a la muñeca, se pusiera en medio de la carretera improvisada.

—En sus puestos... Listos... ¡Ya!

Todo explotó.

Los coches salieron a toda velocidad, haciendo a la gente motivarse y chillar. Escorpión, como todo el mundo ya imaginaba, se puso en primera posición con su velocidad, pero Randy le seguía de cerca.

—El circuito de hoy tiene muchas curvas semicirculares —opiné—. Hará falta un buen manejo para ganar, no sólo la velocidad. Si Escorpión sigue así, se saldrá de la pista.

—Realmente eres buena, Huracán.

—Vosotros os pensáis que no, pero yo soy muy inteligente.

—Oh, lo sé. Algún día nos sorprenderás.

Solté una carcajada, sin apartar la vista de la carretera. En la primera curva, Escorpión desaceleró notablemente y eso le dio la oportunidad a Randy de avanzarle. 

Velocità (Mafia Italiana #4)Where stories live. Discover now