16. Suegro

3.9K 315 19
                                    

16. Suegro

Diana Leone

—¿Te acuerdas de Marco? —le pregunté a Anna, mientras ambas nos sentábamos en el césped del instituto. No tardé mucho en encenderme un cigarro. 

—¿Cómo olvidar al chico que te trae loca? —rodó los ojos divertida— Sí, lo recuerdo, ¿qué pasa con él? ¿Ya os habéis acostado?

—No, aún no. Resulta que es virgen, ¿puedes creerlo?

Ella alzó las cejas sorprendida. 

—¿No dijiste que era mayor que tú?

—Ajá, diecisiete. 

—¿Es feo? —cuestionó— ¿O devoto religioso?

Sin poder evitarlo, solté una carcajada. 

—Oh, venga, tú también eres virgen y no eres fea ni religiosa. 

—Ya, pero vivo con una tía demasiado estricta. 

Hice una mueca. 

—Tienes un punto —solté una risita—. No, no es nada de eso. Como iba diciendo... Ahora somos novios. 

—Guao, ¿y sin tener sexo antes? Ya casi empiezas a parecerte a mí, Di. 

Estuvimos allí sentadas, riendo, hasta que el timbre sonó indicando el inicio de la siguiente clase. Resoplando, me levanté. 

—¿Tienes idea de qué clase me toca? —le pregunté a mi amiga. 

—Matemáticas, conmigo. 

—Oh, genial, así puedo seguir contándote sobre mi chico. Es tan lindo, en serio. 

—Vaya, gracias —me sobresalté ante la tercera voz, girándome para ver a Marco detrás mío. Estaba sonriendo y un sonrojo cubría sus labios. 

—Hola, cariño —sonreí, alzándome un poco para darle un beso rápido en los labios—. Mira, ella es Annabella, mi amiga. 

—Anna —le sonrió ella, extendiendo la mano. Mi novio se la estrechó en forma de saludo—. Tú debes de ser Marco. 

—Según mi acta de nacimiento, sí.

Mi amiga rió, dedicándome una mirada satisfecha, de esas que decían "me gusta este chico para ti". 

—Solo venía a darte esto. Es para la resaca —miré a Marco, que me extendía una pastilla todavía empaquetada—. ¿Te tomaste la que te dejé en la mesita de noche? —cuando asentí, sonrió— Muy bien. Esta te la tienes que tomar en una hora, te enviaré un mensaje recordándotelo. 

—Gracias —sonreí, volviendo a besarlo y guardándome la pastilla en el bolsillo—. No tienes que cuidarme, Marco, he pasado muchas resacas. 

—Insisto —zanjó el tema—. Ahora vete a clase o llegarás tarde. Adiós, Anna, un placer. 

—Igualmente —sonrió ella. 

Cuando Marco se alejó de nosotras, ambas soltamos un chillido de emoción. 

—¡Oh. Por. Dios!

—Te dije que era maravilloso. 

***

—¡Eso ha estado perfecto! —me felicitó Enzo, chocando los cinco conmigo cuando bajé de mi coche— Tu hija es una máquina, Leone. 

—Lo sé —sonrió mi padre orgulloso—. Realmente eres buena, Diana. 

—Es la mejor —una tercera voz nos hizo girarnos y sonreí ampliamente al ver al Capitano llegar a nosotros. Sus ojos no se apartaban de mí.

Velocità (Mafia Italiana #4)حيث تعيش القصص. اكتشف الآن