Me impresionó lo que ví. Todos se giraron a nosotros cuando Steve detuvo la moto. Hubo un enorme silencio hasta que se quitó el casco y saludó a todos con entusiasmo.

— ¡Hi!

Entonces todos le comenzaron a festejar, e incluso, le dieron una lata de cerveza cuando se bajó de la moto. Lo que despuntó la situación fue no haberme quitado el casco de inmediato. La atención se prolongó en mí, miradas curiosas y adversas. Estaba por saludar cuando un tipo soltó un comentario.

— Steve, no sabíamos que ya tenías pareja.

Fruncí el ceño. El rubio se aproximó a mi impidiendo que me quitase el casco, reacomodó mi cabello, lo único que estaba a la vista eran mis ojos.

— No había venido desde hace meses—respondió él dejándome consternado.

Nunca me había cuestionado mi apariencia. Me puse a pensar en lo que traía puesto, una sudadera blanca algo grande y unos vaqueros marrones... con tenis, quizás habían sido los tenis. El tipo que me había emparejado con Steve me escrutaba de pies a cabeza, como buscando algo fuera de lugar sin mucho éxito. El hombre ese era fornido y de la misma estatura de Steve. Yo era más delgado y bajito que Steve, de solo imaginarlo me estremecí.

— ¿Vas a competir o solo mirarás? —le dijo ese mismo a Steve lanzándole unas rodilleras, las cuales el atrapó en aire ágilmente.

Le dedicó una sonrisa febril y astuta que hasta a mí me hizo temblar. Lo miré y no se tomó ni un segundo para ponerse el casco de nuevo, ese gesto fue suficiente para aceptar. No tenía ni idea de lo que se iba a tratar, no me bajé ni un segundo de la motocicleta. Steve se montó de nuevo comenzando a jugar con el motor a modo de reto.

El tipo cuadrado aventó su cigarrillo y con una señal le trajeron su vehículo, una mujer de deslumbrantes atributos le dio un casco para luego mirarme con repudio y superioridad. No hice más que alzar la ceja. El tipo y demás se subieron a sus motocicletas, las cuales lucían reverendamente imponente a comparación de la de Steve. Sentí la contagiosa adrenalina y temor del rubio, me miro por el rabillo y con los ojos me dijo que todo estaría bien.

No me restó más que confiar.

De un momento a otro arrancaron para salir del callejón a una calle más amplia, botes de basura incendiándose al mismo tiempo que le daban un ambiente de peligro a la ocasión. Estaba marcada una línea mal hecha con pintura roja, todos se posicionaron al ras. Era una especie de barrio de mala muerte, así decimos en mi rancho, yo alcanzaba a notar muchos hombres con alcohol o un cigarrillo en mano, en total, había siete motos en línea, todos con sus sexis compañías detrás, y yo podría catalogarme como una, pero solo era un niño confundido con una joven muchacha ¿en qué cabeza cabe? No sé qué pasaba en la mente de Steve, pero nada sensato dentro, lo juro. Malandros, esos eran malandros, y me extrañaba mucho que Steve tuviera conexión con ellos, recuerdo la plática con Paulo.

De pronto me enmudezco cuando una botella de alcohol es lanzada en la pared de la esquina de inicio.

— ¡Bienvenidos al rincón de las apuestas!

Los ojos se me salieron y me aferré al cuerpo de Steve. Era insensato, sí, pero no le omitía lo increíble. Todo el recorrido estaba marcado por el fuego incendiándose en enormes botes colocados en los costados de las calles mugres y corrientes. Nada que ver con la bella ambigüedad de mi pueblo. El fuego crujía en mis oídos, dimos una vuelta peligrosa y se avecinaba un obstáculo, una pared de llantas de más o menos medio metro de altura, el cuerpo de Steve se tensó y fue el primero en saltar ese muro con éxito. Sonreí y me atreví a mirar atrás, dos motos no lo lograron. Extrañamente me alegre. El resto de la calle fue a costa de velocidad hasta que fuimos a dar a la carretera más tenebrosa y fría que he conocido. Se acabó la luz de fuego y estábamos a la intemperie. Confíe en que Steve sabía lo que hacía cuando llevó la velocidad al límite y entramos de nuevo a las calles de ese barrio, el fuego volvió a la acción. Fueron solo momentos donde perdí la noción del tiempo y Steve había sido el primero en cruzar la línea de meta.

El Gran Varón ||R u s m e x||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora