10. Nuevas experiencias.

648 64 2
                                    

La calidez de su boca empezaba a sentirse habitual cuando Crowley decidió aferrarse al cuello de su ángel.

Aziraphale abrazó la espalda del demonio y dejó que sus lenguas se juntasen en sus bocas. Se sentía adicto. Era una sensación nueca para él y tendría que acostumbrarse a tenerlo tan cerca. Y a tener tantas ganas de tenerlo así.

Jadeó en la boca de Crowley cuando este se separó de sus labios. El demonio puso sus rodillas a los lados de las caderas de Aziraphale. Con una mano se apoyó al colchón y con la otra le levantó la barbilla al ángel y lo obligó a mirarlo a los ojos.

— ¿Estás seguro que quieres esto...?

Aziraphale asintió al instante, sintiéndose algo nervioso. Sí, quería eso. Y quería más.

— Palabras, ángel —le susurró el demonio, casi pareció un siseo es un oído. Un escalofrío recorrió el cuerpo de Aziraphale.

— S-sí —susurró él.

Crowley sonrió levemente y besó los labios del ángel una vez más. Cuando se cansó de verlo tan relajado, decidió sorprenderlo besando su cuello.

Aziraphale emitió un leve y agudo gruñido de sorpresa y puso sus manos en los hombros del demonio.

Crowley besó el cuello de su ángel y puso sus manos sobre su cintura, apretando los dedos en su piel. Se moría por quitarle la ropa.

— Creo que podemos saltarnos... —empezó a hablar Aziraphale mientras Crowley abandonaba su cuello unos momentos— el proceso humano de quitarse la ropa.

— ¿Hmm? —Crowley lo miró a los ojos. A decir verdad, no había estado escuchándolo mientras imaginaba lo que iba a pasar.

Aziraphale chasqueó los dedos y la ropa desapareció. El ángel puso la cabeza plana sobre el cojín, avergonzado de mirar tan descaradamente hacia su demonio.

— Buena idea, angelito —susurró Crowley— Pero pareces muy nervioso como para desear algo más.

Crowley sabía que Aziraphale tenía que pensarse bien las cosas. No era impulsivo como él. El ángel tenía que procesarlo todo. Crowley también, de hecho, pero él podía dejar sus deseos de placer opacaran toda posible preocupación.

— Mmh... no es eso... es que... no sé...

— No me digas que no sabes qué hacer, no te creo —el demonio se tumbó al lado del ángel boca abajo, lo miraba juguetón. Puso sus manos en su barbilla y se quedó observándolo. Intentando evitar mostrar su deseo por la desnudez de Aziraphale.

— ¡C-claro que sé cómo se hace! —susurró Aziraphale— S-solamente... no sé cómo los humanos procesan tantas... emociones así de golpe.

Crowley sonrió.

— Ya —dijo él— Supongo que son un poco como yo. Que primero actúan y luego piensan. Y se quedan horas y horas hablando en la cama.

— A-a mí esto me gustaría hacerlo antes —dijo Aziraphale.

— Lo sé —susurró Crowley— Tómate tu tiempo. Igual que te lo has tomado para desnudarnos —rio. El demonio no esperaba tal rapidez.

— Uhm... b-bueno. Sí. Está bien. ¿Cuáles eran tus planes...?

Crowley levantó una ceja.

— ¿Mis planes? Creo que me citarías todos los pecados que he cometido si empiezo a decir qué tengo en mente —sonrió.— No te preocupes, se me da mejor actuar que hablar.

Aziraphale lo miró.

— ¿Entonces...?

— Entonces quédate quietecito, ángel. Deja que yo me encargue.

Aziraphale suspiró. Crowley se atrevió a mirar su cuerpo directamente. El demonio sintió más excitación que nunca. Incluso, a pesar de ser un demonio, sintió que estaba siendo más perverso de lo normal.

Crowley le dio un casto beso en los labios a Aziraphale. Luego bajó sus labios a su clavícula. Las manos del demonio viajaron a las caderas del ángel y le dio un apretón que causó un escalofrío en Aziraphale.

Besó su cuello y lentamente bajó a su pecho. Sus amarillos ojos se clavaron en la nerviosa mirada de Aziraphale.

— No voy a hacerte daño, no me pongas esa cara de susto —se burló Crowley.

El ángel estaba teniendo un debate interno. Le preocupaba... ¿qué le preocupaba? Si estaba con Crowley no tenía nada por lo que preocuparse. En ese preciso instante se dio cuenta de que no era necesario pensar en eso. Sería mejor... disfrutar de la experiencia. Dio un largo suspiro y miró al demonio, que besaba su vientre y sus manos bajaban a sus muslos.

— Adelante, Crowley, haz lo que quieras. Que después me toca a mí —susurró con una leve sonrisa. Estaba satisfecho consigo mismo por ser un poquito egoísta y querer disfrutar por una vez de algo que hacía él y para él, no para los demás.

Obviamente, Crowley no estaba en ese grupo de "los demás". Crowley era especial. Él siempre tenía un rincón en el corazón de Aziraphale.

— Oye, no me dirás que explusas agua bendita o algo así ¿verdad? Preferiría no morir en el intento.

Aziraphale se alejó de sus pensamientos y miró a Crowley.

— N-no, por supuesto que no. Aún más sabiendo que... estás tú.

Crowley sonrió levemente.

— Mírame, ángel —susurró el demonio mientras se atrevía a sujetar su miembro, que estaba semierecto.

Aziraphale inhaló y luego suspiró. Miró a los ojos del demonio.

— Si quieresss que pare, dímelo —susurró, el siseo en su voz cada vez más claro. Las pupilas de serpiente de Crowley le ocupaban casi toda la retina. Aziraphale se quedó hipnotizado, viendo y sintiendo como el demonio lo acariciaba lentamente. El hormigueo entre sus piernas creció y supo que había hecho bien en ponerle genitales humanos a su cuerpo. ¿Cómo iba a desperdiciar esa oportunidad?

— No pares —susurró Aziraphale cuando la muñeca de Crowley empezó a subir y bajar. El ángel cerró los ojos y gimió muy flojo. Sintiéndose avergonzado y a la vez... se sentía tan bien.

Crowley lo tocó, notando como se ponía aún más duro. El demonio sonrió satisfecho mientras lo acariciaba a un ritmo medio, suave pero constante. Su mano libre la usó para acariciar el muslo del ángel.

— Angelito —susurró Crowley— Voy a pedirte que respires muy profundamente ¿vale?

Aziraphale lo miró con una expresión alarmante. Crowley puso los ojos en blanco.

— Confía en mí, te va a gustar.

Aziraphale tragó saliva. Suspiró y luego inhaló aire con fuerza. Reposó la cabeza recta sobre el cojín y... y... sus pensamientos dejaron de fluir con regularidad.

La lengua de Crowley sobre él le quitó todo pensamiento racional que pudiese llegar a tener. Aziraphale suspiró otra vez intentando controlarse pero al cabo de unos segundos ya estaba jadeando.

Para rematar la situación, Crowley era todo menos silencioso. Humedeció su miembro a base de lamerlo como si no hubiese un mañana.

Aziraphale nunca había pensado en lo útil que podía ser la lengua del demonio.

Crowley sujetó la erección de Aziraphale con una mano y se lamió los labios.

— Disfruta, angelito. Cortesía de Anthony Crowley.

Y se lo metió en la boca.

Love of my life || Crowley x Aziraphale || Historias y One Shots || +18Where stories live. Discover now