6. Tenemos que hablar.

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La comida del Ritz sabía mejor que nunca esa noche.

Aziraphale y Crowley cenaron con lentitud, disfrutando de cada plato y hablando de temas superficiales, como siempre solían hacer. De hecho, parecía que no hubiese pasado nada malo entre ellos. Como si no hubiesen estado alejados y enfadados mutuamente durante tres días. Todo parecía normal.

Pero no era como siempre. Las miradas, incluso los leves roces al coger algo de la mesa, al gesticular hablando... había algo diferente. Y ese algo se debía a la soltura que tenían ahora para hablarse. Al saber que sus sentimientos eran correspondidos.

Algo tan simple y humano como hablar era lo único que necesitaban todo ese tiempo.

Porque sí; hablaban de sus deberes como seres sobrenaturales, de la situación del Cielo y el Infierno, de los demás ángeles y demonios. Pero de ellos mismos ¿nunca?

Todo lo que sabían uno del otro era por deducciones. No hacía falta ser muy inteligente para darse cuenta que Aziraphale amaba leer, y que a Crowley le gustaba la música clásica, e incluso dormir, cosa que había nombrado alguna que otra vez delante de Aziraphale. ¿Lo demás? No se lo decían.

El problema de todo había sido mala comunicación.

Crowley llevaba viviendo en el Bentley ya más de un año y no se lo había dicho a nadie, Aziraphale había visto las plantad en el coche pero no había preguntado. Probablemente el demonio había pasado el confinamiento en el coche y ahí se había quedado.

Aziraphale, en cambio, era más de temer pedir ayuda. Cuando llamaba a Crowley, era una situación desesperada de verdad.

Y eso no era algo nuevo, siempre había sido así; mala comunicación. Su relación, para empezar, había iniciado con Crowley sin saber los Planes de Dios, después con Aziraphale pensando que Crowley se chivaría de sus mentiras, muchos años atrás, Crowley ni siquiera se había molestado en hablarle del sabueso infernal a Aziraphale hasta el momento en el que tenía que llegar, no había nada qué decirse entre ellos. Y, para que ocultarlo, eran tontos. Después de milenios conviviendo con humanos, aún no se habían percatado que hablar era la clave de todo. Seguían en suma inocencia.

Solo hace falta ver cómo Crowley pensaba que con un beso todo se arreglaría. Muchas películas pero poca realidad.

Estaban hechos el uno para el otro pero no había forma de comprobarlo, porque no hablaban.

Así que las palabras que debían haber sido pronunciadas muchos siglos atrás, lo fueron allí, en el Ritz.

— Tenemos que hablar, Crowley —dijo Aziraphale.

El demonio lo miró sujetando una copa de vino y dio un corto suspiro.

— Supongo que sí.

— Hablar de nosotros —pronunció Aziraphale.
El ángel parecía ¿asustado? Una incertidumbre le cubría el rostro. Como la primera vez que a un niño le encargan una tarea importante que nunca ha hecho. Se sentía responsable por lo sucedido, a la vez que extraño, por tener que hablar de sí mismo.

— Esto debería haber pasado hace mucho tiempo, ángel —dijo Crowley.

Aziraphale lo miró mientras el demonio daba un sorbo de vino y dejaba la copa sobre la mesa, levantó la mano para pedir la cuenta.

— L-lo sé —el ángel de verdad estaba asustado. Sin motivo. ¿Por qué temer al rechazo si sabía que Crowley lo amaba? No... no temía al rechazo, temía... a... sus sentimientos. Sí, eso era. Sentía que estaba pecando cada vez que estaba junto a Crolwey.

Y Aziraphale amaba ese pecado.

Ahora había renunciado al Cielo, tendría que vivir con eso. Si lo dejaban en paz, seguiría siendo un ángel, ni siquiera se molestarían en anularle los milagros.

Un camarero llevó la cuenta y Aziraphale puso la mano sobre el papel. Sintió una calidez que le hacía temblar el corazón. Ladeó la cabeza. La mano de Crowley estaba sobre la suya, las gafas de sol del demonio estaban un poco más bajas que siempre y podía verle los amarillos ojos.

— Ángel. Pago yo. Y luego hablamos. En privado —dijo él. Crowley sabía que era duro para Aziraphale.

En el fondo, lo era aún más para él. Su corazón había latido por ese ángel durante milenios con más intensidad que lo había hecho jamás el de Aziraphale.

Crowley estaba fuertemente enamorado de Aziraphale, pero este último se había enamorado primero. De todas formas, se amaban, y eso era lo único que importaba.

— Está bien —respondió Aziraphale y dejó que Crowley pagara con un dinero que a saber de dónde había sacado.

Los dos salieron del restaurante, habían estado casi tres horas allí. Pero no habían hablado en serio. Se metieron en el Bentley y se quedaron en silencio.

— Podríamos ir a tu apartamento —dijo Aziraphale— Siempre vamos a la librería.

Crowley miró a Aziraphale. Se sacó las gafas y las dejó en la guantera del coche, junto a las demás de repuesto.

— No hay apartamento.

— ¿Qué? —el ángel de verdad estaba sorprendido.

— Fue hace un par de años. Después de que casi se acabara el mundo. Me lo requisaron los míos.

Aziraphale se aguantó la respiración.

— ¿Pasaste el confinamiento en el coche?

Crowley alzó una ceja. ¿Eso era lo que más le preocupaba al ángel?

— Sí —susurró. Los dos habían hablado por teléfono un par de veces. Pero Crowley durmió hasta mediados de julio, así que no habían concretado mucho sus situaciones.

— ¿Por qué no me lo dijiste? —Aziraphale lo miró y en sus ojos había preocupación. Decepción consigo mismo por no haberlo preguntado antes.

— No era... necesario.

Crowley abrió el coche.

Aziraphale lo miró de reojo.

— Sí que lo era —su voz parecía una súplica.

— No te preocupes, angelito —la voz del demonio sonó mas suave de lo normal. De verdad le preocupaba que Aziraphale se preocupase. Menudo embrollo, eso parecía muy humano.

— Vamos a la librería. Está lloviendo —dijo Aziraphale al cabo de unos minutos.

Los cristales del coche tenían pequeñas gotitas de lluvia.

Crowley gruñó como asentimiento y aceleró. No un poquito. Aceleró al punto de ir casi a cien kilómetros por hora.

Aziraphale se contuvo el grito que casi le sale de su garganta.

— ¡No vayas tan rápido, vas a matar a alguien! Con lo bien que habías ido yendo a cuarenta. —dijo.

— Vamos, angelito, ya sé que no te gusta la velocidad, pero ahora tendrás que cogerme el ritmo.

Love of my life || Crowley x Aziraphale || Historias y One Shots || +18Hikayelerin yaşadığı yer. Şimdi keşfedin