Capítulo Tres:

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—Ve arriba—ordenó Andy a Hazel—. Si robaron las cosas de Leo necesitara tu ayuda. Yo no sirvo en el aire.

Hazel la vio. Y Andy no la culpaba desde que habían vuelto al barco después de que su hermano y amiga cayeran al Tártaro, la hija de Poseidón no hacía más que ver mal a Nico y hacer el ambiente más tenso.

—¿Estás segura?—preguntó aún con mucha duda en su voz.

—Ve, yo me encargo de él—vio a Nico acostado aun gimiendo en el piso—, no sería la primera vez.

La morena asintió y salió a cubierta para ayudar a sus amigos. A los tres minutos de que Hazel se había ido Nico abrió los ojos siendo Andy la primera persona que viera.

—¿Estás bien?—preguntó Andy al verlo.

—¿Qué pasó?

—Un ataque, no es gran cosa—lo dejó sentarse—. Te golpearte muy fuerte ¿seguro que estás bien?

Andy tomó su mano. Nico apretó un poco el agarre y asintio.

—¡Andy!—vieron entrar a Hazel y Frank al comedor pero ambos se detuvieron al ver a los chicos tomados de la mano.

—¿Qué pasa?

Andy ayudo a Nico a levantarse esperando la respuesta de Hazel.

—Leo y Jason siguieron a los enanos—informo Frank.

—¿Piper y el entrenador?

Salieron a cubierta viendo a Piper y el entrenador viendo a un lugar (seguro por donde Jason y Leo se habían ido). Al verla Piper les dijo como es que no pudieron ver el ataque.

—Tranquila, confío en Leo—le dijo Andy—. Llegaran pronto.

Había tomado más tiempo del que Andy esperaba pero cuando vio a Jason y Leo llegando al suelo de cubierta con todas las cosas Andy abrazo al moreno.

—Qué bueno que regresaron ambos—dijo viendo a Jason

El asintió tranquilo de verla más contenta. Leo coloco todo en su lugar, entregando la daga de Piper a su respectiva dueña. Les habló como fue que pudo recuperar todo y lo que les ofreció a cambio.

—Es una grandiosa idea—felicito Piper.

—Espero que si sirva de algo—dijo Nico—. Ahora debemos irnos.

El trayecto fueron solo pocas amenazas atacando el Argo II.
Andy le tocaba el turno de noche junto a Hazel, Nico y Leo, mientras los demás dormían. Camino hasta poder ver el paisaje nocturno de las montañas cuando sintió como alguien se acercaba a ella.

—Gracias por lo de esta mañana—Nico se acomodó a un lado de ella.

Andy sonrió un poco.

—No tienes que agradecer, para eso estoy.

—Pensé que me odiabas.

Andy lo vio sorprendida. Ella no lo odiaba, solo estaba resentida con todo lo que ha pasado a su alrededor, le mintió, perdió a su hermano y a su amiga y aún así ella lo seguía amando.

—No te odio, Nico—se apresuró a decir—. Tan solo he pensado que hay más en el mundo de que preocuparse. Mi hermano sigue en el Tártaro con Annabeth y todos aquí me tratan como si estuviera loca o fuera una niña de cristal ¿Cuantas veces tengo que repetirlo?

Nico tomó su mano y Andy le sonrió.

—Gracias Nico.

—¿Por qué?

Andy se recargo en su hombro viendo el paisaje aún más cómoda y tranquila. Las estrellas brillaban en el cielo y la paz que tenían en ese instante parecía eterna.

Los Hermanos Jackson: La casa de HadesWhere stories live. Discover now