My Anna

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En el auto prevalece el silencio. Vegas respira acompasadamente mientras mantiene los ojos cerrados. Solo piensa en su hija, en llegar y verla, tomarla entre sus brazos y apretarla contra su pecho, respirar el suave olor que sus cabellos deben tener. Piensa también en Pete, en cómo reaccionará ante la nueva situación. Korn y Top estaban en los asientos traseros, ambos concentrados en un documento en el tablet del mayor. La fundación se hizo visible y el auto de detuvo justo en la entrada. Vegas se sentía ansioso, sus manos sudaban y las apretaba a la vez.

– Vegas, hijo, ahora vamos a salir y vamos a encontrarnos con la manager, ya he contactado con ella y sabe un poco del motivo de nuestra visita.– la voz del mayor sonó suave a oídos de los demás, fue un calmante para Vegas.

Media hora después, Todos salieron de la oficina de la mánager con nuevos rostros, un documento oficial y varias fotos. Los mayores dejaron a Vegas solo para que se encontrara por fin con su pequeño retoño de amor. Por fin.

Era un ambiente tranquilo y acogedor. Kornwit Theerapanyakul,  con una mirada triste pero esperanzadora, caminaba nervioso por los pasillos de la fundación. Sostenía una fotografía enmarcada de su hija  de tan solo 3 años.

– Anna, mi pequeña.– susurró entre lágrimas mientras acariciaba el rostro de la bebé en el cristal de la foto.

Vegas llegó a una puerta con el rótulo "Sala de juegos". Respiró profundamente y la abrió con cautela. La sala estaba llena de niños jugando y riendo. Sus ojos buscaban desesperadamente a su hija.  Los nervios estaban a flor de piel y su frente sudaba, no sabía si llorar o reír o ambas.

De repente, una niña pequeña con cabello oscuro y ojos brillantes se acercó a Vegas, sosteniendo un osito de peluche.  ¡Oh dios mío! La niña es una preciosidad, es tan parecida a su Pete, pero también tiene mucho de él y de Macao, y, ¿¡por qué tenía la nariz de Kinn!? Esa era su hija, sangre de su sangre, una parte de sí mismo que fue arrebatada injustamente.

– ¿Tú eres mi papá?– la pregunta de la niña lo dejó sin palabras. Inmediatamente las lágrimas hicieron aparición y las piernas no aguantaron su peso. Vegas cayó de rodillas llorando, riendo y asintiendo.

– Sí mi amor, sí, yo soy tu papá. Soy Vegas.– la niña dejó caer su peluche y corrió a su encuentro, terminando en los brazos de su padre en un abrazo fuerte y lleno de emociones. Ambos, padre, e hija llorando.

– Te extrañé papi, mucho.– ¿Cómo es posible? ¿Sabía de mí? Esos son los pensamientos que transitaban por la mente de Vegas en ese instante.

– ¿Sabes de mí?– Vegas estaba consciente, de que, como él, la niña tenía una inteligencia superior para su rango de edad, sus documentos lo decían. Pero, de todas maneras, cómo podría saber de él, de su existencia.

– El doc Sam me habló mucho de ti, siempre, de ti y de Papi Pete.– y bueno, Vegas respiró profundamente sorprendido.– él decía que ustedes estaban en un muy largo viaje y que pronto vendrían por mí. Me habló de que eras un hombre hermoso y alto, y tenía razón, eres muy lindo.– el mayor no puso evitar reír, besó toda la carita gordita de su bebé y sus cabellitos con aroma a shampoo de bebé, fragancia floral.

– Ya estoy aquí mi amor, volví, nunca más te dejaré sola, papi Pete, tampoco, él te espera ansioso en casa, el tío Macao también y Venice también. Todos de amamos mi vida. Te lo prometo.

– Te amo papá.– la niña sollozó.

– Yo te amo también mi hermosa bebé, muchísimo, no imaginas cuánto.

Los cuidadores y niños observaban la escena con suma ternura, los niños deseando tener una familia a la que pertenecer. Se alegraban de que la pequeña Anna, el sol de la fundación, se encontrara por fin con su familia.


El encuentro con el abuelo Korn fue también emotivo.

El abuelo Korn, un hombre de cabellos plateados y arrugas marcadas por el paso del tiempo, y las pérdidas sufridas, caminaba con Top por los pasillos, yendo a encontrarse con Vegas y su preciada niña. Sus ojos reflejaban el anhelo por conocerla. La vio justo antes de llegar, cuando Vegas salía con ella en brazos. La distancia se acortó y Korn temblaba. Vegas puso a la niña en el piso y la animó a encaminarse hacia el anciano

El abuelo Korn, entre sollozos, acarició suavemente el rostro de Anna, como si quisiera asegurarse de que era real. Sus manos temblorosas recorrían cada línea de su rostro, cada rasgo que recordaba de su sobrino, el padre de Anna. Sorprendentemente también tenía rasgos de Kinn, y Khun, incluso Kim, pero sobre todo de Pete, era tan parecida a él. Sentía una mezcla de alegría y tristeza al verla, pero sobre todo, sentía un amor inmenso. Finalmente la niña estaba en sus brazos.





Ahora solo faltaba Pete...

La Sangre De La Mafia [KinnPorsche]Where stories live. Discover now