Capítulo 5.

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Tom Kaulitz.

La mañana se basaba en preparativos para el solsticio. Para mi buena fortuna mi madre se ha apiadado de mí y me ha dado pase libre por el solsticio de verano. Claro que siempre todo se había tratado de Stacy rogándole a mi madre que me deje salir para ayudar a la fogata tradicional. Era una fogata que habíamos hecho en nuestros años de formación en el instituto, todo había empezado como una fiesta normal y tranquila, a lo largo de los años se había convertido en la fogata tradicional de la que hoy todo mundo habla. Al principio solo éramos los del instituto “St Michael Catholic”, todo se pasó de boca en boca hasta que todo Chicago estuvo enterado de ello.

Mi madre, obviamente, no podía romper la tradición.

Stacy estaba aún más autoritaria que nunca, al parecer, esta vez iban a venir más personas que las demás veces ya que se ha extendido a ciudades vecinas y parientes de otros lugares, lo que solo significa una cosa; Stacy esta histérica. Podía escuchar sus palabras entre dientes maldiciendo el día en que se le ocurrió lo de la gran fogata, porque, así es, Stacy es la gran cabeza de toda esta cosa, de modo que debe de salir perfecto. 

Y nos había arrastrado a Georg, Gustav y a mí con ella.

Stacy nos estaba haciendo cargar una barra de aquí para allá y Georg estaba colérico, mientras ellos discutían sus puntos mi mirada se desvió por sobre mi hombro hasta un poco más lejos de la orilla, allí estaba ella con su libro de Drácula, un clásico debo decir, no es que me interese por la literatura clásica, pero me lo han hecho leer para mi clase de literatura años atrás. De algún modo ella ha aceptado mi invitación al solsticio de verano, no pregunten como ni porque solo lo hizo, y de algún otro modo ella acepto venir conmigo a la preparación de la gran fogata. Claro que no faltaron las preguntas de por qué nos escabullíamos entre las sombras de la casa hasta la puerta principal, por mi parte me ahorre la explicación de mi padre y su absurda prohibición a la que haría caso omiso, ¿Qué podría salir mal?, ella miraba sobre su libro a Stacy quien estaba en su mayor estado de euforia, y de repente me arrepentí de haberla convencido a venir, temo que ella hable con Stacy, quien esta malhumorada y lo estará hasta que sea la hora, y ella reaccione mal, ya lo veo venir.

Eloise dejo su libro a un costado donde la corriente no pudiera arrastrarlo hasta el fondo en uno de sus subí y baja de marea, y emprendió su camino hacia nosotros bloqueando el viento con pequeñas partículas de arena que de lo contrario chocarían con sus hermosos ojos. 

—¿De qué trata todo esto? —ella se coloca a mi lado apenas rozando nuestros brazos.

Ambos estamos observando a Stacy dando órdenes a Georg, de algún modo yo me salí de eso. Miro a Eloise de reojo, ella está remojando sus labios con su propia saliva ya que se han secado y empiezan a asomarse algunas grietas en esos labios rosa pálido. Algo dentro de mí se revuelve.

—Es un gran fogón que hacemos todos los años. —explico brevemente ya que no quiero arruinar ninguna sorpresa. Puedo ver el destello de sus ojos en el momento en que escucho lo que dije.

—¿Hablas de una fogata? —ella trato de disimular su emoción, pero su voz la delato. Yo asentí deleitándome de su expresión. Es hermosa, hablo enserio, hermosa en todos los sentidos existentes y por existir, interior y exteriormente. Bajo esa fachada de niña rica hay una niña inocente emocionada por una simple fogata. Adorable debo decir.— ¿Una real?

Vaya, ¿Cuántos tipos de fogata hay?

Me fue imposible no reír con aquellas palabras, ella frunció el ceño enfadada por mi reacción y pensó unos segundos antes de formular una nueva oración.

—Quiero decir, ¿Una con canciones y malvaviscos? —ouh, esto es adorable.

En realidad la fiesta se divide en dos partes, primero estaban los troncos ubicados en un gran circulo/ronda donde se sentaban -ya que yo no participaba en ello- a cantar y azar malvaviscos, la “real” -como dice Eloise-. Luego está la verdadera fiesta, donde hay alcohol, música ruidosa e insoportable, y todos bailan alrededor de la gran llama de fuego anaranjada, pero eso era demasiada explicación así que me limite a asentir.

Prohibida | tom kaulitz. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora