Prólogo

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Cuando Wakat te llama a la casa de Impa, normalmente solo pueden ser tres cosas. Uno, te han pillado cometiendo delitos y vas al calabozo, dos te asignan una misión de espionaje o algo parecido, o tres, se ha muerto alguien. Ese día, Jairo, nuestro protagonista, fue llamado a la casa de Impa. Jairo era un joven alto, si bien no corpulento, pero tonificado debido al entrenamiento al que le sometía Impa, ya que era su aprendiz. Tenía los ojos marrones y el pelo blanco níveo corto tradicional de los sheikah.

En ese momento se encontraba asaltando un campamento de bokoblins, cuando una flecha impactó un árbol cercano con un mensaje enrollado a ella, que decía:

"Por la presente, se le ordena que termine sus obligaciones de inmediato y se presente en la casa de la Maestra Impa, donde se le asignará una misión urgente" 

Terminó de ensartar un bokoblin y montó en su caballo para volver a Kakariko. Por el camino le asaltaban gran cantidad de pensamientos. "¿Qué necesitarán de mi? ¿Será el clan yiga?"

Cabalgando divisó los montes que rodeaban la aldea Kakariko, y al verla y darse cuenta de que estaba todo en orden, se tranquilizó un poco, si bien aún llevaba algo de nerviosismo. Se encontró con Paya, al la que saludó y empezó a contarle su situación.

- Que extraño, la abuela Impa nunca llama urgentemente si estás en misión, está claro que algo importante pasa - razonó ella.

- Eso no me ayuda mucho, ¿sabes?

- Bueno, lo que quiero decir es que tal vez se han dado cuenta de tu tremendo manejo de la espada y artes sheikah, y por lo tanto te han reclutado para alguna caza de monstruos de la guardia real o algo así.

- No soy tan bueno y lo sabes

- Quizás tu no lo veas y seas modesto, pero eres posiblemente uno de los mejores guerreros sheikah de la historia. Incluso la abuela dice que a este paso pasarás por superarla en habilidad.

- ¿En serio? Siempre me está diciendo que ella a mi edad ya dominaba la técnica de los clones ancestrales.

- Ella lo dice para que mejores, pero en el fondo la oigo decir que ya casi no le quedan cosas por enseñarte.

- Pues tendré que pulir las últimas técnicas que me enseñó.

- Eso mismo.

Se abrazaron y cada uno siguió por su camino. La relación de Jairo con Paya era muy peculiar, no tenían lazos sanguíneos, pero eran como hermanos, ya que se criaron juntos. Mucha gente que no les conociera pensaría que eran pareja, pero en realidad eran casi hermanos.

Se presentó a Wakat, y este le dejó entrar sin ninguna complicación. Probablemente tendría orden de dejarlo entrar al instante. Al entrar, hizo una reverencia a su maestra y se sentó de rodillas sobre un cojín.

- ¿Para que me requiere, Maestra?

- Ha llegado una orden real, joven pupilo. Los monarcas han sufrido varios atentados por parte del Clan Yiga, que ha estado reclutando monstruos tras la caída de Ganon. Por lo tanto, quieren reforzar la protección del castillo, y han recurrido a mí, pero claro, yo ya no soy quien era hace 110 años, así que te enviaré a ti, porque eres mi pupilo. E, indirectamente, mi sucesor. Los reyes confían plenamente en mí, así que también confiarán en ti. No es obligatorio que accedas, pero sería un gran deshonor que como sheikah te ofrecieran esta oportunidad y la desaprovecharas, teniendo en cuenta tu enorme potencial.

- Acepto los designios de sus majestades, maestra. No la decepcionaré.

- Así me gusta. Y ahora, si no te importa tráeme un té.

- Al momento, maestra.

Tras esta charla salió de la casa de su maestra, y se dirigió a su casa a preparar todo su equipamiento. Empezó a meditar lo que suponía ese nuevo trabajo. Viviría en el castillo real. Estaría prácticamente todo el día con los reyes. Si bien nunca había hablado con la reina Zelda,  al rey Link lo conocía desde hace tiempo y eran buenos amigos. Éste lo ayudó a matar un centaleón blanco que rondaba por las afueras de la aldea, y Jairo le regaló 5 flechas ancestrales para ayudarlo en su cruzada contra Ganon y el Cataclismo. 

Tras despedirse de todos los amigos y conocidos de la aldea, fue a ver a Paya, que se encontraba  practicando con una espada del vigilante. Al verlo dejó la espada y fue corriendo a abrazarle. Se separaron y le preguntó:

- ¿Es verdad lo que dicen? ¿Que te marchas?

- La verdad es que sí. Ahora ocuparé el puesto que hace 100 años Impa ocupaba: Consejero y Protector Sheikah de la Familia Real de Hyrule.

- Promete que escribirás cartas al menos una vez por semana, y que vendrás a vernos a menudo.

- Lo prometo. 

Se fundieron en otro abrazo, si bien este más largo. Al separarse, Jairo le dijo a Paya:

- Cuídate.

- Pero si eres tú el que luchará contra monstruos. Yo estaré aquí en la aldea apaciblemente.

- En eso tienes razón.

Ensilló su caballo y empezó a cabalgar hacia la Ciudadela Real. Nuevas aventuras le esperaban...

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Fin del prólogo.

Esta es mi primera historia, comenten si les gusta.

Gracias a todos por leerme.


Protector Real (The legend of zelda)Where stories live. Discover now