3. Tu melodia singular

126 29 8
                                    

No hay nadie para cuando llegan a la orilla de la playa. Mark sostiene su calzado en sus manos y puede sentir el agua acariciar sus pies superficialmente. Casi en un cosquilleo inocente que le da un poco de paz.

Los colores decoran el cielo. El rosa y amarillo pintan un naranja espectacular en el medio, que hace que la caminata de 10 minutos valiera la pena. Mark saca su móvil y toma una foto rápida del cielo, probablemente sea su nuevo fondo de pantalla.

—¿No es bonito?—pregunta, sentándose en la arena seca que tiene detrás.

—Es el mismo cielo que puedo ver en mi casa.

Mark niega. Donghyuck toma asiento a su lado aun con sus converse puestos, no tenia intensiones de meterse.

—No, en la playa siempre son más bonitos.

Donghyuck abraza sus piernas y coloca su barbilla justo en el espacio entre sus rodillas, observa el mismo cielo y se rinde aceptando su belleza.

—¿Hace cuanto no venias a la playa?

Mark imita la posición de Donghyuck y toma sus propias piernas antes de responder. Siente vergüenza cuando termina de calcular.

—¿Dos? Casi tres años.

Donghyuck tose, fingiendo ocultar su sorpresa. Frunce las cejas. Aprieta los labios y mira directo a Mark, buscando indicios de que mentía.

—Imposible, es cierto. ¿Por qué has tardado tanto?

Mark mira directo al mar. Ni siquiera él sabía porque se había tomado tanto tiempo para unas vacaciones, no ganaba mal y sinceramente tenía tantos días libres acumulados que ya había perdido la cuenta. Pero las pocas veces que salía de su casa a otro sitio que no fuera el trabajo probablemente sería a la casa de Renjun o Jaemin y Jeno.

No sabe cuándo su vida se había vuelto tan aburrida. Pero está bien, después se preocuparía por eso.

—Trabajo supongo—dice, porque es más fácil de explicar—¿Tú desde cuando no ibas a la playa?

—El verano pasado. Estuve con mi familia de viaje por la boda de mi hermana.

La filosa mirada de Mark se suaviza, recordando prontamente a aquella niña que alguna vez lo saludó desde su jardín mientras jugaba con muñecas.

—¿La pequeña Hyunseo se casó? No puedo creerlo, me alegra mucho por ella, amigo. Felicidades.

Donghyuck no puede ocultar su asombro. Mark lo sabe por la forma en que sus cejas se alzan sutilmente. El menor carraspea y sonríe finalmente.

—Si, Hyunseo no deja de presumírmelo sabes. Así que no le daré tus felicitaciones.

La risa estruendosa de Mark se escucha y se levanta entonces para meter los pies en el agua una vez más. Ya pronto oscurecería, pero nadie sabe que el agua es más caliente de noche.

—¿No piensas meter los pies ni siquiera? No te has quitado tus converse.

—Me gusta más estar seco.

Mark rueda los ojos. Se da la vuelta y disfruta del aire frio pegar contra su rostro, su franela olea con el ritmo del viento y su gorra está apunto de desistir si no la toma entre sus manos de una vez por todas. Mark toca el agua con sus manos y se siente como un niño que está aprendiendo a nadar de repente. Desliza la punta de sus dedos sobre el agua y entonces se da cuenta que la marea le llega hasta las rodillas.

—¿Quieres ir a cenar? Creo que hay un espectáculo esta noche—dice Mark cuando ya tuvo suficiente, corriendo hasta Donghyuck con alguna que otra gota cayendo de sus shorts negros.







Viaje para DOS | Markhyuck Where stories live. Discover now