𝙵𝚊𝚕𝚕𝚎𝚗 𝚏𝚘𝚛 𝙷𝚒𝚖

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(Corto nocturno) Mi HeadCanon de cómo Castiel se enamoró de Dean.

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Castiel sólo estaba familiarizado con su rol de ángel, era un guerrero designado por Dios, para servir al cielo y su propósito. Llevaba eones caminando por el mundo, y jamás había podido comprender del todo, los placeres humanos, aunque, secretamente podía familiarizarse con algo que podría acercarse a la "envidia" por ello.

Lo hacía cuestionarse cosas.

Nada que se le permitiera explorar internamente demasiado, sin que pueda considerarse peligroso o llamativo para los de su especie. Los ángeles no sienten, están para servir a su causa.

Y cómo tal, la suya era mantener a un simple humano vigilado.

Dean Winchester.

El hombre recto que sacó del infierno, la pobre alma desgraciada, que cargaría con un destino dolorosamente gigante sobre sus mortales hombros.

Llevar a cabo su deber como ángel, abrió puertas en su interior hacia sensaciones desconocidas.

¿Cómo una simple alma mortal podía ser tan brillante y hermosa, pese a todas las penurias de su vida?

En un parpadeo, Castiel se encontraba fascinado, y bajo la excusa de las órdenes que recibió, procuró satisfacer su intrépida curiosidad por el ser humano. Observándolo fijamente, por segundos, minutos, horas, días...

Era ridículo, e iba más allá de su labor de soldado, pero se encontraba incapaz de voltear, cuando el alma de Dean Winchester se encontraba cerca.

Atraído como un insignificante insecto hacia la luz, más brillante y maravilloso. En lugar de ser un ser celestial que cumple con las órdenes del cielo.

«Los angeles no sienten nada, esto es solo mi designio» se repitió como una especie de mantra para quizá, convencerse a sí mismo de que era normal tener dicha curiosidad por el hombre que porta el recipiente perfecto para Miguel.

La curiosidad estaba permitida hasta cierto punto. ¿Verdad?.

Un día en particular, Dean Winchester se encontraba sólo en una cafetería de paso. Su hermano Sam y él se habían dividido el trabajo, ganando así unos cuantos minutos libres, para conseguir un almuerzo.

Castiel, no apartó ni por un instante los ojos del humano, mientras lo observaba desde una distancia prudencial, en silencio, y completamente invisible para pasar desapercibido.

Una tarta de frutos rojos, provocó una sonrisa en el hombre, que Castiel juraba que podía escuchar los latidos de su recipiente comenzar a golpear con fuerza en su pecho. Cómo el galopar de una mancarronada de caballos.

El primer bocado, fue su perdición, el sonido gustoso, seguido de un suspiro y movimiento pecaminoso de cabeza, fueron un latigazo de calor ferviente directo en su columna vertebral.

Cuando un poco de crema se escurrió sutilmente de la comisura de sus labios carnosos. Castiel juraba que el aire se cortaba de sus pulmones con dagas filosas.

Dean tomó el vaso de leche que acompañaba a su tarta y le dió unos sorbos, siendo completamente ajeno a la curiosidad del ser invisible que lo acompañaba.

El movimiento de su garganta al tragar, era hipnótico, el pobre ángel experimentó un hormigueo por la suya, comparable a la descripción que una vez le dió un hombre sediento en pleno desierto de Yemen.

Pero en cuanto el humano relamió sus labios, y lamió su propio pulgar, con restos de la crema que accidentalmente recogió de su plato, el ángel ya se encontraba a una infima distancia física de su objeto de interés, siguiendo con suma atención cada movimiento, con sus penetrantes ojos ultramar, cuyo centro estaba siendo tragado por un agujero negro de lujuria.

Dean no podía verlo ni sentirlo, pero Castiel estaba prácticamente sobre él, observándolo fijamente a su lado.

Cada sector de su cuerpo prestado le daba una sensación de hormigueo por estar observando al blanco de su deber, y brevemente reflexionó que, quizá su recipiente estaba estropeado de alguna manera...

Dean Winchester lo estaba haciendo cuestionarse cosas, curiosamente similares a lo poco que él conocía por los escritos y los relatos mortales sobre la filosofía de las "relaciones humanas".

En un momento, el cazador giró su rostro hacia él, y se quedó muy quieto, aún sabiendo que era imposible que pudiera verlo. Estaba a tan sólo unos cuantos centímetros de su rostro y parecía que estaba mirándolo detenidamente.

A esta distancia podía oler lo frutal de la tarta, en su aliento, además del aroma natural y varonil del humano, que de la nada esbozó la sonrisa más dulce y cargada de cariño que vió en él.

Castiel entreabrió sus labios ligeramente sorprendido, experimentando lo que algunos humanos llamaban "paro cardíaco" y por lo cuál, también solía ser motivo de muerte.

"Sammy" llamó con su voz ronca, mientras levantaba su mano para hacerle señas al otro Winchester

Y por un instante, algo en el pecho del ser celestial se hundió. Nuevamente se preguntó si se trataba de algún defecto del recipiente que portaba, ya que, por alguna razón que desconocía, hubiera querido que Dean Winchester lo mirase y lo llamase con esa misma afectuosidad.

Y se encontró meditando sobre cómo sonaría su nombre pronunciado con el mismo cariño que el de su hermano menor.

Castiel se movió sin dejar de mirar al mortal, pero siendo consciente que Sam Winchester estaba tomando asiento junto a su hermano mayor para compartir los detalles del caso en el que estaban trabajando

Con una breve sensación amarga, finalmente los ojos ultramar abandonaron el rostro del cazador para observar por la vitrina del café, al cielo azúl.

Pensando que, por primera vez en toda su existencia.

“Sentía... hambre...”

”

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