𝙼𝚒 𝙼𝚞𝚜𝚊

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—... Eres tan bello como una de las esculturas de Miguel Ángel.- le habló un desconocido de voz ronca, interrumpiendo su estudio de repaso, mientras tomaba un pequeño descanso, en una banca en el espacio abierto del campus universitario, hasta tener su próxima clase.

Dean Winchester, acomodó sus lentes de montura ligera, en el puente de su nariz, apartando la mirada de los importantes apuntes de su clase de derecho romano.

—¿Nos conocemos?...-

—No, de hecho podría decirse que es mi primera semana en el campus después de unos meses ausente, no me gusta venir, soy Castiel Novak, estudio en la facultad de artes.-

Dean le dió una mirada un poco más contemplativa, dándose cuenta que el sujeto tenía un estilo sencillo, un conjunto mayormente compuesto por camisa de franela, jeans y zapatillas viejas.

Sin embargo debía admitir, que pese a lo desordenado que estaba su cabello castaño oscuro, y su desgarbada apariencia, el muchacho era increíblemente guapo y tenía unos hermosos ojos azules tan profundos y tranquilos, como el océano mismo.

Debió quedarse demasiado tiempo absorto en sus pensamientos y en silencio, porque no apartó su mirada del tipo, puntualmente sobre sus labios carnosos, que lentamente se volvieron una pequeña sonrisa divertida, con dientes blancos al descubierto.

—¿Me dirás tú nombre, futuro abogado?.-

—¿Cómo sabes que deseo ser abogado?.-

—Tu libro es sobre derecho romano.-

—Podría ser una clase optativa.- Dean contraatacó

—Podría pero no, ese manual de estudio es de la clase del profesor Dancy, mi hermano mayor tuvo clases con él, hace un par de años.-

—Simplemente podría gustarme el autor.- Dean se defendió

Castiel sonrió —Eso es cierto, pero no descubrí tu futura profesión por tu libro. Más bien fue tu personalidad y necesidad de ganar está discusión a cualquier costo, lo que hizo darme cuenta de ello.-

—Amigo, no me conoces.-

—¿Ya ves?.-

—Eso no prueba nada.- Dean gruñó

Castiel le dió una pequeña mirada divertida

—Esta bien, siempre consideré que las flores más hermosas deben tener espinas para poder defenderse a sí mismos de los curiosos de dudosas intenciones.-

—Como digas, Cass.-

Castiel volvió a sonreir

—¿Cuál es tu nombre?.-

Dean cerró su libro y volteó a mirar al sujeto

—¿Si te lo digo te irás?.-

—Eso depende, ¿Quieres que me vaya?.-

Dean estaba por dar una respuesta rotunda, cuando nuevamente sus ojos observaron los labios de Castiel, relamiéndose los propios instintivamente.

—Dean Winchester.- respondió después de algunos segundos en silencio

Nuevamente Castiel sonrió, y más radiante que antes.

—Es un placer conocerte, hombre justo y mi musa.-

Una pequeña sonrisa divertida tiró de los labios del futuro abogado

—Eres muy raro, ¿Lo sabías?.-

—Demándame.- Castiel bromeó

—Dame un año o dos y podré hacerlo.-

—Oh, pero en un año o dos planeo darte otro tipo de trabajo legal, tal vez uno que involucre papeles de matrimonio.-

Dean se sonrojó y se aclaró la garganta.

—Eso es muy optimista de tu parte ¿No crees?.-

—Culpable.-

—Eres imposible.- el futuro abogado negó levemente con la cabeza, con una genuina risa que Castiel encontró similar al ronroneo de un felino feliz.

Sonrió con un destello especial en sus ojos azules, indicando que finalmente había encontrado a su musa y su nueva razón de asistir cada día a la universidad.

Siempre y cuando Dean Winchester estuviera allí.

Siempre y cuando Dean Winchester estuviera allí

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