Culpable

418 67 33
                                    

—¿Qué hacemos aquí?—preguntó Rin dándose cuenta de que Sesshomaru acababa de estacionarse frente a la casa de sus padres.

—Lo mejor es que te quedes aquí, por un tiempo. 

—No puedo—se negó al instante. 

—Rin, no puedes estar sola—le recalcó serio.

—Sí, pero no…

La puerta de la casa se abrió revelando a la figura de Akina, la mujer veía con curiosidad al automóvil que acababa de estacionarse frente a la entrada de su casa.

—Baja, te están esperando.

La muchacha soltó un suspiro imperceptible sabiendo que aquello no era cierto, pero prefirió no contradecirlo. En silencio salió del vehículo y se enfrentó a la mirada acusadora de su madre. Los ojos de Akina relucieron con furia en cuanto la vieron.

—¡¿Qué haces aquí?!—ladró la mujer, apretando los puños a sus costados. 

—Mamá, vine a quedarme con ustedes…

—¡De ninguna manera! ¡Fuera! ¡Largo de mi casa!—la echo como si en lugar de su hija fuese el peor de sus adversarios.

Sesshomaru bajó del auto al ver la inusual situación que se presentaba. Aquello, en lugar de ayudar, empeoró el semblante de la mujer, quien no dudó en acortar la distancia y zarandear a su hija del brazo.

—¡Veo que no has perdido el tiempo!—dijo sacudiéndola con fuerza—. ¡¿Tanto te costaba salvar tu matrimonio, que no dudaste en convertirte en la amante de ese hombre?! ¡Me das asco, Rin, por tu culpa Kohaku está muerto!

La castaña sollozó ante aquella última frase dicha por su progenitora. En su cabeza comenzó a reproducirse aquella palabra que tanto empezaba a atormentarle:

CULPABLE

CULPABLE

CULPABLE

No podía pensar en nada más. Ella no había empujado a Kohaku, pero se sentía como si lo hubiese hecho. Y en el fondo reconocía que merecía ese desprecio, merecía todo lo malo que le estaba pasando…

—Basta.

De un momento a otro, Sesshomaru la había liberado del agarre de su madre, pero aquello no borraba sus crueles palabras.

—¡Vete de aquí, Rin! ¡Y no vuelvas!—siguió gritando la mujer, sin importarle que los vecinos pudiesen escucharla.

De regreso al auto, Rin no pudo hacer más que convertirse en un ovillo en el asiento de copiloto, mientras sus sollozos parecían aumentar en ritmo e intensidad. Sentía que se ahogaba, no podía incluso respirar.

—Déjame aquí—murmuró Rin, de pronto, cuando se habían alejado un poco de la casa de sus padres.

Sesshomaru hizo como si no la hubiese escuchado y siguió manejando sin darle explicaciones de a dónde la llevaba.

—¡Te dije que me dejes aquí!—gritó con sus ojos rojos, tratando de mover el volante del auto.

Afortunadamente, el albino pudo impedir que girase el volante a tiempo, de lo contrario, seguramente hubiesen tenido un accidente. Rin se dio cuenta de lo que estuvo a punto de hacer y bajó la mirada pidiendo disculpas repetidamente. No quería arrastrar consigo a la única persona que le había ayudado en ese momento, pero necesitaba estar sola, necesitaba… Rin no podía hacer otra cosa que pensar en lanzarse de un puente, quería acabar con su miseria, no soportaba un segundo más ese sufrimiento.

Sesshomaru parecía leer muy bien sus intenciones, por lo que se negó a dejarla en ninguno de los sitios que ella le indicaba con tanta insistencia. Sabía que Rin no estaba pensando con claridad, su mente estaba completamente nublada.

—Ya te lo dije, me quedaré con Kagome—insistió tratando de convencerlo, aunque en realidad desde la boda no había vuelto a hablar con la muchacha.

—Te quedarás en mi casa—soltó el albino su dictamen renuente a aceptar una negativa de su parte.

Cuando llegaron al departamento, Rin corrió a la habitación de sus hijas y las tomó entre sus brazos, apretándolas contra su pecho. El olor de sus pequeñas era como un calmante capaz de sosegar sus inquietantes pensamientos.

Sesshomaru la miró desde el umbral de la habitación, sintiéndose molesto por todos los problemas que aquella mujer acarreaba, pero a pesar de aquella avalancha de dificultades, sabía que si la dejaba sola sería ella la próxima en los titulares y se negaba a permitir eso.

Odiaba a Rin, mucho, pero no lo suficiente como para desear verla muerta.

[…]

Esa noche, cuando pensó que todos dormían, trató de escabullirse del departamento. Rin se acercó a la puerta e intentó quitarle el seguro para salir, sabía que sus hijas estaban en buenas manos y no quería dar más problemas, pero con lo que no contaba era que alguien más tampoco había podido dormir y estaba vigilante de que no cometiera ninguna tontería.

Rin pegó un grito cuando sintió una mano posarse sobre la suya, su corazón se aceleró y solamente pudo pensar en Kohaku. Pero al girarse no era el fantasma de su exmarido quien había venido a reclamar su alma como temió, en su lugar estaba Sesshomaru mirándola con reproche.

—¿Qué hacías?—le preguntó con su voz cargada de desaprobación.

—Te agradezco todo lo que has hecho, pero no quiero ser una carga para ti. Necesito buscar mi propia estabilidad, así que…

—La buscarás sí, pero no ahora—la cortó sin importarle que era lo otro que tenía para decir. 

—Sí, pero…

—Si realmente no quieres dar problemas como dices, vete a dormir. 

La mujer bajo la mirada, pensando en lo mucho que le gustaría conciliar el sueño, pero ahora cada vez que cerraba los ojos las pesadillas la asaltaban y se sentía tan culpable, que dormir se volvía un completo tormento. 

—No puedo—confesó en voz baja—. No puedo dormir. 

Sesshomaru asintió, de cierta forma, comprendiendo lo que le aquejaba, y tiró de su mano para llevarla de regreso a la habitación. 

Rin pensó en lo que sucedería a continuación y estaba a punto de negarse, cuando el albino la silenció. 

—Acuéstate—le dijo con su voz aparentemente indiferente. 

Una vez en la cama, la arropó con cuidado y se dirigió al otro extremo para ocupar un puesto a su lado. Rin sintió como la atraía hacia su pecho y la envolvía en sus brazos de una manera cálida. Cerró sus ojos sin querer ahondar en sus motivos para tal comportamiento, y en lugar de cuestionarlo, prefirió disfrutar lo que le otorgaba. 

Efectivamente, el sueño la alcanzó después de eso y se quedó dormida envuelta en los brazos de Sesshomaru…

Error | SesshrinWhere stories live. Discover now