Amantes

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La puerta de la habitación fue cerrada a duras penas. Entre besos y caricias se fueron desvistiendo mutuamente, el desespero estaba presente en cada una de sus manos, las cuales parecían nunca estar conformes de tocarse. 

Se entregaron a la pasión en aquel motel, uno que vieron de camino a la universidad, y al cual simplemente no pudieron resistirse. 

Necesitaban consumar aquella relación que recién iniciaba. Porque sí, aquel sería el inicio de noches fugaces cargadas de adrenalina y una entrega sin límite. La entrega de dos amantes. 

—Sessh…

Rin no era capaz de articular ninguna palabra coherente. Se sentía ida, perdida, entre aquella pasión desatada. Los dos se movían al ritmo de la necesidad que sentían sus cuerpos: más profundo, más rápido, más intenso.

Pero nada parecía ser suficiente. 

Necesitaban más y más del cuerpo del otro. Se besaban con desesperación, mientras sus partes se encajaban repetidamente. 

El sudor y los fluidos de ambos inundaban aquel colchón, el único testigo de lo que estaba pasando entre ambos. El mismo que sufría la fuerza y la rigurosidad de aquella vorágine de deseo. 

Cuando aquella atmósfera culminó, se vieron a los ojos por largo rato. Sus miradas estaban cargadas de palabras no dichas, pero que decidieron expresarse con un beso casto. 

Fue un beso tierno y sincero. 

Rin se quedó a dormir en los brazos de su amante y se despertó rodeada por ellos. Se sentía ligera y contenta, en esas horas compartidas, Kohaku parecía no existir en su mente. 

Simplemente, eran Sesshomaru y ella… y así lo sería por un tiempo. 

Rápidamente, aquel motel se convirtió en el nido de amor de ambos. Los encuentros empezaron a ser pactados e incluso alquilaban aquel lugar por muchas más horas. 

El tiempo juntos parecía ser insuficiente y necesitaban más horas de las que tenían a disposición. 

—Debo irme—dijo la joven, tratando de liberarse del agarre de su amante. 

—Rin, dile lo mismo del otro día, seguramente volverá a creerte. 

—No, no lo entiendes. Es un día especial, quedamos de…

—¿De qué?

El rostro del albino se transformó. No le gustaba la idea de que Rin pasará tiempo con Kohaku. 

—De vernos…

—¿Solamente eso? 

—Sí, es que hoy es nuestro aniversario de conocernos—confesó como si eso lo explicará todo. 

—¿Aniversario de conocerse? ¿Y cómo es eso? 

Rin se enderezó dispuesta a explicarle una larga historia de su niñez. 

—Cuando era niña tenía problemas para hablar—comenzó—. Me costaba pronunciar las palabras y los niños solían burlarse de mí en la escuela. Mamá me cambió varias veces de institución, hasta que dio con una donde finalmente me sentí cómoda. Ese primer día, cuando torpemente intenté presentarme ante el niño que se acercó a mí para saludar, no recibí las típicas burlas. Kohaku se mostró comprensivo y aunque seguramente no me entendió ni una palabra, hizo como si hubiese captado perfectamente cada una de ellas. 

Sesshomaru no supo qué decir luego de eso, era una historia que para Rin parecía tener mucho significado, además de que demostraba que la relación que tenía con Kohaku era demasiado antigua y profunda. 

—Hoy se cumplen doce años de eso. 

La castaña finalmente logró levantarse de la cama sin ningún tipo de impedimento. Su acompañante parecía ausente luego de su historia y no tenía idea de qué podía estar pensando. 

—Te prometo que la próxima vez me quedaré a dormir—le dijo acercándose a él y besándolo en los labios. 

Rin recolectó su ropa y se vistió rápidamente. Le dio una última mirada a Sesshomaru antes de acercarse a la puerta y abrirla para marcharse. 

[...]

Esa noche, Kohaku había decidido llevar a su novia a cenar a un nuevo restaurante. Lo primero que notó al verla, fue que no llevaba el anillo en su dedo. 

—¿Qué ocurrió con el anillo, amor? ¿Lo extraviaste? 

Rin se sintió descubierta al darse cuenta de que había olvidado volverse a poner aquella prenda. Solía quitársela cuando se veía con Sesshomaru, ya que a él parecía no gustarle. 

—No, amor. Me lo quité un momento cuando iba a ducharme, debí dejarlo en el baño. 

—Está bien, amor, no importa. Vamos—la invitó a entrar de su mano al restaurante. 

Luego de cenar y hablar de los típicos temas, Kohaku pensó que era el momento oportuno para pasar a la siguiente parte de la velada.  

La llevó a un muelle donde se encontraba un pequeño yate esperándolos. Por lo general, no hacía ese tipo de cosas, pero sentía que ese día era muy especial, además de que llevaba dos meses sin tener relaciones con su novia. 

—Es demasiado—dijo Rin cuando comprendió cuál era su plan para pasar la noche. 

—¿No te gusta?—se preocupó Kohaku. 

—No es eso. Solamente me preocupa el precio, ¿cuánto te costó esto? 

—No te preocupes, es de un amigo de mi padre. 

Una vez dentro del yate, Kohaku se dispuso a sacarlo del muelle. De niño su padre le había enseñado un poco al respecto y no era la primera vez que ponía en marcha uno. 

—No, déjalo. Preferiría que nos quedáramos en tierra.

—Pero la idea es disfrutar de un paseo. 

—Sí, pero…

—¿Qué pasa, Rin? Te noto extraña. 

—No, no es eso…

—Te conozco desde niños, Rin. Sé que estás mintiendo. 

Rin abrió los ojos desmesuradamente, sintiéndose descubierta. ¿Acaso Kohaku sabía que…?

—Ya no me miras a los ojos cuando me hablas—comentó su novio con pesar—, siempre das excusas para todo, cuando antes estar conmigo parecía ser algo que deseabas. La verdad es que no sé qué está pasando, pero puedo darme cuenta de que no es algo bueno. ¿Acaso ya no me quieres?

—No, Kohaku no es eso—los ojos de Rin se humedecieron—. Yo te quiero, siempre te he querido. 

—Inclusive ahora estás mintiendo. 

—No te equivocas, es la verdad. 

La muchacha se acercó a su novio para demostrarle que el amor que sentía era sincero. Posó una mano en la mejilla de Kohaku y se alzó para besarlo en los labios. 

El beso fue extraño, por más que su boca se movía en busca de sintonía, no lograba encontrarla. Aun así, se separó lentamente y le dedicó una sonrisa forzada:

—¿Lo ves? Te amo, eso jamás cambiará. 

Kohaku dirigió su mirada al mar, a aquel mar que se mostraba tan oscuro y desolado, justo como sus esperanzas de que las cosas con Rin durarán para siempre…

Error | SesshrinWhere stories live. Discover now