Dividida

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Rin se despertó al lado de Kohaku. 
La noche anterior, luego de intentar convencerlo de que seguía amándolo, se dio cuenta de que la única forma de hacerlo era despertando la pasión entre ambos. 

Se quitó la ropa delante de él y le pidió que la tomara. Su novio pareció dudarlo, hasta que accedió ante su insistencia. Rin se arrepintió poco después de que había iniciado el acto, ya que su mente no le estaba colaborando. 

Lo único que hacía cada vez que cerraba los ojos era imaginar que era Sesshomaru, imaginar que era él quien la besaba, que era él quien la tocaba, pero su imaginación no era lo suficientemente fuerte como para hacerle sentir las sensaciones que solamente él le provocaba. Porque no, Kohaku no era Sesshomaru…

Cuando finalmente lo entendió sus ojos se abrieron y se perdieron en el techo de aquel yate. Kohaku jadeaba extasiado mientras no dejaba de tomarla, sin darse cuenta de que su novia estaba muy lejos de ese lugar. 

Las lágrimas se formaron en los ojos de Rin y justo cuando Kohaku alcanzaba el orgasmo explotó en llanto. Un llanto que inmediatamente intento ocultar, pero que su novio pudo notar claramente. 

—¿Rin, qué pasa?—le había preguntado en aquel tono preocupado. 

No supo qué responder y simplemente salió corriendo al baño. En ese lugar tardó más de una hora, intentando contener sus sollozos. 

Su corazón se mostraba herido ante sus malas decisiones. Se había metido en un callejón sin salida y en su desespero por encontrar el camino de retorno, se estaba destruyendo a sí misma. 

Quería a los dos, aunque de maneras distintas. 

Kohaku siempre había sido su compañero, su amigo, la persona que estuvo a su lado cuando nadie más quiso. 

Sesshomaru, por otro lado, era alguien nuevo en su vida. No sabía exactamente qué esperar de él, y todo lo que le provocaba le daba pavor. 

Con Sesshomaru las cosas eran a otro nivel. Era adrenalina, era entrega, era pasión, pero también había descubierto que podía ser dulzura y amor.

Las horas a su lado pasaban tan rápido, que la mayoría de las veces se encontraba deseando poder detener el tiempo. Con él nunca estaba conforme, le gustaban sus abrazos y sus besos, le gustaba cuando la hacía suya o le susurra alguna palabra indecente. 

Tristemente, se había descubierto pensándolo la mayoría del tiempo y cada vez que lo veía en la universidad le sonreía como una tonta desde lejos. Él también le regalaba esa mueca que solía hacer, un amago de una sonrisa que solamente era para ella. 

Le había prometido que no tendría relaciones con Kohaku, mientras duraba lo de ellos, pero justamente ese día, había incumplido a aquella promesa. Era por esa razón que su corazón se mostraba tan triste, porque aunque su cuerpo y mente quisieron convencerse de otra cosa, su corazón estaba plenamente seguro de lo que sentía. 

Quería a Sesshomaru, aunque no podía tenerlo…

[...]

Sesshomaru había recibido un mensaje de Rin esa tarde. 

"Nos vemos en una hora, en el lugar de siempre"

Había alquilado la habitación y entrado justo a tiempo. No solían verse los días de semana, ya que la universidad muchas veces no se los permitía, pero sea lo que sea, parecía ser urgente. 

Pocos minutos más tarde, Rin abría la puerta. Lo primero que notó fue la manera en que rehuía a su mirada, aquel era el primer aviso de que algo no marchaba bien. 

Rin se mordió el labio con ansiedad antes de elevar su mirada y encararlo finalmente. 

—Kohaku está sospechando, lo mejor sería que no nos viéramos por un tiempo. 

Sesshomaru la miró fijamente, mientras entendía que su solicitud ocultaba más cosas de las que estaba diciendo. 

—Solamente será por un tiempo—agregó con desesperación la muchacha. De una forma egoísta no quería perderlo. 

—Me pregunto qué tendrás que hacer para convencerlo. 

Aquel fue el detonante para que la culpa explotará en el interior de Rin.

—Lo lamento—hablo con su voz temblorosa producto del llanto que estaba conteniendo. 

Sesshomaru negó, antes de cerrar sus ojos y mirar hacia otro lado. 

—Está bien, Rin—respondió lo más tranquilo que pudo—. Al parecer ya tomaste una decisión. 

—¡No!—se desesperó Rin ante lo que él estaba asumiendo. 

—¿No qué? 

—Yo… no es lo que piensas. 

—¿Entonces vas a negarme que te acostaste con él? 

Rin guardó silencio ante aquella pregunta. 

—Lo sabía—dijo viendo hacia la ventana de la habitación de aquel motel—. Supongo que fue una estupidez, pretender que no lo harías. 

—Lo lamento, no quise que…

—Basta, Rin—la silenció—. No quiero saber los detalles. 

—Por favor, déjame explicarte—se acercó rápidamente hacía él, mientras no podía dejar de llorar. 

—No tienes nada que explicarme. Es tu novio, Rin, lo sabes. 

—Sí, pero…

—Pero nada. Yo soy el que está sobrando aquí. 

—No, tú no…

Sesshomaru la alejo de su cuerpo y trato de dirigirse a la salida. 

—¡Por favor, no te vayas! 

—Mírate, Rin—la señaló—. Debemos parar con esto, te estás destruyendo y no quiero ser el culpable de eso. 

Se acercó únicamente para limpiar sus lágrimas, sus ojos se mostraban exageradamente rojos, producto de todo lo que había estado llorando. 

—Solamente espero que puedas ser feliz—le dijo un instante antes de depositar un beso en su frente y dirigirse a la salida nuevamente. 

—¡No te vayas!—gimió Rin con dolor aferrándose a la manga de su camisa—. Por favor, déjame demostrarte que soy únicamente tuya. 

—No lo eres, Rin—la hizo soltarlo y salió por la puerta dejándola sola en la habitación de aquel motel. 

Rin quería gritarle que sí lo era y que estaba completamente equivocado. Era suya, porque no podía entregarse a nadie más sin pensar en él…

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