35. Time.

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Eramos amigos y de vez en cuando nos confundiamos.

ASMODEO HELL

Una vez me quedé hablando con una amante por horas, pensando en cuál era el significado del amor y el por qué me costaba tanto tenerlo, porque sí, como un humano común, alguna vez tuve el deseo de casarme, formar una familia y cumplir todos mis deseos con alguien a mi lado.

Todos esos deseos los decliné cuando llegué al infierno, y me convencí de que era mejor estar solo a que tener una compañía venenosa, después, apareció Amunet haciéndome subestimar todo lo que podía sentir por una persona. Primero, se adueñó de mí cabeza, cada pensamiento iba a su nombre sin poder meditarlo. Después, fue por mi cuerpo, emboscando cada espacio y haciendo que sus caricias quedarán tatuadas, justo como huellas marcadas.

Por último, se adueñó de mi corazón y de mi ser, sabiendo que ahora ella estaba en la cima y yo andaba a sus pies porque seria capaz de todo por salvarla o tenerla feliz.

Sigue siendo complicado, me hago mil preguntas de cómo podré mantenerla segura a mi lado si lo de nosotros es un crimen para muchos, pero ha sido así con muchas parejas, así que sí la presento como esposa no quiero escuchar ni una queja.

Éstos días han sido liberantes después de tanto disturbio, hemos aprendido juntos a cómo lidiar con los dolores y los poderes de la oscuridad y hemos sabido como fusionarlos con nuestras almas. Justo ahora, después de una larga sesión de sexo y de batallar un rato juntos, nos acostamos y ella se durmió, más yo no pude porque me quedé como idiota viendo su cuerpo y su rostro.

Delineo la forma esculpida de su cara, analizo sus pestañas gruesas y sus cejas espesas, más la forma de sus labios que es lo que me hace estar adicto a todos sus besos.

No me contengo, no creo poder, así que medio le palmeo el rostro para que despierte y la beso con delicadeza, rozando nuestros labios y después profundizando un poco más cuando termina encima de mí.

—Estás desnudo —recalca con una sonrisita traviesa—. ¿Qué hizo, señorsito Hell?

Hace todo por provocarme.

—Una pelirroja loca se montó encima de mi y no me dio descanso en toda la noche —le limpio el cabello de la cara, admirando su cuerpo cuando está encima del mío—. Podrás imaginar lo agotador que fue.

Me hago el dramático, haciéndola reír.

—Oh, me lo imagino, ¿esa pelirroja quién es?, ¿debería preocuparme? —me saca una risa.

Le esparzo besos en el cuello, dándole más risas.

—Solo que está en el número uno en todo —acaricio su espalda, pasando mis dedos por las cicatrices que empiezan a desaparecer—. Nadie le podría ganar, y mucho menos quitarle el puesto. Siento que la amo.

—¿En serio?, ah, odio tener competencia —gira los ojos.

—Nadie le ganaría —presiono mis labios en su mejilla—. Significa todo para mí.

—Pensé que la odiabas.

—Todavía lo hago.

Murmura un pequeño "mmm" mientras entierra su nariz en mi cuello y pasa sus brazos detrás de mi espalda, abrazandome. No puedo decir que soy amante del contacto físico, pero el de Amunet es especial y es la excepción a todos mis patrones.

Reino Infernal [+21]Where stories live. Discover now