Reino Infernal [+21]

2. Dark Intentions

AMUNET ROMAN.

Sus ojos...

La atracción de ellos...

Quiero apartarle la vista pero me concentro en el amarillo que se oscurece con verme. Me detalla y no es una mirada normal, es una mirada de admiración, una mirada la cual comprendo porque también se la estoy dedicando. Despierta, me regaño por quedarme detallando hasta el último espacio de su pulcro rostro.

Mi corazón casi se sale de mi pecho al notar a los tres hermanos esperando por mi, no es por su belleza, sino por la superioridad que generan. Sus poses, sus portes elegantes, y los olores que desprenden de sus cuerpos a lo lejos se siente, es un olor peculiar, como oler sangre fresca con un toque rosal y masculino.

Cada uno tiene un perfecto traje negro con hilos de oro en la costura. Puedo notar que los tres hacen lo mismo que yo, y es observar, detallar como si lo que viéramos fuera una sorpresa irreal. Sin embargo, no es incómodo. Esto es nuevo para mí, nuevo para todos en realidad porque desde que sucedió la guerra que dividió al infierno que antes era uno, los demonios de inframundo no fueron bienvenidos en el infierno y lo mismo pasó con los infierno que no eran bienvenidos al inframundo.

No eres una demonia, Amunet. Me recuerdo para considerar que esto es normal entre nosotros. <<Soy una diosa>>, nadie está incumpliendo ninguna ley y por ello doy una respiración larga creyendo que esto no va a traer ninguna denuncia infernal.

Hay un peligro en la mirada de Asmodeo que puedo notar, la malvadez, la satisfacción y la lujuria son notables en su mirada. No finge, tampoco la oculta, está orgulloso de lo que aparenta su mirada. Sus ojos son como una tormenta de dos colores, hay un marrón claro, y un amarillo en combinación. Es una combinación admirable, atrayente.

Son altos, muy altos. Calculo que tienen más de cuarenta centímetros que yo. Aunque el más alto es Asmodeo. Su cabello es negro azabache, oscuro como la noche y algo que me sorprende es notar sus ojos dilatarse mientras ellos recorren todo mi rostro, como si quisiera ver hasta mis pensamientos.

Baltazo es diferente a sus hermanos. Su cabello es rubio, destellos dorados se asoman en él, su tez más blanca que parece porcelana delicada. Su color de piel me asombra, es demasiado blanco y le luce gracias a su cabello rubio oscuro que con la luz lunar se ve dorado y lo que más resalta son sus ojos celestes penetrantes. Él me mira con más detalle y esboza una sonrisa coqueta, arriesgada. Aquello no me asombra sabiendo la característica que lo define.

Baltazo quiere a las mujeres con solo el fin de poseerlas sexualmente como un cazador disfrutando a su presa. No lo juzgo, aquí nacemos con esos dotes o simplemente los creamos nosotros mismos, algunas características suelen ser maldiciones o condenas.