Reino Infernal [+21]

15. Lucifer Roman

AMUNET ROMAN

Quiero huir. Alejarme de él.

Romper cualquier lazo que he creado con esta familia.

Las consecuencias vagan por mi mente haciendo que sostenga mi cabeza entre mis manos, para después deslizarla por mi rostro y taparme con las palmas de ellas, espero que eso pueda ayudarme a recapacitar mejor las cosas y no tomar decisiones que van a afectarme en el futuro. Correción; ya están dispuestas a afectarme en el presente.

Ya hice una; apuñalé a Asmodeo en el pecho sin pensar qué conllevaría ello, con el desespero tomándome fue lo único que pasó por mi mente, dejarlo en el suelo mientras corría y qué conveniente, ¿no? Atacar al rey que no deja que siquiera lo miren mientras él no lo desea.

Tengo un choque con él cada vez más intenso; uno que me asegura las semejanzas que tenemos, lo cual, me pone a parpadear sorprendida, porque no quiero ser algo abominable como él.

Odio mi situación, todo lo que me rodea; la maldad queriendo llevarme con ella.

No lo permito, no me puedo dejar persuadir y convertirme en algo que no reconozca, debo ser inteligente y salir de esto sin tener algún daño colateral. ¿Cómo?, es la verdadera pregunta que me martilla la cabeza.

Miro el techo esperando a que me deje de doler el pecho como en este momento, pero no puedo; el dolor se instala y se cuela por mis huesos, haciéndome flaquear contra la vibración que me remueve y acelera mi ritmo cardíaco. Siento que algo no está bien, y cada vez que pienso más en ese mal presentimiento mi corazón se aprieta, haciendo que mis ánimos vayan al piso y caiga en ese ciclo.

Y ese ciclo consiste en pensar, pensar, y pensar contanstemente; en las cosas que hago mal, en las que considero que hago bien y en las consecuencias que habrán si sigo así, con mi mente estando en mi contra y buscando soluciones cuando no las hay.

Empiezo a caminar por la habitación sintiéndome incompleta con las cosas que atacan mi cabeza, no me siento bien en este momento y por ello llego a la conclusión de que algo malo está pasando en mi reino. Mi sien palpita haciéndome retroceder y el dolor que se cuela por mis venas para después recorrer mi sangre y penetrar mi alma... Me hace caer de rodillas al suelo con lo intenso que siento todo.

Veo, escucho, pero no proceso con claridad lo que pasa en mi interior, algo que nunca he sentido y se está desatando, lo cual en estos momentos me está ahogando; siento dos manos cerrarse entorno a mi cuello y sin opción alguna toso en busca del aire que ya no llega a mis pulmones.

El ardor en mi estómago se hace presente y las velas de mi habitación se apagan con el repentino revoltijo que afecta la brisa de la noche y la convierte en un remolino que destroza los vidrios de las ventanas con estallidos sonoros que me hacen cubrir mis oídos. Lucho por levantarme pero no puedo y no me rindo fácil pero en este estado no veo más opción que aceptar el que no puedo mover mis piernas.

Los vidrios llegan a tocarme y no me muevo, me aseguro de que si lo hago me voy a rasgar la piel con el vidrio amenazador y peligroso. Los ojos se me cristalizan en una nueva sensación que siento que me anda enterrando cuchillos en la espalda; esos cuchillos se retuercen y me hacen sentir la muerte cerca.

—¿Amunet? ¿Estás ahí? —Escucho la voz de Azael tras la puerta—. Amunet...

—Estoy bien —Es lo único que respondo, y es la respuesta más falsa que he hecho estando aquí.