Castillos en el aire

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Una semana transcurre rápidamente, Merlín solía pasar en su portátil todo el día hablando con algunos de sus conocidos, había aceptado un par de trabajos sencillos, no era mucho, pero consideraba un buen inicio. El tiempo restante se encargaba de ordenar un poco el pequeño espacio y tratar de tener algo de comer, con las compras que Arthur había hecho para ambos. 

No estaba acostumbrada a cocinar y había tenido que consultar con Ban para poder hacer algo decente, y aunque para ella sus platos dejaban mucho que desear, Arthur parecía estar conforme con el resultado.

-Te dije que no te esforzaras tanto- dice colocandole una curita en su dedo- También podrías esperarme para que te ayude con la cena, se usar los instrumentos mejor que tú.

-Y yo te dije que no quería ser una carga, además soy quien más tiempo libre tiene, no me molesta en serio.

-Bueno, creo que pronto tendremos que ir de compras de nuevo- medita el pelinaranja, al comer fuera cualquier chuchería que tuviera al paso, tampoco era muy experto en manejar los víveres.

-Puedes ahorrar un poco si me dejas ponerte algo de almuerzo.

-No, no es necesario que te molestes con eso- dice cerrando el refrigerador tras una breve inspección.

-Supongo que esto es igual de extraño para ambos.

-Si, eso creo- se acerca de nuevo a ella y le da un pequeño beso en la mejilla- Desearía poder ofrecerte algo mejor.

-No me debes nada, creo que ese tema ya está más que solventado- le reclama- Por el contrario, yo te compensaré todo esto en cuanto me sea posible.

-No es necesario, me basta con que estés bien- dice peinando su cabello- ¿No lo extrañas?

-No puedes extrañar a quien nunca se interesó en mí, y si te refieres al dinero… pues de cierta forma si, pero principalmente por que no puedo ayudarte aunque quisiera y eso me frustra.

-¿Y por eso quieres ser la esposa abnegada?

-Pues es lo que hacen en las películas- dice haciendo que ambos se sonrojen un poco.

-Que cursi eres Merlín.

-Cállate- dice tratando de patearlo mientras él la esquiva. Finalmente ella se lanza a su brazos- ¿Sabes que más hacen en las películas?- pregunta mientras roza sus abdominales por encima de su uniforme.

-Pues depende de qué películas estemos hablando- dice aceptando su provocación- Si es de esas que no pueden ver los niños, creo que se me ocurren muchas opciones, aunque pensaba que aún no estabas de humor para estas cosas.

-Creo que el rol de esposa abnegada me está gustando, además los niños ya se durmieron- dice señalando a Assa y a Marín quienes descansaban en el sofá, lado a lado.

-Ven- ríe un poco para luego cargarla hasta la habitación y cerrar la puerta tras ellos- Entonces, cómo he sido un esposo trabajador me reciben con una buena cena y también con un buen postre.

-Si, así es- dice mientras le sonríe y luego busca sus labios, Arthur la coloca en el piso y ella trata de soltar la cinta de su pantalón, notando la erección bajo la tela. 

Se mueven en el pequeño espacio hasta que sus piernas tocan el borde de la cama, las manos masculinas también desabrochan el jeans que ella usa, y lo desliza fuera de sus piernas, luego sus dedos regresan por su piel, hasta sus caderas, tomando los bordes de su blusa y tirándola hacia arriba. 

Mientras Merlín finalmente logra soltar el nudo y quitarle el pantalón. Se dejan caer sobre la cama y Arthur manda a volar su camisa. Sus cuerpos comenzaban a sudar por el contacto, sus respiraciones también se vuelven pesadas.

Heal meWhere stories live. Discover now