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Por la mañana, hice una visita al orfanato y pasé un tiempo con los pequeños

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Por la mañana, hice una visita al orfanato y pasé un tiempo con los pequeños. También conversé con Migyung, compartiendo todos los detalles de mi experiencia en el palacio, después de esa agradable charla, Nabi me advirtió que si quería asistir al baile, debía adoptar el comportamiento acorde a mi supuesto estatus. Por lo tanto, aprender a bailar y comportarme adecuadamente se volvió mi prioridad.

Solo de recordar los nervios que experimenté en presencia de ______ en el comedor, el miedo a cometer errores tontos y la ansiedad que sentí al no saber qué tenedor o cuchara utilizar, hacía que me estremeciera.

—¡Auch, Jungkook! —se quejó una Nabi adolorida, sus manos soltaron mis hombros y fueron directo a su pie derecho.

—¡Perdón! —clamé con pena, preocupado por su estado, había pisado sus pies como ocho veces y a más pasaba el tiempo, sentía que el progreso iba en descenso.

Me senté en el banco y pasé mi mano sobre mi cabello en un gesto de frustración, me sentí abatido por no poder controlar mi cuerpo y aquellos movimientos que parecían tan sencillos.

Así que... aquí estábamos, llevábamos al menos dos horas practicando los bailes que suponíamos que estarían en el esperado evento, claramente se me hacía bastante complicado, mi cuerpo no estaba hecho para la danza, para Nabi era más fácil, por supuesto, ya que ella había crecido en este entorno elegante, viendo desde lejos cada movimiento que realizaba la gente en el palacio.

—Eres realmente malo en esto, ¿lo sabías? —exclamó burlona mientras se sentaba a mi lado.

No sabía si odiar o amar que mi querida amiga fuera tan sincera.

—No necesitas recordármelo —respondí, cubriendo mi rostro con las manos.

—Claro que sí, es por tu propio bien. Si quieres lucir bien en el baile, debes esforzarte más —regañó, dándome un golpe en el hombro.

—Hablas como si fueras mi madre —bromeé mientras la veía levantarse del asiento.

—Gracias a Dios no lo soy, no creo que pudiera soportar a un niño como tú.

Llevé mi mano a mi pecho fingiendo dolor, y Nabi rio.

—Gracias por el apoyo, Nabi. Eres de gran ayuda —comenté con sarcasmo.

—Lo sé —presumió entre risas—. Ahora, ¿quieres seguir practicando o dejamos esto para después? —preguntó con dulzura, sabiendo que me tomaría tiempo adaptarme y aprender.

Pero ahora, lo que menos había era tiempo.

Hice una seña con mis manos, fue suficiente para que Nabi entendiera que lo intentaría luego. Ella se despidió y salió de la habitación.

Mis ojos se posaron en el paisaje que se extendía más allá del gran ventanal, por algunos segundos me perdí en pensamientos triviales, pero mi mente rápidamente se desvió hacia el asiento donde solía sentarse ______ durante nuestras sesiones. En un instante pude visualizarla allí, posando para mí con esa sonrisa cautivadora.

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