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El lápiz se deslizaba por el lienzo blanco, trazando líneas sutiles meticulosamente, dando vida a una de mis nuevas creaciones

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El lápiz se deslizaba por el lienzo blanco, trazando líneas sutiles meticulosamente, dando vida a una de mis nuevas creaciones. Mis ojos se posaron en el rostro de quien era la hija del monarca. ______ llevaba su cabello recogido en un elegante moño bajo. El moño estaba hábilmente trenzado, con pequeñas flores y perlas entrelazadas en los mechones sueltos que enmarcaban su rostro. Mi mirada se desvió hacia el magnífico vestido que llevaba puesto, su clavícula estaba expuesta, dejándome notar su piel, su escote se encontraba decorado por encajes brillantes. Se mantenía sentada en un banco, para que yo pudiera realizar mi oficio, la falda del vestido caía en pliegues suaves y fluidos. El color de aquella prenda era un tono rosa pálido, mi mente inmediatamente relacionó aquel color y la gracia con la que combinaba la prenda y ella, a una flor, una flor delicada.

—¿Considera que estoy siendo una buena modelo? —preguntó, alzando una de sus manos hacia su rostro y posando dramáticamente, mientras soltaba una leve risa.

—La mejor que he tenido hasta ahora —reí.

Miré con atención cada una de sus facciones mientras continuaba dibujando su rostro. Entonces la escuché suspirar.

—Todavía no logro comprender —expresó, haciendo una leve pausa mientras su cabeza se inclinaba ligeramente hacia la derecha—, como es que logra capturar tantas esencias en un solo cuadro.

Apreciaba como podía charlar con ella de cualquier tema trivial, y como es que se interesaba tanto por mi trabajo. A lo largo de toda la reunión, no habíamos parado de conocernos, su evidente sentido del humor me cautivó al instante, deduje que quizá por eso era que su padre la consideraba como alguien "inquieta". Yo, sin embargo, amaba aquella actitud tan risueña.

—Depende mucho de lo que tus ojos quieran ver, y el significado que tú le quieras dar —respondí con simpleza.

—Creo que usted también tiene mucho que ver —habló con una sonrisa—. Supongo que debería agradecerle por hacerme lucir mejor de lo que soy realmente —agregó con una sonora carcajada.

Yo cerré los ojos, negué mientras reía y dejé de dibujar para mirarla.

—Pero ¿qué cosas dice?, solamente estoy plasmando su belleza en el cuadro, es usted quien se lleva más mérito —la señalé e inevitablemente una sonrisa coqueta se presentó en mi rostro—. Aunque, ¿sabe algo? Me siento incapaz de poder representar toda su belleza en un lienzo —expresé, mientras continuaba dibujando y la miraba repentinamente.

—Usted es tan ocurrente —habló mientras ponía los ojos en blanco, lentamente sus mejillas se iban ruborizando y su cabeza se desvió hacia otro lado, rompiendo el contacto visual que segundos antes manteníamos—. ¿Alguna vez le han dicho que es bastante coqueto? —cuestionó algo desafiante, recuperando la compostura que mantenía antes.

—Me temo a que es una actitud innata en mi persona, princesa —ella rio y remojé mis labios pasando mi lengua sobre ellos, tratando de no reír.

A veces me preocupaba lo mucho que hablaba sin siquiera pensar, pero podía percibir cada una de sus reacciones, no parecía incomodarle, podía notar como era que reía cuando le lanzaba uno que otro coqueteo. Todo esto lo hacía con la intención de poder ver su sonrisa y sus mejillas de un rojo intenso, esa era la recompensa que obtenía gracias a aquellos tontos comentarios. Valía la pena aparentar ser todo un tonto con tal de recibir eso.

» Forbidden Canvas | jjkWhere stories live. Discover now