2. Problemas de señoritas ricas.

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Ariadna y Xián prepararon la casa para recibir a sus amigos. Nassoumi fue la primera en llegar, su chofer la ayudó a entrar las bandejas de comida, las primas esperaban unos cuantos aperitivos no un banquete entero, sorprendidas se miraron entre entre sí y encogieron de hombros para luego saludar a su amiga. De todas maneras también habían preparado unas bebidas, la mayoría zumos o mezclas, todo sin alcohol. En menos de media hora llegaron todos sus amigos, todos con los pijamas ya puestos, sin quererlo habían coincidido en llevar pijamas calentitos con temática de animales. Xián era un conejito, Ariadna un lagarto, Marie un pájaro, Enrique un oso, Oliver un cocodrilo, Nasreen una cabra y Nassoumi un rinoceronte. Trajeron cada uno una mochila con el uniforme y artículos personales. Entre el cepillo de dientes y el abrigo del uniforme, Enrique había puesto su capibara de peluche, sin el que no podía dormir.

Celebraron durante horas, hablaron, contaron un mar de anécdotas desternillantes, comieron, bebieron y viendo película mala tras otra. Acabando de ver un filme que trataba de un hombre al que su esposa le fue infiel y se peleaba con su amigo en una habitación, decidieron dormir, se les había pasado el tiempo, ya eran las dos de la madrugada y querían dormir al menos un par de horas antes de ir a la academia.

A la mañana siguiente se despertaron con gran dificultad e incluso le tuvieron que tirar agua helada a Enrique. Acompañaron a Nasreen al aeropuerto y se despidieron de ella llorando a mares, Marie no paraba de decir cosas en su alemán de pueblo que nadie entendía. Xián repartía pañuelos de papel a sus amigos y les ofrecía agua, ella al igual que los otros también estaba llorando pero alguien tenía que evitarles pasar vergüenza en público y el chófer no ayudaba en nada, simplemente estaba ahí, parado a un lado del coche mirando a la lejanía como si fuera una planta. Cuando Nasreen pasó los controles del aeropuerto escoltada por hombres trajeados, la joven los despidió entre lágrimas antes de irse a la puerta de embarque. El resto de los amigos se subieron al coche yéndo a la academia, la parte trasera del coche tenía los asientos colocados unos frente a otros, la puerta se situaba en el lado derecho del vehículo y las ventanas estaban tintadas. Comentaban sobre sus partes favoritas de la noche anterior y Oliver cambió el tema de la conversación al evento más próximo que tenían.

—Es cierto, casi se me olvida —dijo Oliver llevándose la mano a la cabeza—. Felicidades Ariadna, Xián, suerte para lo de esta tarde.

—¿Qué ocurre esta tarde? —preguntó Marie sin tener idea de lo que pasaba.

—La inauguración —le recordó Enrique chasqueando los dedos frente a sus ojos—. Eso te pasa por quedarte dormida en las conversaciones. La corporación de su familia —señaló a las primas— construyeron un hospital para gente de bajos recursos en Brownsville, las mandaron a que den un discurso y hagan todo eso de las tijeras y más.

—Pensaba que los estadounidenses inauguraban cosas con fuegos artificiales —dijo Marie.

Todos la miraron extrañados, sobre todo Enrique quien nunca se esperó tener que explicarle a otra persona por qué aquello era una malísima idea, se inclinó hacia la alemana y le susurró la respuesta al oído, por la expresión de horror que puso la rubia supieron que lo había entendido muy bien.

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Un salto de fe. (Miles G. Morales 42)Where stories live. Discover now