Capítulo 8: Navidad junto a ti

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Eran cerca de las 2:00am y no sabía nada de Lauren. Moría de la preocupación y el dolor en mi pecho aumentaba cada segundo más. Unas luces enfocaron mis ojos estaba perdida en la basta oscuridad fuera de mi ventana. Solo rogando porque Lauren volviera. Cerré mis ojos con fuerza. El recuerdo de mi pasado me acechaba y ni siquiera podía ver hacia afuera, no podría soportar el ver nuevamente la patrulla del oficial Cliff camino a mi entrada y diciéndome cuando lo sentía.

Las luces se apagaron y sentí las pisadas por mi terreno. Camine sin ver hacia fuera de la ventana no quería saber que había más allá, no quería saber quién estaba allá fuera. Camine hasta quedar frente a la puerta esperando. Tras unos largos minutos el pomo de la puerta se movió de un lado a otro en un intentó en vano por abrirla dado que estaba con pasador. Luego se escucharon los 3 toques en la puerta. No era rítmicos eran secos como de un dolor tortuoso. No podía, no podía abrirla, No quería ver allí al oficial Cliff volviéndome a decir lo siento Camila. Nadie sabe lo nuestro pero todos saben que ella vive conmigo por lo tanto seria a la primera en avisar. Los toques se repitieron y con una profunda inhalación abrí la puerta lentamente.

Mis ojos se ojos se nublaron temerosa de lo que me iba a encontrar al otro lado de la puerta. La figura frente a mí se veía difuminada por las lágrimas que empañaba mi visión. Sin querer solté un sollozo y un par de lágrimas bajaron por mi mejilla.

- Que tienes cariño- la voz de Lauren me estremeció por completó- ¿esta todo bien? ¿Donde esta Leah?- mi vista se aclaro y si allí estaba ella, tan hermosa como siempre viéndome con su semblante asustado. Sus manos frías fueron a pasar a mis brazos descubiertos y me estremecí- ¿Hermosa que tienes? dime por favor- la abrace fuertemente aferrándome a su pecho-

- Estas aquí... estas aquí... por dios estas aquí- repetí una y otra vez aferrándome a ella. Con una patada cerró la puerta y me devolvió el brazo algo dudosa, seguro confundida por mi estado- pensé que no llegarías, pese que algo te había pasado-

- Estoy aquí hermosa, estoy aquí, estoy bien lo siento- ella me estaba abrazando tan fuerte como yo a ella- lamento haberte asustado- me dijo cuándo acuno mi rostro en sus manos, con sus pulgares acariciaba mis mejillas y a la vez eliminaba las grimas que continuaban bajando. - solo fui por tu regalo y por el de Leah quería que fuera sorpresa y se me hizo un tanto difícil en encontrarlo. Lo siento hermosa.- sentí sus labios sobre los míos. Esto era real, su sabor, su calor-

- No lo vuelvas hacer- le dije cuando sus labios se separaron de los míos-

- Jamás cariño... lo siento...- Sentí una vez más sus labios sobre los míos y me deje llevar por su ritmo tortuoso, lento y apasionado. El beso comenzó a subir de todo. Mi lengua y su lengua tenían una conversación aún más apasionada mientras se enredaban. Sus besos cada día eran mejor me llevaban por un espiral de excitación y lujuria que no tenía fin, era algo que jamás había sentido. Su maestría en los besos era mi perdición. Mis manos subieron por su nuca enredándose en su sedoso cabello azabache. Maldición! Si esto era pecado estaba dispuesta a arder en el infierno siempre y cuando sea abajo de Lauren Jauregui.

Las manos de Lauren se apretaron en mi cadera y me pegaron más a ella sintiendo su imponente erección sobre mí. Nuestras respiraciones estaban aceleradas y podía escuchar un pequeño gruñido por parte de mi peli negra. Sus manos bajaron hasta mi trasero y lo apretó con fuerza que hizo separarme de su dulce boca para soltar un gemido, mientras mi cabeza caía hacia atrás. Ella no perdió oportunidad para atacar mi cuello. Con besos húmedos y mordidas. Mis sentidos eran un caos ahora mismo y sentía como todo en mi quemaba. Volvió a apretar mi trasero mientras daba una fuerte mordida a mi cuello. Por instinto brinque enredando mis piernas en su cintura. Como sabia, ella podía sostener mi peso a la perfección. Luego termino por pegarme fuertemente contra la pared. Su erección pegada contra mi centro me enloquecía a tal punto que yo solo podía hacer fricción, una deliciosa fricción sobre la ropa.

Cuando Más Te Necesite-CamrenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora