cincuenta

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Los cuatro se sentaron alrededor de la mesa que había en el salón. La televisión estaba apagada; Collei había dicho que no quería distracciones. Hacía mucho tiempo que no se sentaban todos juntos para comer, y le hacía mucha ilusión poder hablar un rato con su padre y con su hermano.

Además, ella sabía que esa iba a ser una noche especial.

—Tenéis cara de querer decir algo —dijo el hombre tras un silencio incómodo. Ninguno se había atrevido a empezar a comer todavía.

—Si ya os habéis dado cuenta, ¿por qué queréis que lo digamos? —se quejó Tighnari.

—¿Qué? No nos hemos dado cuenta de nada.

—Papá, eres tan malo mintiendo como Cyno contando chistes —Cyno frunció el ceño y se llevó una mano al pecho—. Ya sé que Collei y tú os habéis dado cuenta.

El peliblanco desvió la mirada: —Vale, ya lo entiendo. Veo que no soy querido —Tighnari soltó una carcajada y le acarició la cabeza.

—Entonces, estáis saliendo de verdad —intervino Collei, ansiosa. Ella había estado ahí desde el principio, ¿por qué habían tardado tanto en contárselo?

—Sí... Desde el Festival Utsava —confesó su hermano en voz baja—. Lo siento, me gustaría habértelo contado antes, pero me daba algo de miedo, ya sabes...

—No pasa nada, Nari. ¡Lo que me molesta es que el asqueroso de Cyno no me haya contado nada! Estuve más de un año, UN AÑO, aguantándolo, ¡y no me dijo ni pío!

—Tu hermano me dijo que quería hacerlo él mismo, así que no quise intervenir.

—¿Y por qué no te chivaste? ¡Me hubiera hecho la sorprendida!

—Es que él no quería. Así que no lo hice.

—Cyno —el hombre interrumpió de repente. El mencionado juró que el corazón se le acababa de salir del pecho.

—¿Sí...? —al notar su nerviosismo, Tighnari tomó su mano por debajo de la mesa. Cyno respiró profundamente y la apretó, se sentía mucho más cómodo así.

—Lo único que te pido es que no le hagas daño a mi hijo. Sé que no importa lo que diga... Si realmente quieres hacerlo, lo harás. Pero si lo amas de verdad, por favor... Ten muchísimo cuidado con él.

Las palabras habían salido directamente de su pecho. Claras y sinceras, como si de fragantes flores se tratasen. No había sido una amenaza; su suegro le estaba pidiendo un favor.

—Daré lo mejor de mí —respondió Cyno. El hombre soltó una risa.

—Ay, cuánto le hubiera gustado a mi mujer ver esto...

La conversación que Cyno había tenido con la mujer en el hospital el día que la conoció pareció aparecer repentinamente frente a él. Era un recuerdo nítido; tanto, que todavía podía ver a la perfección la sonrisa de la mujer. Era hermosa, a pesar de tener el rostro demacrado.

—Cuando me conoció, se dio cuenta de inmediato de que estaba enamorado de Tighnari —mencionó Cyno.

—Mi mujer era muy observadora. Se daba cuenta de todo.

—Es verdad. Cuando era pequeña, fingía estar bien cuando estaba enferma, y ella siempre se daba cuenta.

—También es que eras muy mala mintiendo —le dijo su hermano.

—¡Oye!

—Ah... Necesito darme una ducha —Cyno se dejó caer sobre una silla que Tighnari tenía en su habitación—. Me siento muy sucio.

El verde de mi primavera ♡ CynonariWhere stories live. Discover now