capítulo diecinueve

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—Nari, Nari, despierta. Ya hemos llegado —el estudiante de bioquímica era el único que todavía no había salido del coche. Al ver que dormía profundamente, Collei decidió ir a despertarlo.

—¿Qué...? —Tighnari abrió sus ojos con pesadez antes de cerrarlos con fuerza. Por un momento se sintió confundido, sin comprender dónde se encontraba.

—Me duele el culo. No estoy acostumbrado a los viajes largos. Esto es horrible —la voz de Cyno lo trajo de vuelta a la realidad. El joven no pudo evitar sonreír.

—Mira que es vulgar... —murmuró.

—Siempre ha sido así —Collei sonrió y tomó su mano—. Venga, sal. Todos te están esperando.

—¿Por qué me esperarían? —Tighnari salió del coche, mostrando una expresión confusa al ver que no se encontraban en el lugar que él había imaginado—. ¿Collei…? ¿Dónde estamos?

—Pues, en nuestro destino —aunque intentó sonar tranquila, la emoción la estaba matando. Estaba deseando ver la reacción de su hermano.

—¿Qué? En ningún momento… —Cyno y Nilou estaban sonriendo de una forma muy extraña. Tighnari se sintió muy perdido, ¿acaso era el único que no comprendía qué estaba pasando?—. Collei, ¿qué has hecho?

—Pues, prepararte unas vacaciones en condiciones. Sabía que tú no lo ibas a hacer, y quedarte tres meses en casa no era una buena opción —la joven cruzó sus brazos—. Espero no escuchar ni una queja. Aquí podrás respirar tranquilo, y además, tenemos buena compañía. Aunque es una lástima que tus amigos no hayan podido venir.

—Collei, tampoco era necesario hacer todo esto por mí —Tighnari observó fascinado a su alrededor. Era un lugar hermoso, similar a los paisajes de los libros de fantasía—. No era… Ah, mierda.

—Es momento de cumplir con nuestra misión —Cyno sujetó el brazo de Nilou y la forzó a darse la vuelta.

—Muchas gracias… —Collei lo abrazó con cariño. Tighnari se sintió bastante avergonzado al pensar en lo estúpido que era ponerse a llorar por algo así.

Sin embargo, las lágrimas no dejaban de brotar. Y él era incapaz de detenerlas.

—¿Y ahora cómo vamos a saber cuándo darnos la vuelta? —Cyno frunció el ceño.

—Podéis hacerlo ya. No me importa que me veáis —le dijo el estudiante de bioquímica. Cyno dudó.

—¿Seguro?

—Seguro.

En ese pueblo, el aire era agradable y fresco. El sol se escondía tras las nubes, ofreciendo un clima perfecto, algo extraño durante los normalmente tórridos y sofocantes días de verano.

Los suaves céfiros se llevaron con ellos las lágrimas de Tighnari. Todas sus palabras fueron robadas por el asombro, uno que Cyno contempló en silencio. Apreció cada expresión, cada intento fallido de hablar. Vio cómo limpiaba sus lágrimas con el dorso de la mano, intentando deshacerse de la vergonzosa muestra de su emoción.

—Vamos a meter las maletas que quedan. Tighnari, tú haz lo que quieras. Tienes libre albedrío —Collei se dirigió al maletero del coche en busca de una maleta, aunque al final acabó recibiendo la ayuda de Cyno.

—Esa pesa mucho. La llevaré yo —la joven asintió—. Por cierto, Tighnari, antes de irte por ahí, tenemos que elegir habitaciones. Que a tu hermana se le olvida.

—¡Ay, es verdad! ¡Me pido con Nilou! —Collei corrió hacia su lado, cargando con la maleta que menos pesaba. El sonido de las ruedas haciendo fricción contra el suelo empedrado fue algo desagradable para Tighnari, quien hizo una mueca—. Lo siento, Nari. Fallo mío.

El verde de mi primavera ♡ CynonariWhere stories live. Discover now