capítulo catorce

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—Hoy, dentro de media hora en la cafetería de la calle... ¿Qué coño, dónde está esto? —Kaveh entornó sus ojos, intentando descifrar la dirección mostrada por Tighnari.

—Está a una media hora de aquí a pie. Es uno de esos lugares que se encuentran perdidos en el mapa y solo las personas que viven por la zona lo conocen —el joven bebió tranquilamente de su taza de té. Quería evitar el nerviosismo, sabía que su mejor arma era mantenerse ecuánime frente a esta persona. No debía pasarlo mal frente a él, y mucho menos a sus espaldas—. Probablemente me citó allí adrede.

—Probablemente, no. Lo hizo adrede —comentó Alhaitham.

Eran las once y media de la mañana. Collei había ido a visitar a Cyno, con la excusa de que ese día planeaba marcharse con él hasta la universidad.

Tighnari se había despedido de ella con un beso en la frente, pidiéndole que por favor tuviese cuidado y que le avisara en cuanto llegara a la casa de su mejor amigo.

—Y... ¿Piensas decirle algo a tu hermana y a su amigo? —quiso saber el rubio. Tighnari dejó escapar un suspiro, la respuesta rondando por su mente antes de finalmente ser dicha.

—Cuando lo vea, Kaveh. Quiero juzgar la gravedad de la situación con antelación.

—Sigo pensando que no deberías ir. Pero allá tú —el joven se puso en pie y sacudió su ropa. Estaba dispuesto a afrontar su realidad.

—Kaveh, vámonos. Alhaitham, intentaremos estar de vuelta antes de la una —el hombre asintió en silencio, haciéndole una señal a Kaveh con su mano.

—Déjamelo un momento. Espera en la entrada —Tighnari asintió en silencio y se fue de allí. No estaba interesado en ver la dramática despedida de los hombres.

—¿Ahora qué? ¿Vas a pedirme que vaya con cuidado? ¿Besito de despedida? —Alhaitham tomó su mano y lo atrajo hacia su persona para poder abrazarlo. Sus brazos rodearon su cintura con firmeza, logrando dejarlo sin aire durante un instante.

—¿Acaso no quieres? —con su rostro apoyado en el abdomen de Kaveh, miró hacia arriba. El rostro de su novio estaba tan rojo que parecía un tomate.

—Puede que no —Alhaitham apretó su cintura.

—Déjate de estupideces. Ten cuidado, de verdad. Y cuida de Tighnari, que ese capullo no se pase hablando.

—Mnn. Si puedo, le daré un puñetazo bien dado —inclinó su cuerpo para poder besar a Alhaitham, cuyo agarre se volvió más débil, permitiéndole moverse con mayor libertad.

—Eres libre de reventarle la cara si quieres. Siempre y cuando no os pase nada —el rubio acarició el hombro de su novio antes de irse de allí.

Para ahorrarse una caminata, ambos subieron en el coche de Alhaitham, quien le había confiado a Tighnari la tarea de conducir (pues Kaveh, a pesar de saber, todavía no tenía el carné).

El camino fue algo incómodo. La tensión era tan obvia que Kaveh temió que su amigo chocase el coche contra algún edificio.

—Tighnari, ¿estás seguro de esto?

Silencio.

—No me queda otra —exprimió las palabras. Su ceño fruncido era la clara prueba de su inquietud interior.

Por más que intentase mostrarse tranquilo, Kaveh sabía perfectamente qué estaba ocurriendo en el interior de esa cabeza. Y no era nada bueno.

—Todo irá bien.

Y no, no fue nada bien.

Al llegar tomaron asiento en una de las mesas que se encontraban en el exterior. El camarero tomó nota de sus pedidos antes de marcharse, dándoles algunos minutos de paz antes de que la tormenta llegase.

El verde de mi primavera ♡ CynonariWhere stories live. Discover now