Capítulo cuatro

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2010

Era la cuarta semana consecutiva que faltaba a clase de deportes. Un tiempo atrás encontrarse en aquella situación seguramente le parecería impensable. Más aún con el frío de los azulejos fundiéndose contra su acalorada piel. Chanyeol llevaba minutos utilizando la fuerza de sus brazos para separarlo de la pared mientras devoraba los finos labios de Baekhyun con una inquietud insostenible.

En aquel momento sólo existían ellos, la llama entre ambos y el sonido de sus lenguas hambrientas chocando.

Eso y la persona que acababa de entrar a los vestuarios.

Si Baekhyun fuese un ciervo de verdad, tendría los instintos de uno. Escuchar el ruido no sería una tarea difícil para un león tampoco, pero hicieron caso omiso y continuaron con su trabajo. Un par de pies se acercaba hacia ellos, pero sus corazones no se movían con rapidez por el intruso, sino por la agitación del momento.

Eso hasta que un golpe los alertó.

—Hijo de puta —murmuraron los labios de Chanyeol sobre los contrarios.

Baekhyun intentó separarse, pero su propio cuerpo no quiso aceptarlo. En cambio, cortó los estrechos centímetros entre ambos mientras el desconocido encontraba su camino hacia la salida.

Ambos soltaron una risa cuando el aire se hacía escaso con una complicidad en miradas que era solo de ellos. Chanyeol se aseguró de que el intruso no tuviera acompañante y acorraló nuevamente al mayor en un largo beso.

Cuando la clase ya había finalizado y los chicos del salón entraron por la puerta, ambos estaban lo más lejos posible. Lanzándose miradas cómplices que el resto no notó. Chanyeol gesticuló un te veo luego antes de caminar con sus amigos y, Baekhyun, con las mejillas sonrojadas porque se habían comido las bocas hace escasos minutos, asintió.

Jongin pidió por su atención tocándole el hombro e invitándolo a una conversación sobre lo afortunado que era en tener una excusa para faltar a deportes, porque él había sido interceptado por el golpe de seis balones en llamas. Le frotó el hombro intentando darle algo de apoyo y salió junto a él, para caminar juntos a sus clases en la academia. Allí, no hizo más que responder todo correctamente, como se le había enseñado. Sus maestros lo felicitaron, pero sus compañeros no parecían nada contentos, excepto Jongin que levantaba los pulgares de vez en cuando haciéndolo saber que estaba feliz por él.

Las clases le parecieron una eternidad. Mientras más deseaba que llegara el termino, más demoraba. Ansiando encontrar a Chanyeol fuera del lugar para caminar a casa.

Chanyeol tenía algo que le gustaba. No, que le encantaba, pero no sabía qué. ¿La sensación de estar con alguien que le parecía peligroso? Pues no tenía idea. Sin embargo, cuando la hora llegó, se despidió de Jongin y corrió a la salida, encontrándose con un chico alto y sonriente esperando por él al otro lado de la calle.

Nunca había vuelto a casa acompañado, menos de la mano de alguien, pero Chanyeol lo sostenía con tanta delicadeza, que terminó por ceder. Un mes había pasado desde que acordaron tener un algo, Baekhyun no sabía hacer otra cosa que sentirse en el cielo, alimentando sus propias fantasías con el chico alto que lo acompañaba.

Más cuando le había sonreído de una forma que no supo definir a pesar de ser un sabelotodo.

Se detuvo a mirarlo un segundo, antes de girar por la esquina. Chanyeol sonrió sin más, dejando ver los dientes entre su hinchada boca.

Le parecía apuesto, por lo menos. Pero ¿qué pensaría Chanyeol de él? No quería crear falsas expectativas de una relación basada en besuqueos. No quería ser Stephanie llorando por décima vez en el día porque su novio no respondía sus mensajes de texto. No quería engancharse a alguien como Chanyeol, porque todo en él olía a peligroso, pero el peligro también era excitante.

Dejarse llevar era la mejor idea, soltar su mano cuando dos transeúntes venían derecho a ellos era la segunda.

Quería volver a casa acompañado y no de un ojo morado.

—¿Quieres pasar un rato? —preguntó antes de llegar a la pintoresca rotonda que antecedía la mansión.

Chanyeol lo pensó dos veces antes de asentir. A pesar de su altura se sentía pequeño bajo el alto techo de donde pendía un candelabro de lágrimas, su hogar era un poco más bajo, con un diseño moderno y mucho más familiar. El de Baekhyun, en cambio, estaba decorado con forzadas fotografías, el rostro del padre lo decía todo, no le gustaba posar, pero probablemente era él quien lo ordenaba, lo parecía por el apretón en el hombro de su primogénito, acompañado de la agria sonrisa de su esposa.

Entendía por qué Baekhyun era una rata de biblioteca y cada que avanzaba por los pasillos principales podía afirmarlo con más fuerza. No fue hasta que llegó a la habitación que se sintió tranquilo, dejando atrás el escrudiño de cada par de ojos atrapado en los cuadros decorativos.

Terminaron besándose bajo las sábanas de Baekhyun, con la puerta bloqueada y con la última luz de sol cubriéndolos. Ambos podían decir que era su primera vez haciendo algo como aquello. Baekhyun, porque creía que era lo más alocado que podría hacer y, Chanyeol, porque nunca había besado a un chico en esas circunstancias, al menos no dentro de la ciudad.

Las escurridizas y acaloradas manos de Chanyeol encontraron su camino bajo las prendas del mayor, abriéndose paso hasta rodear la delgada cintura hasta su espalda, para atraerlo hasta que la separación parecía una idea descabellada. Baekhyun lo abrazó por el cuello disfrutando de cada toque, cada caricia y el hervor que se extendía desde su parte baja, consumiéndolo poco a poco.

Si fuera una tetera, el agua habría rebasado su punto de ebullición al segundo.

Pero dejó de concentrarse en sí mismo cuando algo le clavó la entrepierna. Soltó un ruido desconocido para él, cada que el movimiento se repetía. Pronto se encontró a sí mismo imitándolo, sin poder separarse de los carnosos labios. Chanyeol gruñó contra su boca antes de morderla y sonreír encantado por tenerlo de aquella forma.

Baekhyun echó la cabeza hacia atrás, asombrado por lo bien que se sentía. El roce de sus cuerpos, la tela, las caricias y los pequeños ruidos que intentaba callar, aunque sus gemidos no fueran oídos por nadie más que Chanyeol.

El espasmo llegó inevitablemente.

Y Chanyeol lo acompañó al poco tiempo, mencionando lo bien que se sentía y lindo que lucía, antes de besarlo una vez más y recostarse a un lado, con el pecho subiendo y bajando por la agitación.

Aunque no quería dar demasiadas vueltas al asunto, dio la vuelta para mirar el cansancio y la excitación reflejada en el rostro del más alto, que respiraba con la boca entreabierta y eliminaba las pequeñas gotas de sudor que comenzaban a condensar adornando su frente.

Estiró la mano para acariciarlo, pero fue interrumpido a mitad de camino por una voz desde fuera—. La cena está lista, señorito Byun.

Se levantó tropezando de la cama hasta quedar junto a la puerta. Podía escuchar la respiración del ama de llaves desde ahí.

—Iré en un segundo.

—¿Su amigo lo acompañará?

Volteó encontrándose con Chanyeol todavía recostado, pero no tan agitado como en un principio. Baekhyun no pudo responder, porque antes de hacerlo Chanyeol ya tenía una respuesta que resonó en la habitación—. ¡Sí!

Suspiró aliviado, dejando caer su cabeza contra sus manos. El ama de llaves se alejó sin decir nada más con Baekhyun esperando porque no haya estado demasiado tiempo tras de la puerta.

—¿Te molesta si uso el baño?

Negó con rapidez, corriendo a abrir la puerta correcta. Los negros cabellos estaban alborotados, su ropa mal puesta y sus labios aún más hinchados. Baekhyun lo observó cuidadosamente en su camino hasta el baño y cerró la puerta a sus espaldas para después lanzarse a la cama y pegar un grito contra la almohada.

Se estaba volviendodemasiado personal.

Class of 2010Where stories live. Discover now