Camila: No me los quedo, @Chee

Camila: Pero son preciosos...

Camila: Hoy me probé como 30 estilos, creo.

Ally: Para la que no tenía paciencia en los probadores, Mila, te estás superando.

Dinah: Por 20 mil también, ¿no?

Dinah: Si no lo superara, la obligaría a superarlo a golpes.

Camila cerró la barra de mensajes, donde negó con la cabeza riéndose, dejando que las otras dos continuaran el tema en el grupo. Dentro de poco, Normani se uniría a la pauta.

Como buena funcionaria, dobló la ropa para Keana, colocando algunos accesorios dorados en los pequeños bolsos dejadas por la misma. Ella no aceptaba un trato diferenciado, como exigían las antiguas modelos, pues no se sentía superior ni inferior a las demás compañeras. Eso le valía cumplidos indirectos por parte de la coordinación.

— Maldición... — murmuró al ver que había perdido uno de los pendientes que le había dado Keana. Unos pendientes tan caros que costaban tres veces su salario. — Maldita sea, joder...

Salió rápidamente del cuarto, topándose con Keana que intentaba organizar el estudio para el lunes. La mujer miró asustada a Camila, que abrió una sonrisa a medias sin tener el valor de decir lo que pasaba.

— ¿Hay algún problema, Camila? — La llamaba por su nombre, a diferencia de Camila, que prefería usar "señora" o "señorita" para cualquier ocasión.

Sobre todo para que nunca más tuviera que recibir atención, por parte de ciertas personas.

— Perdón, no entendí... — ya fuera por el motivo de la voz suave de Keana o por su preocupación del objeto perdido, Camila estaba poniendo el lugar patas arriba.

— A mí me pareces preocupada. ¿Está todo bien?

— Sí, Srta. Marie. — Dejó lo que estaba haciendo para mirarla a los ojos y respirar hondo. — No, Srta. Marie, tengo un problema muy grave. — suspiró, casi llorando.

— ¿Puedo ayudarte en algo? — se acercó con una expresión preocupada. — ¿Se trata de la gente de aquí?

— No, no... — negó con la cabeza, viendo enseguida que la cremallera de su pantalón estaba abierta. Rápidamente la cerró de espaldas a Keana, avergonzada. — Es que...

— Buenas noches, chicas. — de repente, aquel tono ronco que no se escuchaba desde hacía exactamente tres días se hizo presente, abriendo la puerta e interrumpiendo a Camila.

Alexa y ella habían vuelto de la conferencia en Nueva York con el empresario cubano para firmar el contrato.

— Buenas noches, Sra. Jauregui. — la voz de Keana subió un tono para saludar a su superior.

Mientras tanto, Camila sintió un ardor en la garganta, estaba completamente hecha un lío y encima sin uno de los preciados objetos de la ojiverde.

— Buenas noches, señora Jauregui. — tras los siete segundos de retraso, Karla consiguió pronunciar algo, aunque temblorosamente.

— Estaré en mi oficina preparando unos informes. — miró fijamente a los ojos marrones de Camila. — Keana, si me necesitas, sube y llama a la puerta. Como es viernes, los demás empleados se fueron temprano, excepto los guardias de seguridad Jefferson y Wolpi y Ariana, que me está ayudando con la organización. ¿Se quedarán aquí más tiempo? — La sala era pequeña, donde una vez más, la fuerte fragancia de Jauregui llenaba el lugar.

— Ya estamos de salida, señora. — La entrenadora miró a Camila, que expresaba claramente que tenía un gran problema en la espalda. — Voy a arreglar algunas cosas con Camila sobre la postura y las poses en el estudio.

La Amante de mi Esposo (ℭ𝔞𝔪𝔯𝔢𝔫) - TraducciónWhere stories live. Discover now