Capítulo 14

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Saco un pañuelo de mi chaqueta, limpiando su rostro, algo que parece gustarle. Sonriéndome como si fuera un acto impresionante.

No sé porqué lo hago.

¿Quien demonios es este tipo? ¿Que me ha hecho de la noche a la mañana?

La respuesta sería que me ha dado un buen sexo que quizás, solo quizás me esté haciendo cruzar una línea que jamás había cruzado, ni siquiera con el tonto de Warren. No lo admitiré de todas maneras.

El telefonillo suena, él no se inmuta por lo que debo apártame, Massimo con su mirada azulada observa como me guardo la polla que con ironía sigue dura. Al parecer me estoy traicionando, quiero más y no se si debería de continuar con este tipo.

—¿Deberíamos de seguir? —pregunta, incorporándose sin el menor deseo de guardarse la polla. Queda frente a mi, llevando su mano a mi polla y apretarla.

Me gustaría continuar. No lo niego.

—No lo creo. —respondo. Apartándome y así acomodarme la ropa. —Vístete. —me retiro pero el insiste sujetando mi mano.

—Demian. —gruñe.

Me acerco a él, inconsciente de lo que hago, tocó su polla suavemente y guardarla en el interior de su ropa. Massimo jadea. Joder. Quiero follarlo.

—No puedo esperar. Demian. Lo quiero mucho, dentro de mi. —joder, escuchar a un hombre decir eso no debería de ser precisamente un estímulo pero quiero hacerlo. Quiero follarlo.

No le respondo. Termina cogiendome de la cintura.

—No soy cualquier hombre, Demian. Soy Massimo Van der Haussen. Recuérdalo siempre. —me besa con fuerza tratando de hacerme entender lo que dice.

Le dejo estar, dejando que me bese como desea hasta que la falta de aire lo hace separarse. Voy a follarlo. No en este momento pero lo hare, cuando lo desee.

—Y yo, Massimo. —respondo serio. —Soy Demian Macintosh y es algo que siempre debes de tener presente.

Me separo de él, terminando de acomodarme la ropa antes de caminar hasta el telefonillo y cogerlo.

—Señor Macintosh la comida está aquí, ¿desea que entre el encargado? —vuelvo la mirada ha Massimo, me ha obedecido y está poniéndose la chaqueta tratando de parecer no casi recién follado.

—En cinco minutos. —respondo antes de colgarlo.

Le observo desde la distancia, fijándome en cómo se arregla el cabello y saca el móvil para verse en el reflejo de la cámara. Me pienso por varios segundos que estoy haciendo pero no tengo una respuesta para ello, es un cabron joven y masculino, pero exacto. Es un hombre.

¿Por qué estoy dejando que haga este tipo de cosas que me resultaban una incomodidad hace solo un par de días?

He perdido la razón. Es la única respuesta.

Espero paciente a que termine de acomodarse la ropa, el cabello y que se siente en el sillón. Sin pensarlo mucho me alejo del escritorio regresando hasta el sillón y quedar en la misma posición inicial.
Percatándome que mi corbata está apuñada a un lado, la recojo metiéndola en el bolsillo de la chaqueta.

—Demian... —replica, levanto una mano deteniéndolo a qué diga algo porque parece un crío. Frunce el ceño pero me hace caso.

Es un crío.

La puerta de la oficina se abre a los segundos, Massimo vuelve la mirada hacia la puerta casi gruñendo pero lo único que encuentra es al personal con un carro de comida en silencio. Diligentes organizan todo sobre la mesa y tengo que reñirme por solo querer follar a este tipo en este preciso momento.

Demian&MassimoWhere stories live. Discover now