Javier Peña-Narcos

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Resumen: Un nuevo descubrimiento conduce a una nueva experiencia para Javier. Ser la pareja de Javier significaba que tenías una buena cantidad de experiencias sexuales alucinantes. Él fue, por supuesto, el que inició los descubrimientos. Pero a veces, lo sorprenderías.

Javier gimió debajo de ti cuando uno de tus dedos húmedos se deslizó debajo de sus testículos para encontrar el punto apretado entre las nalgas. Te detuviste en seco, dejando que su miembro duro se cayera de tu boca.

- Oh, ¿te gusta eso, bebé?-

Él gimió, avergonzado de su propia reacción. Estaba acostumbrado a ser el que tenía el control, el que mandaba. Pero ahí estaba él, gimiendo debajo de ti como una perra porque le metiste un dedo en el trasero.

- No se siente mal-

- No te avergüences, Javi. Siempre quise follar ese hermoso culo-

- Sigue chupando, hermosa-

Empuñó las sábanas desordenadas, casi con enojo. Lo sueltas por completo, con una sonrisa burlona en tus labios.

- No- dijiste mientras te levantabas para ir al armario de tu dormitorio compartido.

Te agachaste y tomaste una pequeña caja negra escondida en el armario en tus manos.

Molesto, y con la polla todavía dura, Javier se enderezó para encenderse un cigarro, mientras te miraba, tratando de parecer desinteresado. Abriste la caja y la dejaste frente a Javier, sobre la cama.

- ¿Qué diablos es eso?-

Rodaste los ojos y tomaste el duro arnés en tus delicadas manos.

- ¿Necesitas un dibujo, bebé? Pensé que eras el experto aquí-

Te ataste el cinturón, viendo la forma en que Javier tragaba nervioso.

- ¿Por qué tienes esto?- Javier preguntó después de una larga calada a su cigarrillo.

- No eres el único mujeriego en esta relación, bebé- le guiñaste un ojo y te arrastraste sobre la cama a cuatro patas, acercándote peligrosamente a él.

Sus ojos recorrieron tu cuerpo y se quedaron fijos en el objeto intimidante entre tus muslos mientras abandonaba su cigarrillo en el cenicero.

- ¿Qué estoy sacando de esto, hermosa?-

- ¿No sabes dónde está tu punto G?- dices, tus manos acariciando sus muslos y separándolos- Vamos Javi... sólo una vez. Si no te gusta, paramos. Y nunca volveré a hablar de eso-

- Bien- dijo derrotado.

- Sere gentil- dijiste, tratando de ocultar tu felicidad.

- Eso espero- Javier gruñe con los dientes apretados.

Tus dedos encontraron la botella de lubricante en la mesita de noche y apretaste una cantidad generosa en tus dedos. Frotaste los dedos para calentar la sustancia. Tu dedo índice volvió a su lugar inicial entre las nalgas de tu amante.

- Abre más tus muslos para mí bebé- susurraste mientras dejabas cálidos besos en la piel dorada de su pecho- Eso es todo, buen chico- dijiste, tu dedo bombeando dentro y fuera de él a un ritmo lento y suave.

Su piel dorada se volvió roja bajo el sobrenombre que le diste. Sonreíste mientras lo mirabas a través de tus largas pestañas.

- ¿Te gusta que? ¿Te gusta ser mi buen chico, Javi?-

Él gimió y maldijo enojado, mientras tú permanecías entretenido. Cuando lo sentiste estirarse fácilmente a tu alrededor, añadiste otro dedo.

- Mierdaaa-

Empuñó las mantas, arqueando la espalda bajo tu toque divino.

- Lo haces tan bien, Javi, bebé...- logiaste mientras tus dedos comenzaban a hacer un movimiento de tijera, abriéndolo aún más.

Seguiste así pacientemente, viendo como la cara de Javi se retorcía de placer a pesar de que se sentía castrado por cada movimiento de tus dedos. Curvaste los dedos para encontrar su punto más sensible y dejó escapar un gemido casi de dolor. Volviste a empujar, sonriendo satisfecho.

- ¿Estás listo para mi polla, bebé?- dijiste mientras tus dedos lo dejaban vacío.

No te miró, casi avergonzado. Exprimiste un poco de lubricante en el consolador morado, esparciéndolo uniformemente sobre el juguete. Cuando seguía sin responder, tu mano libre agarró sus rizos mojados en sudor para que te mirara.

- Te hice una pregunta, Javier-

- Sí, lo soy- dijo avergonzado.

- Bien- e inclinaste para presionar un suave beso en sus labios- A cuatro patas ahora para mí

Se dio la vuelta para ti, dejando al descubierto su trasero perfecto. Tus manos acariciaron descaradamente el oleaje del mismo, antes de abrirlo con una de tus manos y sujetar tu polla de silicona con la otra. Presionaste el consolador contra el apretado agujero, guiándolo lentamente hacia adentro. Lo escuchaste respirar laboriosamente debajo de ti. Cuando lo estabas llenando por completo, dejaste que se ajustara al tamaño del juguete, inclinándote para presionar suaves besos en la parte superior de su espalda.

- ¿Estás bien? ¿Seguimos adelante?-

- Sí. Sigue adelante- Javier exhaló.

- Dime que pare si es demasiado-

Te enderezaste y sostuviste sus caderas mientras sacabas lentamente, dejando la punta dentro, antes de llenarlo de nuevo.

Podrías decir que estaba tratando de permanecer en silencio y no mostrarte su placer por la forma en que las venas de su cuello parecían estar a punto de estallar. Pero estabas decidido a hacerlo sentir bien. Comenzaste a moverte a un ritmo constante y lento, manteniendo sus caderas como rehenes con tus delicadas manos.

- ¿Te sientes bien, bebé?- preguntas mientras estableces un ritmo más profundo y rápido, golpeando el mismo lugar que antes con los dedos.

Esta vez, no pudo evitar los gemidos que salían de su boca.

- Ya está, buen chico, suéltame, Javi...- dijiste entre respiraciones pesadas, los movimientos de tus caderas no daban señales de detenerse- Tócate para mí bebé-

Envolvió su fuerte mano alrededor de su polla, bombeando al mismo ritmo que tú marcas con tus caderas. Se estaba deshaciendo lentamente debajo de ti, gimiendo y follando su puño. Pintó las sábanas debajo de él con su gasto, y lo follaste a través de su intenso orgasmo. Lo dejaste unos segundos para respirar, antes de sacar y desechar la correa. Javier no podía ni mirarte cuando se levantó para ir al baño.

Lo viste luchar por levantarse, satisfecho de tu victoria sobre el machista Javier Peña.

One shot- Smut ||Where stories live. Discover now