resumen: timothée siempre ha sido el más dominante, pero cuando te deja tomar el control una noche, descubre que le gusta demasiado.
Miras a tu novio que está obedientemente arrodillado frente a ti mientras su hábil lengua lame tu coño, desesperado por complacerte y obtener algo a cambio. Usas cada gramo de autocontrol que tienes para evitar echar la cabeza hacia atrás y dejar escapar fuertes gemidos. Te niegas a perderte esto, la vista era algo que nunca querías olvidar.
Le sonríes al hombre desesperado, tus ojos recorriendo con avidez su cuerpo desnudo y expuesto, las marcas que colocaste en su piel pálida y delicada. Sus ojos se cierran lentamente, quitandote la mirada que estaba en su rostro por un momento antes de que tu mano se deslice suavemente por su cabello, tirando ligeramente de las raíces, una indicación silenciosa para que abra los ojos.
Él no entiende la indirecta o no le importa mientras continúa comiéndote como un hombre hambriento.
- Timothée- suspiras.
La habitación está caliente mientras tiras de su cabello de nuevo. No reacciona pero sabes lo que hace, sabes que te escucho.
- Timothée- dices aún más fuerte, casi tan fuerte como la manera en la que tiras de su cabeza hacia atrás con el puñado de cabello en tu mano.
La acción aparta su boca de ti y le hace abrir los ojos. Deja escapar un gemido ante el movimiento repentino y el breve momento de dolor en el cuero cabelludo. La mirada en sus ojos te hace gemir. Era una mezcla de desesperación, confusión, excitación, lujuria. Todo combinado mientras tu amante te mira como si fueras lo único que importa en su mundo.
- ¿Qué dije acerca de mantener los ojos abiertos?- preguntas, pasando tu mano por sus mechones desordenados.
- Si no los mantengo abiertos, no me tocarás...- susurra.
Sus ojos se vuelven brillantes cuando se vuelve dolorosamente consciente de su pene goteando que se siente abrumado en sus muslos temblorosos.
- Correcto- le sonríes.
Es una sonrisa dulce y enfermiza que hace que el pánico aumente en él, sabiendo que tienes algo bajo la manga.
- A la cama- te levantas de tu lugar, te quitas las bragas y observas con diversión silenciosa cómo timothée se arrastra desde su lugar en el suelo hacia el colchón cubierto con sábanas (que sabes que tendrás que lavar más tarde).
Caminas hacia tu tocador y sacas la silla, sentándote al revés para ubicarte frente a la cama y su figura ansiosa.
Dije que no te tocaría, ¿verdad? preguntas retóricamente.
- ¿Bien adivina que?- inclinas los brazos hacia adelante, apoyándolos en el respaldo de la silla- Nunca dije que tu no podías tocarte- le sonríes descaradamente, con los ojos brillando de alegría.
Sus ojos se abren con sorpresa y lo miras con anticipación.
- ¿Qué estás esperando, amor? ¿No quieres correrte?-
Tus palabras parecen sacarlo de su estado de confusión y tímidamente arrastra su mano hasta su pene, envolviendo sus delgados dedos alrededor de la base y bombeándolo lentamente, gimiendo bajo por la nueva fricción que ha anhelado toda la noche.
Lo observas en silencio, admirando su apariencia y cómo gime para que lo ayudes. Pasan unos minutos de lo que él considera una tortura dichosa antes de que hables.
- ¿Estás cerca, hmm?-
Sabes muy bien que lo está y también sabes muy bien que no puede terminar sin tu ayuda.
