Capítulo 40: Un placer

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Capítulo 40

Un placer



ALESHA

—Entonces trituras las semillas de merey en un mortero de amatista, muy importante el material, con aloe vera, saliva de lobo, placenta de delfín y...

—Leche de cabra —completó Lyra.

—Perfecto —le sonrió orgullosa. La sirena era buena, entendía rápido y hacía buenos aportes. Alesha estaba saldando su deuda de explicarle los temas que necesitaba aprender para el proyecto de Botánica—. Así sanas cualquier mal de garganta.

Lyra nunca abandonó su lado desde que entraron a la biblioteca, ni la dejó subir sola al segundo piso, solo por si acaso. Eso no evitaba que la magoi soltara miradas preventivas a su alrededor cada vez que alguien pasaba por un pasillo cercano. Si volvía a encontrarse con Edhem, no estaba segura de poder resistir prender fuego a su alrededor para ver de qué sombras se apoyaría —Me voy a comer ese proyecto y te dedicaré mis notas, Alesha.

—Si no apruebas —la señaló con el bolígrafo—, puedes despedirte de mí.

—Entendido, jefecita.

Lyra sin querer dejó caer un lápiz que rodó por el suelo, por lo que Alesha se levantó a recogerlo, e inevitablemente cruzó miradas con una de las mesas que estaban cerca. Estaba tan enfocada en ubicar a Edhem que ignoró por completo que Nora se encontraba ahí.

La vampiresa desvió la mirada y regresó a su celular en cuanto se vio descubierta observando a Alesha, quien volvió a su mesa y la sirena susurró un «gracias», al pendiente de la escena.

—Si quieres nos vamos, podemos seguir en mi cuarto o en el tuyo. O en una sala común, no tengo problema —comenzó a recoger sus cosas, pero Alesha la detuvo.

—Está bien —la tranquilizó. Siguieron en lo suyo, que afortunadamente, ya no era tanto. Durante el tiempo que pasó, Alesha se sintió bajo la mirada de la vampiresa, que hace un rato dejó de ser disimulada. Desconocía lo que esta quería, pues ya ni siquiera fingía usar su celular.

Una vez terminaron, Alesha anunció que se quedaría. La sirena alternó su morada entre las dos mesas y la apuntó con un dedo —Estaré con Kilari, llámanos si pasa algo, ¿sí?

—Estamos en un lugar público, no creo que me ataque aquí —aseguró.

—Igual.

Alesha asintió y se dirigió a la mesa de la vampiresa, bajo una atenta vigilancia de Lyra hasta que cruzó la puerta.

Nora dejó el celular a un lado, junto a una servilleta que tenía algo de labial y ojos dibujados con un lapicero, en las esquinas. Decidió confrontarla —¿Sabes que puedes disimular?

—No.

Alesha suspiró —¿Qué haces aquí?

—Te seguí, pensé que era obvio —bebió de un frasco metálico que tenía, con una expresión de asco, y limpió el centro de sus labios con la servilleta. Era sangre.

—¿Ahora sí bebes sangre de reserva?

—Desde que me prohibieron estrictamente salir, sí —dijo con desagrado—. Desprecio cada segundo. La tuya es mejor.

Alesha cerró los ojos. No era en serio —Nora, eso no es el halago que piensas que es —la aludida parpadeó e inclinó su cabeza—. ¿Por qué me seguiste?

Zemblania: Máscara de seda y secretos [LIBRO #1]Where stories live. Discover now