Capítulo 26: Última advertencia

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Capítulo 26

Última advertencia



ALESHA

Alesha corrió por los jardines de la casa Van Darte, su trenza se movía en un arco tras ella, pasó entre los arbustos que ya habían comenzado a crecer más de lo usual, hasta entrar al invernadero.

La estructura era de metal blanco, pero la mayor parte estaba envuelta en una gruesa enredadera verde que la hacía parecer que la naturaleza tomaba el control de lo que sucedía ahí adentro, porque así era.

El invernadero Van Darte era el lugar donde estaban la mayoría de las hierbas y flores que utilizaban para sus pociones. Todo el lugar estaba encantado y tenía mucho más espacio del que se veía por fuera.

Además, había estado abandonado por muchos años. Alesha visitaba varias de las casas de su familia, y nunca vio uno funcionando. Excepto el de su jardín. La magoi lo descubrió un día jugando al escondite con Alexander, y su cerebro dejó olvidado completamente el juego para maravillarse ante lo que tenía enfrente. Contaba con cientos, o tal vez miles, de macetas y tipos de plantas por todos lados. Todas muertas.

Desde esa edad Alesha ya sentía una conexión especial con el estudio de pociones, y aunque años después escucharía a sus padres hablando sobre si Alexander la habría obligado a estudiarlo, su pasión por la verdadera especialidad de su familia había nacido con ella al igual que sus ojos verdes, no eran culpa de nadie más.

Por alguna razón, sus padres accedieron a que restaurara el invernadero. Había aprendido por sí misma lo que sabía hasta entonces de pociones, en sus estudios solo le mostraban cómo hacer las pociones básicas, como curación y resistencia, y no sería hasta años después. Alesha se tomó como reto personal revivir el invernadero, de la gran selección de plantas solo debía conocer unas veinte, le tomaría años restaurar el invernadero para acercarse alguna vez a sus días de gloria, y otros años más para lograr descifrar y buscar pedazos de información de las plantas más exóticas que alguna vez hubo. Para algunas de ellas sería demasiado tarde y se perderían entre las tantas cosas que se fueron con la época dorada de los Van Darte.

La magoi entró al invernadero, y unos minutos más tarde le siguió Alexander —Lesh, aquí los traje —cargaba unas macetas nuevas, las puso sobre una de las mesas libres, limpiando el sudor de su frente.

Se seguía sorprendiendo del poco uso que Alexander le daba a su magia, recurriendo a más habilidades para terminar las tareas que podrían hacerse más cortas y sencillas con un poco de magia.

—Tenemos que trasplantarlas —Alesha daba la espalda a su hermano, concentrada en la tres pequeñas plantas que estaban frente a ella. Cabello de ángel, una planta única de Lilura con propiedades curativas y de buena suerte que lucía unas hojas delgadas y doradas, junto a manzanilla y peonías.

Con ayuda de Alexander, sacaron las plantas de sus pequeños envases de plástico para trasplantarlas a unas macetas grandes, llenas de tierra nueva y abonada. Las macetas eran de colores vivos, rojo, verde y amarillo. Cada una de ellas tenía un dibujo diferente, hecho por su hermano.

Alesha tocó la maceta del cabello de ángel, para usar su magia y crear una burbuja que tuviera el ambiente ideal para que creciera, repitió lo mismo con las siguientes. Anteriormente, todo el invernadero tenía un hechizo que cambiaba el ambiente según distintas zonas para cada planta. Alesha todavía no sabía cómo hacerlo, así que había comenzado a crearlo planta por planta.

Zemblania: Máscara de seda y secretos [LIBRO #1]Where stories live. Discover now