Al despertar Bella se quedó entre las sábanas recordando la noche anterior. En realidad todo el día pasado fue extraño. Desde la confesión de su padre sobre la pérdida de su residencia en Forks, hasta la petición de matrimonio del conde. ¡No se quedaría en cama a dar vueltas a los hechos!

Se levantó a prepararse para salir. Tenía una cita pendiente con Leah, aún tenía la canasta al pie de su baúl, estaba llena de ropa y algunos comestibles que podían echarse a perder.

Bajó a desayunar sola, pues su padre y hermana aún no se habían despertado. Al reparar en las personas del servicio sintió un profundo pesar. Ellos eran de alguna forma parte de su familia también. A algunos los conocía desde niña. La vieja cocinera Rachel le preparaba siempre aquellos pasteles que más le gustaban. La señora Carrol, el ama de llaves siempre fue severa con ellas pero mantenía todo en orden. Las doncellas de limpieza y lavado, los jardineros que ahora ayudaban en casa porque tenían pocos jardines que cuidar. ¿Qué sería de ellos cuando no pudieran pagarles? Quizás los más jóvenes consigan colocarse en otros lugares ¿Y los ancianos?


Dejó su desayuno cuando ya no pudo seguir comiendo debido la pena que le causaba la situación de su familia. Quizás la solución esté tan cerca... a sólo una respuesta afirmativa a una petición.

No, no podía poner eso a favor del conde. No sería justo para nadie. Si aceptaba ser su esposa, debía ser porque estaba decidida a ser feliz a su lado. El amor vendría con el tiempo, ella aprendería a quererlo como se quiere a un marido. Ya lo admiraba, eso era un gran paso. Le tenía un afecto fraternal, se había ganado su confianza. Además el porte y la belleza lo hacían atractivo a sus ojos. Tal vez sea una buena decisión. Con todo y eso, tomaría la decisión sola, sin intervención de su padre o su madrina.

Descendió de un carruaje de alquiler y le pidió al cochero que regrese por ella antes del almuerzo. A esta hora Clatskanie mostraba un bullicioso panorama. Los niños corrían de un lado al otro y muchas mujeres regresaban de comprar.

— ¡Bella! Por fin llegaste, me preguntaba si debía ir a visitarte— gritó Leah al verla.

—Buen día Leah. ¿Qué es tan importante?

—No viniste el viernes y me preocupé. Recibí tu mensaje pero creí que podría ser demasiado tarde...

— ¿Tarde para qué?

—Debemos hablar, ven siéntate, necesitas oír lo que tengo que decir.

La joven sumamente intrigada, aceptó escuchar a su amiga.

—Sé que piensas que soy la persona más entrometida del mundo, que voy preguntando por allí para enterarme de la vida del prójimo pero no es verdad. En realidad en estos últimos días sólo he preguntado por ti...

—No pienso eso de ti Leah, quizás te mantiene activa la curiosidad pero no creo que seas entrometida.

—Siempre tan linda, Bella. Pero la persona que me trae noticias del mundo es mi buena amiga la enfermera Cope quien por esas casualidades de la vida trabaja en la casa de los señores Clapp.

—Los conozco, en su residencia se aloja mi primo el conde Volturi.

—Quien te ha pedido matrimonio ¿Verdad?

— ¿Cómo sabes eso?

— ¿Le has contestado? ¿Aceptaste Bella?

— ¡Leah!— se levantó la muchacha ofendida.

—Es importante para lo que tengo que decirte Bella. Confía en mí.

—No he contestado aún— dijo Bella volviendo a tomar su lugar

No digas adiós -Terminado-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora