Capítulo III: Es usted un coqueto, Doctor Fidalgo.

179 10 0
                                    

En la actualidad

Diana

Sebastián, el enfermero de turno me pasa la información de Natalia, una pequeña que tiene una fractura de radio y cubito, Nati ha sido muy valiente al dejar a su madre afuera  en la sala de espera y ella poder hacerse las radiografías. El Olympus no deja de operar, pero yo en unas horas lo dejaré de hacer, mi guardia finalizará y tengo que dejar a Nati para que mañana tenga su cirugía.

—Bien Nati —paso mi mano sobre los mechones color chocolate de la pequeña— tu madre estará contigo mañana para que te acompañe en tu cirugía —la niña parece asustada, la trato de calmar y así no sufra alguna otra alteración— te prometo que después de la operación, iremos por un helado —Natalia sonríe y su sonrisa me da vida— aunque mejor te traigo yo el helado, dudo que Lulú nos lo traigo a aquí.

—Yo puedo guardar el secreto —Sebastián habla.

—¡Sebas! —Nati se emociona al ver a su súper-enfermero—, Sebas, mañana van a operarme y después comeré helado —la niña comenta con tanta ilusión.

—Así es, Nati —abraza a la chiquilla, checa el suero y que todo esté en orden— Doctora Escamilla, afuera la espera el Doctor Ernesto.

—Gracias Sebas, nos vemos mañana Nati —ella se despide agitando su manita.

Mi padre; el Doctor Ernesto Escamilla, lo miro charlando con una enfermera de la sección de Obstetricia, ambos se giran a verme, la enfermera se va y mi padre se acerca a mi.

—Doctora Escamilla, ¿podemos hablar? —papá sonríe animado y yo asiento.

Caminamos hasta su consultorio que más bien ocupa como oficina, me deja entrar a mi primero, él entra después de mi y entonces nos disponemos a hablar, sinceramente no tengo ni la mayor idea de que, esto atrasa mi idea de dejar todo listo para la cirugía de Nati mañana con el Doctor Fidalgo.

—Me llena de orgullo verte con esa bata blanca, que estés al pendiente de dos áreas importantes —mi ceño se frunce pues solo trabajo en una, ¿acaso es un error?.

—Papá, perdón pero yo solo trabajo en medicina familiar —mi superior me interrumpe.

—No hija, también en traumatología —papá sonríe y yo no entiendo nada.

—Pero esa es la especialidad del Doctor Fidalgo, no mía —contesto aún más confundida.

—Diana, pronto trabajarás en esa sección —ya no entendí nada y papá lo nota— no te preocupes por Álvaro, él se quedará en su puesto, cariño.

—No entiendo nada, ¿es una broma? —no se si reirme ahora o de verdad estar seria por que no comprendo nada, mucha confusión.

—Tu madre necesita a una traumatóloga en México —no, yo no podía volver ahí— Livi estará atendiendo pediatría, será un cambio —en sus labios se pinta una sonrisa de oreja a oreja— El Olympus de México estará dichoso de tenerte con ellos.

La red de hospitales de mi familia ha crecido, la clínica Olympus Medical Center está dispersado por casi todo México, Europa y creo que en dos años más estaremos en Bogotá. Mi abuela nos dejó esta bonita herencia <<Noten mi sarcasmo>>, creo que no me puedo quejar, tengo un buen departamento, una buena camioneta, colegas increíbles que se han vuelto mis amigos, uno de ellos el Doctor Álvaro Fidalgo; un colega español que conocí en la preparatoria, mientras que a la Doctora Gabriela Dorantes; ella es una ginecóloga yucateca a quién conocí en mis primeros meses, aquí en el Olympus una vez que me recibí.

Tampoco me puedo olvidar de Lulú y de Tere; ambas son el mejor dúo de enfermeras que hay aquí, son más grandes que mis amigos y yo pero nos llevamos bien, Tere fue quien me regalaba galletas o coca colas para no dormirme en mis días de interna pero Lulú..., Lulú fue quien más dolores de cabeza me daba porque ella me delataba, poco a poco nos llevamos bien y hasta ahora ya no tenemos tantos problemillas.

ENCHANTED | Alejandro Zendejas | FanFictionWo Geschichten leben. Entdecke jetzt