capítulo cuarenta y seis

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—Estoy agotado —se quejó Tighnari cuando finalmente estuvieron lejos de todo y todos.

—¿Quieres que te lleve a caballito?

—No, no hace falta —Tighnari agarró su mano y la apretó—. Así está bien.

—Pero yo quería cargarte —se quejó Cyno.

—Me da vergüenza.

—¡Porfaaaa!

—Cyno, acabamos de empezar a salir.

—Pero cuando éramos amigos me dejabas hacerlo —el peliblanco se detuvo y soltó la mano de su novio—. ¡Venga, no pasa nada!

—Sí que pasa —Tighnari apretó los labios—. Es distinto.

—Por favor —insistió. Su novio se encogió en su lugar, sin saber exactamente qué decir. En el fondo, él también quería...

—Puedes hacerlo, pero... —Cyno no escatimó ni un solo segundo y lo cargó. El brazo izquierdo lo pasó por las corvas de Tighnari, y el brazo derecho, por su espalda—. ¡Oye, pero a caballito!

—Así es mejor. Pareces un príncipe, va acorde con tu vestimenta.

—Eres un imbécil.

—Pues ahora vas a tener que aguantar a este imbécil durante toda la noche.

—Estoy a tiempo de regresar a casa —Cyno sonrió con diversión.

—Primero debes escapar de mí —Tighnari entornó sus ojos.

—Puedo escapar fácilmente.

—¿Ah, sí? Hazlo, entonces.

—Qué va. Estoy cómodo aquí —apoyó sus brazos en los hombros de Cyno y se acercó a su cuello—. Y yo sé que tú no quieres que me vaya.

Cyno se tensó: —Me haces cosquillas.

—¿Tu cuello es una zona sensible? —Tighnari empezó a besarlo. Su piel estaba ardiendo y su cuerpo parecía estremecerse cada vez que sus labios rozaban su cuello—. ¿Te gusta que te bese ahí?

—Nari, por favor... Puedes explorar todo lo que tú quieras en mi casa, pero en la calle no —Cyno estaba haciendo todo lo posible por mantener la compostura. ¡Qué vergüenza estaba pasando!

—Eres tú el que ha empezado.

—¿Quieres que te baje, entonces?

—No. Estoy bien aquí.

Cyno dejó a Tighnari en el suelo y abrió la puerta de su casa. Una fría corriente de viento los recibió, haciéndoles saber la ausencia de personas en el edificio.

—Pasa tú primero —le dijo el peliblanco a su novio. Este asintió y se adentró tímidamente—. ¿Quieres comer algo?

—Algo ligero —respondió. Cyno sonrió y besó su mejilla.

—Deja que yo lo prepare. Puedes ducharte mientras cocino.

—El problema es que no he traído ropa.

—No te preocupes por eso. Ven, yo te prestaré la mía.

Tighnari lo siguió en silencio y aceptó la ropa que su novio le dio sin rechistar. Como no era la primera vez que se quedaba en la casa de Cyno, esto no era nada raro. Ya estaba acostumbrado a que Cyno le prestase su ropa. Estaba acostumbrado a que lo tratase de esa forma.

El verde de mi primavera ♡ CynonariWhere stories live. Discover now