Ataque a Titán: un cuento de herrero ( REMASTER )

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Capítulo 23: Una oportunidad final

( Hace cinco minutos )

La vista desde lo alto de cualquiera de los Muros era una verdadera vista. Se podía ver gran parte de los distritos que lo rodeaban y darse cuenta de que el mundo era vasto y que era una mota en comparación con él. Tales pensamientos perspicaces no estaban en la mente de Dillon mientras miraba hacia el Distrito de Alteza. Lo que una vez fue una ciudad gloriosa fue ahora una ciudad de fuego, humo y muerte. Incluso desde aquí arriba, podía escuchar a la gente gritar de terror mientras corrían o morían en el intento.

Entristeció al joven herrero sin fin ver esto. Esto fue lo que resultó el plan: cientos de vidas asesinadas y las vidas de los sobrevivientes destruidas. Dejó que los Scouts siguieran adelante con este plan, y este fue el precio que se pagó ... porque no era lo suficientemente fuerte como para salir del piso hasta ahora.

A lo lejos, podía ver a Eren y Annie en sus respectivas formas de Titán luchando contra eso. A juzgar por los rugidos y cómo la ciudad tembló con cada golpe, fue brutal, lo que significa que se volvería incierto una vez que estuviera lo suficientemente cerca. Se preguntó brevemente si podía evitar que pelearan el tiempo suficiente para defender su caso. ¿Podría realmente lograrlo?

Solo hay una forma de averiguarlo. Pensó mientras revisaba su suministro de gas. No queda mucho, pero tendrá que ser suficiente.

Antes de dar el paso, una ola de miedo pasó sobre él. Eso fue todo. En el momento en que entrara en la ciudad, se dirigiría hacia la batalla, hacia ... ella. Gran parte de él quería quedarse y esperar, esperar hasta que Annie estuviera no un titán. Por otra parte, en este punto, eso no iba a suceder. No importa lo que quisiera, estaba obteniendo el Titán Femenino.

Cerrando los ojos, saltó del Muro antes de que la Guarnición pudiera cuestionar su presencia. Cuando cayó, tardó unos segundos en disfrutar de la prisa antes de empalar sus ganchos en el Muro. Mucho más fácil que subir las escaleras y más divertido. Sin embargo, no había más diversión, ya que tenía una misión que completar, una más que probable suicida. Se enfrentó a la ciudad cuando comenzó a oler sangre, muerte y fuego. Le recordó a Trost, y por alguna razón, esto se sintió peor.

Tal vez sea porque la mujer que amas causó esto. Dillon pensó sardónicamente. Solo un pensamiento.

Mientras viajaba más profundo, comenzó a ver personas escondidas en sus hogares, aterrorizadas por sus vidas. Suspiró, sabiendo que lo único que podía hacer para ayudarlos era detener a la persona que causaba esto sin importar el costo. Rápidamente, los humanos vivos comenzaron a convertirse en muertos a medida que se acercaba a la lucha. Tantos cadáveres y tantas formas horribles de morir. Enterrado vivo o pisoteado sin pensarlo dos veces. Sintió que la bilis se elevaba en su garganta, pero la empujó hacia abajo. No podía parar por nada. Annie era el objetivo y estaba muy cerca.

Se las arregló para alejarse de la pelea mientras el suelo temblaba con cada golpe. No podía verlos, pero podía escucharlos. Desafortunadamente, fue en ese momento cuando se le acabó el gas, lo que lo hizo estrellarse contra el suelo. Duele, pero aún podía moverse. Rápidamente, corrió por la cuadra y miró a la vuelta de la esquina, con los ojos abiertos ante lo que vio. El Titán Femenino tenía a Eren atrapado contra el costado de un edificio, golpeándolo continuamente con una mano cristalizada mientras, por alguna razón, gritaba a todo pulmón.

Los alumnos de Dillon se encogieron cuando la vio de verdad esta vez. Allí estaba ella, el ser de sus pesadillas recientes, la que nunca dejó de perseguirlo. Por un momento, no estaba en Stohess, pero estaba de vuelta en ese pueblo, escuchando el giro ... girando ... girando…

Respirando con dificultad, se retiró a su cubierta, hundiéndose en una posición sentada. No pudo hacerlo. No pudo reunir la voluntad para detenerla. Una vez que Annie se dio cuenta de que la había engañado, ella lo iba a matar. Petra tenía razón. Este fue un movimiento tonto, y él nunca debería haber venido aquí.