XXI

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Gustavo;

Mis alas estaban volviéndose blancas, ¡era imposible! Mi plazo en el infierno era completamente perpetuo. ¿Será que me estoy transformando en un Ángel? ¿Me están saliendo canas por el estrés? Dios, esto ya me asusta. Nunca ví algo similar. Yo estaba mudando de plumaje, pero nunca habían salido blancas.

Pasé mi mano por mis alas, un par de plumas se desprendieron de mí, dejando ver más plumas blancas. En ese momento se me bajó la presión.

—¡Gus! ¿Estas bien?

—Si, Si, sólo nesesito. . . —Me empezaron a dar arcadas terribles.

—Gus, ¿nesesitas ir al baño?

—Si, Si, voy a salir afuera.

Emma me siguió preocupada, empezé a vomitar fuerte y ella solo se cubrió los ojos. En un par de segundos ví a alguien acercarce a lo lejos. Era el dueño del terreno, al cual no le pedí permiso para estar acá.

—¡UN DEMONIO! ¡TIENE A UNA CHICA!

El dueño empezó a persignarse y trataba de exorcizarme. Agarré a Emma en los brazos y salí volando. Emma estaba con los ojos cerrados y con mucho miedo, me detuve  en el cielo y Emma abrió los ojos, ella tenía una expresión de miedo fuerte, le dí un beso dulce para que ella se tranquilizara, seguí subiendo hasta pasar por encima de las nubes.

—Nena, ignoramos todo esto, demos una pequeña vuelta por el universo.

Emma asintió, comencé a dar vuelos rapidos en círculos, de vez en cuando la tiraba al aire y la agarraba antes de caer. Me encontraba mirándola y volando hacia adelante, en segundos la tiré hacia arriba y se me resbaló de los brazos, dejándola caer al piso.

Fui volando hacia abajo y la atajé antes de que tocará el piso y alguien pudiera verla y subí dando giros en 360° hacia arriba. Fuimos volando hasta la casa de Emma, bajamos en un callejón y Escondí mis alas para poder ir a su casa.

Entramos y nos acostamos en el sillón, estábamos demasiado cansados y nos dormimos en segundos.

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Recién estaba despertando cuando me percaté de que Emma ya estaba pidiendo comida para cenar. Ella había pedido dos big Mac dobles para los dos.

Volví a sacar mis alas para comprobar de que todo había sido un sueño, pero me equivoqué, sin embargo, las plumas estaban tornandose un color dorado brillante, como si fueran de oro, y las negras que quedaban eran un color marrón oscuro. Las arcadas volvieron, fui al baño para deshacerme de las mismas, cuando vomité me dí cuenta de que la mayoría era simplemente agua, así que esa noche no podría comer, o dormir, esto me ponía cada vez más nervioso. Me lavé la cara y me puse a pensar; ¿Y si esto es por qué al estar en un ambiente de vivos me estoy volviendo viejo?; No, eso no es. De ser así no tendría por qué tener las alas doradas. . . Muchos dioses del cielo tenían alas blancas y doradas, los dioses del infierno no tienen plumas, más bien unas alas de murciélago con pinchos en algunas partes específicas, por lo que me podría auto catalogar como dios caído, ya que los ángeles caídos tenían alas marrón oscuro, pero nunca fui un Dios, por lo que esa teoría tampoco tenía sentido. Me tendría que acostumbrar a estas alas, tampoco sabía si me traían algún poder específico, o si al perder las antiguas perdí algunos de los míos. Probé; podía volar, podía regenerarme, y todos los otros poderes que implicaban los demonios. Pero no podría probar algún poder de Ángel, ya que no nos dieron información sobre estos al llegar al infierno, todo lo que se de los ángeles es porque los caídos que conocía eran bastante amables y yo les caí bien, por suerte. . .

—Gus. . . ¿Estas bien?

—Si, pero no creo poder comer esta noche. . .

—¿Me puedo comer tu hamburguesa?

—La concha de tu vieja. Si tanta hambre tenés. . . Quizás te puedo dar algo de chorizo. . . —La miré con cara seductora.

—Dijiste que está noche no ibas a comer.

—Dije comer, no devorar. . .

—Ajá.

Emma se fue estallando de la risa, yo la seguí abajo de las escaleras, esas hamburguesas lucían más ricas que nunca, y ver a Emma devorarse las dos se me hacía demasiado injusto. Me sentía muy mal del estómago, y Emma estaba comiendoselas como si fuera su última comida en la vida, se notaba que lo hacía a propósito para ver mi cara de hambre que casi me derretía por esos deleites al paladar. Me levanté de la mesa para dejar de verla, pero ella me tomó de la mano.

—Es de mala educación levantarse antes de que todos terminen. . . —Ella le dio otro bocado a MÍ hamburguesa.

—Me requete chupa tres ectarias de poronga.

Me fuí a la pieza, Emma después de terminar las hamburguesas se acostó conmigo. Esa noche hizo un frío de morirse, cubrí a Emma con mis alas, ella pareció dejar de temblar.

—Ahora tus alas son mucho más calientes. . .

—¿A sí?—La volví a ver con cara seductora.

—Si. . . Transmiten más ca. . . Hijo de puta.

—Te me regalaste nena. —Me comenzé a reír bajito. Emma procedió a darme un fuerte golpe en la cabeza.—Au, no me pegues tan fuerte. . .

—Chupame un huevo. . .


Cristales De Amor Amarillo - Gustavo Cerati Y Tú Tempat cerita menjadi hidup. Temukan sekarang