-¿Ocurre algo? – el omega negó con la cabeza. – Voy a preparar la cena, puedes ir poniendo la mesa, por favor. – asintió.

Celia canturreaba en la cocina y regañaba de vez en cuando a los gatitos traviesos que subían a molestarla. Emily los observaba desde su parque, donde todo era seguro y blandito, habían aprendido la lección de no dejarla jugar con juguetes pegados o de plástico por las malas. La pequeña siempre intentaba huir cuando tenía la oportunidad, pero era traicionada por Reyna, que les avisaba.

-Te estoy viendo diablillo. – se burló la beta.

Emily construía con suma facilidad una pequeña escalera con sus ositos, aunque siempre caía antes de llegar al final. Nevan siempre terminaba cargándola en sus brazos, antes de que lo volviera a intentar de nuevo. La pequeña gateaba con libertad persiguiendo a Travis y Blaki, Dama la observaba en silencio junto a Reyna.

-Estoy pensado en leer la carta de mi padre. – le dijo en la cena. – No quiero que me acompañes.

-¿Estás seguro? – asintió. – Nevan, sabes que puedes contarme lo que quieras ¿verdad?

-Quiero estar solo está noche. – hablo con seriedad. – Podrías cuidar a Emily por mí, por favor.

-¿Hay algo que quieras contarme? – negó con la cabeza. – Sabes dónde estoy, si me necesitas.

Esa noche le tocaba a él limpiar los platos, así que lo hizo sin prisa, quería retrasar el momento de leer la carta, no sabía lo que iba a encontrarse, así que no se esperaba gran cosa. Balto no había sido un verdadero padre para él, a decir verdad, solo lo considero como uno a partir de su muerte, cuando escucho que él se involucró en su búsqueda.

No estaba muy seguro de sus intenciones y tampoco de que quería lograr al hablar con él, tal vez morir en paz, sin tener ningún remordimiento. Todo era demasiado extraño para él. Balto al igual que su madre, solo lo hicieron sufrir.

-Buenas noches, Nevan. – sonrió Celia. – Emily dormirá conmigo.

Espero a que toda la casa estuviera en silencio absoluto para encerrarse en su habitación. Hasta hacia poco, había escuchaba la risa de Emily al final del pasillo, junto a algunas pedorretas de Celia. Travis correteaba de una puerta a otra hasta que consiguió entrar en una de las habitaciones. Nevan estuvo atento a la pequeña conversación que tuvo Celia con Emily, donde le prometía comprarle un nuevo juguete en su cumpleaños.

Todas las posiciones en las que sentaba o acostaba lo incomodaban, intento leer la carta de pie, pero se mareaba al miraba el papel. Tan solo había conseguido leer la primera línea de la carta, ver la letra de su padre le causaba una extraña nostalgia, era como si la hubiese visto antes.

"Querido Nevan.

Soy tu padre, Balto. No sé si te acuerdas de mí.

Sé que no fui un buen padre, y pedirte perdón en estos momentos sería una manera de redimir mi pasado. No lo estoy buscando, la verdad, ya que sigo pensado que lo que hice estuvo bien. Nunca estuve preparado para convertirme en padre, por eso hui, si te digo la verdad, creo que fue lo mejor, para todos.

Margot, tu madre. Fue una mujer maravillosa, a la que no supe cuidar. Estaba demasiado ocupado preocupándome de mi trabajo, y pensado que con el dinero podía solucionarlo todo. Margot muchas veces me reclamo que estuviera a su lado, que cumpliera mi papel de padre, pero a mí me aterraba.

Balto Keller, no estaba echo para ser un esposo, y menos un padre.

Sé que te va a doler leerlo, como te he dicho, no quiero que pienses que me he convertido en un padre modélico al que debas respetar, sé que te hice mucho daño, Nevan. Y una cierta parte de mí se arrepiente de haberlo hecho.

Hasta el final del caminoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora