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— A-Die, ¿yo vivia aqui?

— mhm.

Wangji estaba muy pendiente del pequeño, volver a los Tumulos era una muy mala experiencia para el mismo, y era claro que si el pequeño había necesitado visitarlos,  lo más probable es que hubiera recordado un poco de sus años ahí.

Eso le preocupaba, aun no sabia como explicarle todo lo que había pasado. Temía que su pequeño niño lo odiara, pues en gran parte, había sido su culpa no estar para ambos.

Mientras el mayor era llevado de regreso a recuerdos dolorosos, A-Yuan no pudo evitar sentirse algo cómodo, sin embargo, había una extraña sensación en su pecho que le impedía sentirse completamente a gusto. Pero se sentía familiar. Dolía, también.

El no podía verlo o sentirlo, pero Wangji aun lograba ver una fina capa de energía resentida alrededor del lugar, el aire no se sentía pesado, era capaz de respirar bien y no afectaba a su hijo, aun asi, todavía era visible.

A-Yuan miro alrededor en silencio y camino tranquilo y curioso entre los escombros del lugar. Wangji simplemente lo siguió por detrás, en silencio, pendiente a sus reacciones.

El pequeño ocasionalmente se detenía ante los restos de lo que parecía, en su momento, fue una casa. Sólo los miraba, se quedaba quieto unos minutos antes de seguir.

Tanto padre como hijo observaron cada espacio del lugar, absortos cada quien en sus pensamientos aunque pendientes el uno del otro todavía.

Hasta el momento, A-Yuan comenzó a pensar que tal vez haber visitado el lugar fue un sinsentido, no había nada que pareciera al lugar que vagamente vio en sus sueños, y tampoco veía algo que le ayudara a recordar más claramente a quienes el sentía, era necesario recordar.

Estaba seguro que había personas, había cosas que tenía que recordar. Se sentia terriblemente culpable de no poder recordar.

Mientras pasaba a un lado de una casa casi convertida por completo en cenizas, su pie tropezó con lo que el pensó, era una roca. Su padre lo sostuvo rápido para evitar que tocara el suelo y lo volvió a dejar con delicadeza de pie, revisando cuidadosamente que el menor estuviera bien.

— ¿A-Yuan?

A pesar de que escuchaba claramente a su padre, no pudo pensar en algo que decir al distinguir que con lo que habia trpezado, era una pequeña figura de madera, un conejito.

Una de sus orejas ya estaba rota, estaba algo quemado, pero aún se podía distinguir al conejito. Cuidando de no ensuciar demasiado sus túnicas, se agacho para poder recogerlo del suelo, sacudiendo las cenizas y tierra para poder verlo mejor. Wangji, quien observo detenidamente todo, tuvo un mal presentimiento al ver el rostro pálido del niño.

— A-Die, esto... creo que esto, ah, tal vez es mío.

Wangji se acercó por detrás, mirando curioso la pequeña figura chamuscada en esas pequeñas manos.

— Me lo dio... me lo dio, ¿quién me lo dio?

Los pequeños murmullos del niño no eran muy entendidos para el mayor, aun asi, trato todo lo posible de estar al pendiente, observo al niño dar vueltas a la figurita en sus manos, luego mirar hacia todos lados en el suelo para intentar buscar otra, aunque aun sin tener éxito. Finalmente, con ojos perdidos, su vista regreso a la figurita.

— A-Yuan, ¿te gustan los conejos?

— ¡Sí! Son lindos y tiernos.

— Oh, si, justo como cierto didi que conozco.

El cabello del pequeño fue alborotado, provocando unas cuantas carcajadas.

— ¿Quieres uno, A-Yuan?

— Mhm... pero A-Ning dice que no pueden vivir con nosotros, entonces no lo quiero.

— Oh, eso dijo...

Por algun motivo, el pequeño pensó que la mueca en el rostro de su gege no era bonita, por lo que estiro sus manos para tapar sus ojos, poniendo una mueca de disgusto.

— Xian-gege, tu cara no fue bonita.

— Aiya, además me dices feo, haces que el corazón de este mayor duela.

— ¡No! Gege no es feo, solo pobre.

La carcajada del mayor provocó una sonrisa en el niño, siendo cargado cómodamente entre aquellos delgados brazos se aferro a su cuello.

— Es cierto que en este lugar no pueden vivir animales tan pequeños, pero si puedes tener conejitos, solo que no ahora.

— ¿Si puedo?

— Claro que puedes, solo tienes que esperar un tiempo. ¿Sabes? Aún eres pequeño, en unos cuantos años te prometo que viviremos en un lugar donde podrás tener tantos como quieras.

El rostro del menor fue llenado de incontables besos, cosa que lo hizo reír aún sujetándose fuertemente del mayor.

Wangji se acercó con cuidado hacia el menor, envolviendolo delicadamente entre sus brazos al notar las lagrimas caer silenciosamente por sus mejillas. El pequeño se aferraba tanto al pequeño conejo quemado y los pequeños sollozos ahogados de su hijo hicieron doler su corazón.

— ¿Nos vamos, A-Yuan?

La pequeña cabeza del menor se movio de un lado al otro, buscando tranquilizarse a si mismo con ayuda del consuelo de su padre. Se quedo entre sus brazos por un tiempo hasta que pudo volver a respirsr con tranquilidad.

— Estoy bien, A-Die. Quiero seguir.

Wangji no se opuso, por mas que detestara la idea. Se mantuvo a su lado mientras pasaban entre mas escombros y suciedad hasta llegar a lo que parecia un pequeño camino de rocas.

Aunque A-Yuan no lograba recordar el lugar, tampoco estaba seguro de no reconocer el lugar. Camino siguiendo las rocas, subiendo un poco mas hasta que pudo comezar a distinguir una cueva.

Sin que el se diera cuenta, sus pasos comenzaron a ser mas rapidos, a pesar de estar desesperado por entrar se detuvo a la entrada, sintiendose inseguro de dar el ultimo paso para estar adentro.

— A-Die, ¿sabes que es este lugar?

A-Yuan, ¿Me recuerdas?Where stories live. Discover now